Denís y Pablo, socorristas de las playas de A Coruña
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Los guardianes del mar de A Coruña: "Estuve 50 minutos tratando de reanimarlo"
Denís, de 32 años y jefe de la playa de Orzán, cuenta sus años de experiencia en el servicio; mientras que Pablo, con tan solo 18, vive el comienzo de un trabajo para el que se lleva preparando desde que tenía 7
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"Lo más impactante fue una vez que nos encontramos a un hombre boca arriba en el mar. Estuve 50 minutos intentando reanimarlo, pero no se pudo hacer nada por salvarle la vida. Ese recuerdo te lo llevas dentro", cuenta Denís, el jefe de socorrismo de la playa de Orzán.
Por las playas urbanas de A Coruña, donde las olas del Atlántico golpean fuerte y que son tan bonitas como peligrosas, trabajan cada verano los socorristas que velan por la seguridad de miles de bañistas.
Los hay que llevan ya más de 10 años en el servicio de salvamento de la ciudad, como es el caso de Denís, pero también los que acaban de entrar este año, con la emoción de ser su primer trabajo, como es el caso de Pablo.
Con 12 años de experiencia, Denís no solo ha visto la evolución del servicio de salvamento en A Coruña, sino que lo ha vivido y liberado.
Natural de Ponferrada, llegó a Galicia para estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Fue durante su segundo año de carrera cuando decidió hacer el curso de socorrista y, tras una temporada en piscinas privadas, se presentó al proceso de selección para trabajar en los arenales de la ciudad herculina.
Desde entonces, prácticamente no se ha movido de la playa (o por lo menos en los meses de junio, julio y agosto). De hecho, es jefe de los socorristas de Orzán.
Denís y Pablo en Riazor
"Entré como un trabajo de verano, para compaginar con los estudios", recuerda. Actualmente, a sus 32 años, es el encargado de gestionar los cuadrantes, las vacaciones y las bajas de toda la plantilla en los arenales urbanos de la ciudad.
Pero eso no es todo, su implicación va más allá: actúa como representante de los trabajadores y ha liderado importantes avances laborales en el servicio. "De trabajar 10 horas sin descanso, pasamos a un sistema 4x3, con condiciones mucho más humanas y festivos remunerados", explica.
La nueva generación del salvamento
En el otro extremo de la experiencia está Pablo, de 18 años, quien se estrena este verano como socorrista en las playas de Riazor y Orzán. Sin embargo, su camino comenzó mucho antes: "Entré con 7 años en el Club de Salvamento de A Laracha", cuenta con orgullo.
Allí pasó más de una década formándose, compitiendo y entrenando para llegar, algún día, a ser socorrista.
"Tenía que esperar a tener la ESO para hacer el curso oficial", explica. Lo consiguió el año pasado y en cuanto pudo, pidió hacer las prácticas en Riazor, donde acumuló 100 horas y conoció a sus futuros compañeros. "Eso me ayudó mucho, ya llegué conociendo el equipo".
Equipo de la playa de Riazor
Aunque reconoce que el primer día estaba nervioso, ahora se siente cómodo en su labor. "Este año, por suerte, no tuve que actuar en nada grave. Algún corte, picaduras o caídas, pero nada serio". Lo más habitual, dice, son lesiones leves en la zona de las rocas o el escalón de acceso al agua.
Cuando no hay bañistas o el mar está tranquilo, aprovechan para hacer simulacros. "Así estamos preparados para cuando haya una emergencia real", explica. Y aunque de momento no le ha tocado lanzarse al agua a salvar vidas, sabe que ese día puede llegar en cualquier momento.
Planes de futuro
Estudia un ciclo de deportes durante el invierno y quiere seguir trabajando como socorrista al menos tres o cuatro años más. "En el futuro me gustaría llegar a ser coordinador o incluso trabajar en salvamento marítimo", dice con ilusión.
Pablo es el reflejo de una nueva generación de socorristas: formada desde la infancia, técnica, comprometida y consciente del valor de su trabajo.
Aunque los separan más de diez años de edad y una larga diferencia de experiencia, Denís y Pablo coinciden en lo esencial: proteger vidas en un entorno tan bello como peligroso. Ambos sienten respeto por el mar y por el oficio que han elegido, aunque llegaran a él por caminos distintos.