Esmeralda Pereira en un mostrador de la ferretería La Palloza.
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La ferretería de A Coruña que cumple medio siglo: "Sobrevivimos con esfuerzo personal y económico"
Ramiro Pereira abrió La Palloza en 1975, al poco de regresar de Venezuela. Su hija Esmeralda y su hijo Ramiro son los dueños desde hace 25 años
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Las ferreterías suelen ser un negocio generacional, de dos o tres ramas como mucho. El padre o la madre emprenden, los hijos e hijas heredan; es más difícil que los nietos estiren la dedicación en el mismo campo. En La Palloza están los hermanos Esmeralda y Ramiro Pereira al frente de la ferretería que abrió su padre hace 50 años.
El rótulo del bajo del número 6 de la calle Concepción Arenal, junto a la plaza de A Palloza, indica el año de fundación, 1975. Poco más de un año antes, el Día de Galicia de 1974, habían regresado a A Coruña Ramiro Pereira Penado y su esposa con sus tres hijas y un hijo, nacidos en Venezuela.
En la emigración, el padre trabajaba en una chivera. "Eran almacenes donde reunían materiales de construcción de segunda mano extraídos de demoliciones: puertas, ventanas, vigas, muebles de cocina. Se vendían muy bien", explica la hija mayor, Esmeralda Pereira Santiso, desde hace 25 años socia de la ferretería familiar al 50% con su hermano menor, Ramiro.
Ella se dedica a la administración y la logística, él a las compras y la atención al público. "Ninguno quiso estudiar tras acabar el Bachillerato y mi padre nos puso a trabajar. A mí me gusta ahora más de lo que me gustó al principio", admite.
Tiradores y piezas de puertas en el interior de La Palloza.
Ramiro padre "no tenía ni idea de ferretería" al regresar a España, pero con la recomendación y el apoyo de otro emigrado que había abierto una en Venezuela, La Candelaria, fue contactando con fabricantes y proveedores para adquirir conocimiento.
Con un tío de Esmeralda y Ramiro hijo, Gerardo, se asoció para comprar un bajo vacío en Cuatro Caminos y darle nombre a su negocio. Un sobrino de Castroverde (Lugo) fabricó los mostradores de la tienda. Y él acabaría siendo uno de los cinco fundadores de la cooperativa de ferreteros Las Rías.
"Un sueldo digno"
Han pasado 50 años. Difícilmente habrá una tercera generación en La Palloza, reconoce Esmeralda: "Aquí nos quedamos, es más prefiero que mi hijo se dedique a otra cosa". Llegaron a ser siete empleados en la tienda, contando el propietario y sus hijos, ahora son tres.
"Viene mucha gente del barrio, pero cada vez vemos menos profesionales de albañilería, fontanería o carpintería que necesiten material y piezas. Últimamente vienen más quienes quieren hacer sus propios trabajos en casa, sus chapuzas", cuenta la dueña.
El bajo de La Palloza en la calle Concepción Arenal de A Coruña.
Ella y su hermano creen que su sector tiene ahora una concepción distinta a la de cuando su padre lo empezó. "Poco antes de morir nos dijo que la ferretería ha dejado de ser un negocio, que si nos permitía ganar un sueldo digno, más valía eso que nada", explica.
Las grandes superficies de suministro y la venta online han afectado a las ventas, por eso creen los hermanos Pereira que es más fácil "abrir o mantenerse" en pueblos que en ciudades.
"Sobrevivimos con esfuerzo personal y económico", reflexiona Esmeralda entre "todos los artículos que alguien necesita para el hogar" a la venta en La Palloza.