Imagen de archivo de una profesora de inglés
Adela (69), profesora jubilada desde los 60: "No me vería dando clase en un privado, los padres tienen más poder"
Una profesora gallega repasa su trayectoria, haciendo hincapié en algunos déficits del sistema educativo y recalcando lo feliz que fue como docente de la educación pública
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La educación es uno de los principales motores de la sociedad y, por ello, debe ser justa y equitativa. En los últimos años, profesores y alumnos se han manifestado para exigir mejoras: aumento salarial, reducción de ratios o incorporación de más profesionales. En resumen, reclaman mejores condiciones para ofrecer una educación pública de calidad.
Adela fue profesora de inglés en la educación pública gallega durante 35 años, hasta que decidió jubilarse a los 60, en parte por el cansancio y frustración ante un sistema que no atendía las demandas del profesorado. Sin embargo, reconoce que "fue muy feliz" como docente y que tuvo alumnos que le enseñaron mucho.
"La educación y la sanidad son intocables"
Adela, profesora de inglés de ESO y Bachillerato en un instituto público de A Coruña, describe un sistema educativo marcado por carencias estructurales y una falta constante de recursos. Resume su desgaste en una frase: "Estaba cansada de tener que enseñar valores que deberían venir de casa", algo que, apunta, perjudica a quienes sí quieren aprender.
Uno de los problemas que señala es la escasa atención a la diversidad: "Hay que atenderla y eso requiere un esfuerzo por parte de la Administración, que no había". Relata el caso de una alumna con pérdida de visión severa para la que "de la administración no tuvimos ninguna ayuda", siendo la ONCE quien respondió con los recursos necesarios.
A la diversidad cultural se suma la mala gestión de la incorporación del alumnado recién llegado. Para Adela, las decisiones políticas están desconectadas de la realidad: "¿Por qué si tiene 14 años le corresponde ir a tercero de la ESO? No, habrá que mirar el nivel académico".
En este contexto, considera imprescindible crear "subgrupos para atender durante un curso a esos niños, atender sus niveles y atenderlos a ellos", porque de lo contrario se genera "el mayor caos que tiene actualmente el sistema educativo".
Critica, además, la falta de coherencia en las reformas educativas: "Me jubilé sin saber en qué reforma estaba, porque cada cuatro años era una nueva cosa", y rechaza medidas que considera engañosas como permitir titular con asignaturas pendientes: "Eso es una falacia, eso es engañarte a ti y al pueblo", apunta.
A la masificación de aulas se añaden los pocos profesores y apoyos, y cómo esa falta de recursos termina haciendo el trabajo "inabordable". A ello hay que sumarle la falta de respeto en el alumnado, que provoca una convivencia complicada. "La falta de educación y de respeto es otro gran problema, porque con eso no se puede trabajar", dice contundente.
Su opinión es muy clara: "La educación y la sanidad son intocables", pero no reciben la inversión necesaria.
"Disfruté mucho con mis alumnos"
Pese al cansancio final, Adela insiste en que fue "muy feliz" como docente: "A mí la enseñanza me gusta y siempre fui muy feliz. Disfruté mucho con mis alumnos". Y añade: "Lo hice lo mejor que pude".
Su satisfacción venía, sobre todo, del trabajo directo con los alumnos que más necesitaban apoyo: "Esos niños necesitan ayuda, y esos niños tienen que seguir". Recuerda con mucho cariño un alumno con síndrome de Down, del que afirma que "era un encanto. Yo era feliz, me asesoraba por dónde pudiera".
También se acuerda de un alumno senegalés: "¿Tú sabes lo feliz que fui dándole clase? Tenía que trabajar y quería estudiar, tenía una cabeza prodigiosa". El alumno acabó Bachillerato y Adela solo opina que "es una lección para los otros chavales".
En cuanto a la educación privada, Adela sostiene que su experiencia habría sido diferente y, en su caso, no precisamente para mejor. Explica: "No me vería dando clase en un privado jamás", porque al pagar "los padres tienen más poder".
Considera, además, que en los centros privados apenas hay alumnado con necesidades específicas. "En el privado no tienes niños que necesiten tu ayuda porque tienen ciertas dificultades".
Frente a ello, Adela defiende con firmeza la escuela pública, donde siente que su labor ha adquirido un verdadero sentido. Valora la posibilidad de tratar con alumnado diverso y vulnerable, y subraya que eso le encantaba "Eso es felicidad, te sientes útil. En el privado no lo tendría".
Por todo ello, Adela cree en una escuela pública que atienda a todos por igual, sin preferencias y capaz de ofrecer oportunidades.