Terrenos de la futura planta de clasificación de residuos téxtiles en Cerceda.

Terrenos de la futura planta de clasificación de residuos téxtiles en Cerceda. Xunta de Galicia

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Arranca la primera fase de la construcción de la planta de residuos textiles en Cerceda (A Coruña)

Los trabajos previos se han iniciado este viernes y se prevé que pueda estar operativa en junio del 2026

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Los trabajos previos para la construcción y gestión de la futura planta pública de clasificación de residuos textiles en Cerceda (A Coruña) se han iniciado. El proyecto, según informa Europa Press, cuenta con un presupuesto de 22,4 millones de euros, de los cuales 10,2 se financian con fondos europeos.

Esta nueva planta podrá tratar unas 3.000 toneladas al año de residuos textiles pudiendo ampliarla a 24.000 según ha informado la Xunta de Galicia. Su superficie total alcanza los 8.000 metros cuadrados.

En esta línea, será la "primera planta pública" de este tipo en Galicia en una primera fase, permitirá crear unos 16 puestos de trabajo directos, que podrán llegar a 30, cubriéndose preferentemente por personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social.

Asimismo, se estima que podrá estar operativa en junio de 2026, y "cumplirá con distintos criterios de sostenibilidad como el uso de materiales reciclados y que, sean duraderos".

También incorporará "soluciones de ahorro energético, dando prioridad a la luz natural de los distintos espacios", así como otras "mejoras relativas al consumo de agua y al análisis del ciclo de vida del edificio para estudiar el impacto que tendrán los materiales utilizados tanto en la fase de fabricación y construcción, como en la de explotación".

En cuanto al funcionamiento interno de la planta, cabe indicar que una vez recibidos los textiles en la instalación, "estos se someterán a una preclasificación a fin de separar aquellas piezas que se encuentren en buen estado para destinarlas a la reutilización".

Aquellos textiles que, dadas sus características, no pueden ser reutilizados ni reciclados, serán valorizados energéticamente, evitando que acaben enterrados en vertedero, "la peor de las opciones por su negativo impacto ambiental y sobre la salud".