Se me hace imposible entender la negativa del Deportivo a que se amplíe el estadio a 40.000 espectadores y se eliminen las graves carencias de la instalación. Es incomprensible que no se admita que Riazor ha quedado viejo y que necesita mucho más que los parches de los que nos habla el club.
La historia certifica que una obra de esta envergadura tiene una vida de unas cuatro décadas. En los años cuarenta se construyó un estadio espectacular que en los ochenta se había hecho mayor. Entonces se aprovechó el Mundial-82, para levantar las nuevas gradas centrales, mientras que los fondos actuales los forzaron los éxitos del Súper Dépor.
Ahora nos toca reconstruir en 2030 y no es casual que una obra como ésta vuelva a coincidir con otro Mundial, porque es uno de los supuestos en los que están 'obligadas' a participar las instituciones supramunicipales.
Con lo que no se contaba en el guion inicial era con la posición crítica del Deportivo, ni que el presidente Escotet, muy mal informado, dijese que el Concello pretendía duplicar el aforo de Riazor. La verdad es que tan solo se precisa incrementar 7.000 asientos al actual aforo de unas 33.000 localidades para alcanzar los 40.000 espectadores, el mínimo que la FIFA, desde siempre, ha exigido para ser sede.
Entiendo que se trata de una cifra nada descabellada. Incluso pienso que podría resultar muy ajustada, si se cumplen las previsiones de Juan Carlos Escotet respecto a la progresión deportiva del club.
En cualquier caso, no debería preocuparnos cubrir una buena parte de esas nuevas butacas. El momento ilusionante del Deportivo con cerca de 30.000 abonados, los varios miles en lista de espera y los que se podrían sumar si se reduce el precio de los abonos, en especial el de los desempleados, es para sentirse optimista.
También es imprescindible estimar el crecimiento de la mancomunidad coruñesa hasta la próxima remodelación del estadio… y si queda algún espacio libre, me encantaría que se volviese a invitar, como hace años, a las niñas y niños de los pueblos de A Coruña y Lugo. Hoy, muchos de ellos, orgullosos blanquiazules de carnet.
Por último, si no tienen confianza en que después del 2030 el club se va a beneficiar de tener 40.000 entradas a la venta, existe la posibilidad de ahora prever una zona en el proyecto de construcción. Se fijaría un espacio para dedicarlo después del Mundial, al uso que los creativos determinasen a través de un concurso de ideas. Las aportaciones serían brillantísimas.
Creo que estos argumentos son de mucho peso, pero existe uno que es indiscutible: Riazor se ha hecho viejo. No cumple los mínimos exigibles de seguridad ni para aficionados -un buen número de ellos sufren deficiencias graves en las salidas de emergencia- ni para equipos y árbitros.
En sus declaraciones, al presidente Escotet sólo le asiste la razón en lo que atañe a que, en el tiempo que duren las obras, se van a producir pérdidas económicas para el club e incomodidades para los abonados. Sí, es indudable. Igual que lo serán los beneficios posteriores.
En todo lo demás sus asesores le han fallado. Sus propias palabras desmontan su planteamiento. Es falso que el incremento sea duplicar el aforo de Riazor, cuando solo se aumenta en 7.000 espectadores. No se entiende iniciar las obras de un Museo u otras, salvo la de los aseos por urgencia, cuando en unos meses se va a demoler el estadio. Invertir, de una forma tan absurda, conduce a que alguien la pueda entender como una triquiñuela, para más tarde justificar la negativa del club al Mundial.
Si no queremos terminar en los tribunales, "olvidemos el pasado y volvamos al amor". El estribillo de la canción que triunfaba en los sesenta nos sirve para pedirles sentidiño y consenso tanto al Deportivo como al Concello. Bastantes problemas reales existen latentes para ser sede del Mundial -lograr la financiación, aprobar el proyecto definitivo…- como para que inventemos unos inexistentes.
El Deportivo, su extraordinaria afición, y A Coruña merecen un Estadio de Riazor moderno con 40.000 espectadores. Yo bien que lo intenté hace años con el precioso diseño de Peter Eisenman. El entonces alcalde, Paco Vázquez, no quiso. Hoy, la alcaldesa Inés Rey quiere, pero el presidente del Deportivo se opone. Lo que es la vida.
Mientras tanto, el astuto, Abel Caballero está con la caña preparada. Insiste en decir que su miñoca no falla. Está convencido de que va a pescar. La única duda que tiene es si lo hará en el caladero de A Coruña o en el de Málaga.
¡No me quiero imaginar la 'venta' si la captura se produce en el caladero del norte! Millones y millones de puntos de luz en Castrelos alumbrando esa Intertoto de la que tanto presume.