Las inversiones como dique a los cambios algorítmicos

El algoritmo baila. A veces con gracia, otras con pasos torpes y desconcertantes. La visibilidad orgánica sube, baja, se desploma sin aviso previo. Lo que funcionaba ayer puede que hoy no sirva para nada. Estrategias de contenido que parecían sólidas de repente se desmoronan frente a un simple ajuste en el código del tan famoso, y desconocido, algoritmo de Google.

Y entonces, surge lo que parece una solución en medio de la desesperación: campañas de pago. Siempre puedes pagar para que te vean. O al menos eso nos quieren hacer creer.

Las campañas de pago te “garantizan” visibilidad a cambio de una inversión constante; con la que debes intentar aparecer por delante de tu competencia.

Dejas de pagar, desapareces. Sin una estrategia empresarial y una marca sólida detrás, solo estás alquilando atención temporal.

Si tu presupuesto es ajustado, competir en la misma liga que “los grandes” puede dejarte fuera en un pispás. La visibilidad es una subasta: quien más invierte, más gana.

Pagar por campañas puede ser un buen acelerador, un empujón con el que aumentar el resultado durante un lanzamiento de producto, una oferta o una necesidad de captación de tráfico rápido.

Si tu única estrategia es tirar de billetera, tu plan tiene un recorrido corto; tan
corto como ceros tenga tu partida destinada a marketing.

Las empresas que sobreviven al algoritmo son las que no ponen todos los huevos en la misma cesta. Combinar campañas de pago con contenido orgánico que aporte valor, que construya comunidad y que refuerce el propósito de tu marca. Porque una campaña de pago puede ponerte delante del cliente, pero una estrategia sólida hará que se quede contigo.

Diversifica, apuesta por palancas que combinen inversión con resultado a corto
plazo y acciones orgánicas con resultado a largo.

¿Y si en diez años ya no existe Tik Tok?