El puente del río Monelos en A Coruña
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El puente del río Monelos en A Coruña
Hay lugares que desaparecen, pero otros simplemente se esconden. El río Monelos ya no cruza la ciudad, pero uno de los antiguos puentes que lo cruzaban aún es testigo de su presencia.
No solo los edificios desaparecen, a veces, también lo hacen los lugares. Y otras, simplemente se esconden, por alguna razón desconocida para quienes los buscan. Lejos de la realidad tangible en torno a la desaparición, cuya explicación suele estar bajo la sombra de la nostalgia, existe una segunda lectura, la que se acerca al realismo mágico, en la que quizás, la idea de un lugar que se esconde sea capaz de desarrollar una narrativa menos dolorosa de integrar en la historia del territorio. Y es que, en ocasiones, la lectura de un lugar desde una mirada libre de objetividad real se convierte en una metáfora de mirada más reveladora y, al final, más auténtica que la original.
“Me dijeron que ya no hay islas desconocidas, y que, incluso habiéndolas, no iban a dejar el sosiego de sus lares y la buena vida de los barcos de línea para meterse en aventuras oceánicas, a la búsqueda de un imposible, como si todavía estuviéramos en el tiempo del mar tenebroso, Y tú qué les respondiste, Que el mar es siempre tenebroso, Y no les hablaste de la isla desconocida, Cómo podría hablarles de una isla desconocida, si no la conozco, Pero tienes la certeza de que existe, Tanta como de que el mar es tenebroso, […] Es una ilusión tuya, también las islas a veces parece que fluctúan sobre las aguas y no es verdad.” - José Saramago, El cuento de la isla desconocida
Si un lugar desaparece es porque lo ha hecho algún elemento esencial capaz de definir un entorno a su alrededor, de la misma manera que, cuando desaparece un edificio el contexto que se ha creado a su alrededor es arrastrado poco a poco por el vacío que ha dejado la memoria de este. El impacto en el recuerdo es mayor cuanto más grande es aquello que desaparece. Si un cauce se seca o una montaña desaparece, el lugar se ve transformado por su ausencia, de manera física, pero también emocional, porque la memoria se transforma con el nuevo paisaje.
Fuente ARG
Cosas ocultas
En A Coruña, el soporte territorial define la morfología urbana de una forma determinante, ya que sobre ella planea la dureza del clima en invierno creando una combinación unívoca para la definición del hábitat. El origen de la ciudad, así como su expansión histórica se ha desarrollado no sólo en función a la topografía, sino también en función a los vientos y las condiciones del mar. La ciudad no puede obviar la presencia del territorio que se hace especialmente presente en los días de lluvia y temporal. Por ello, en A Coruña, la desaparición o modificación de cualquier elemento que forma parte de su soporte crea una profunda transformación en la realidad física y emocional de la experiencia urbana en términos sociales y antropológicos.
En el barrio de A Gaiteira y Monelos existía un río que hoy en día ya no se puede ver. El río Monelos atravesaba varios barrios que, al expandirse la ciudad, fueron consolidándose. El río que los cruzaba interfería en dicha expansión ya que en determinados puntos se desbordaba creando zonas inhabitables temporalmente. El proyecto de canalización del río Monelos tuvo lugar entre los años 1960 y 1986, una horquilla de tiempo holgada ya que dichas obras se realizaron por fases y fueron afectadas por diversos procesos urbanos de transformación. Aunque en algunas zonas aún se puede ver abierto como en Martinete, Pastoriza o Feáns en pequeños fragmentos de su trazado, así como alguno de sus afluentes. Pero en todo su trazado aún existe un recuerdo de su paso por la ciudad: el puente del río Monelos.
Fotografía: Luis Santalla
Un puente de piedra
El puente del río Monelos es un elemento de la memoria urbana de la ciudad, pero también se constituye como pieza arquitectónica singular en términos constructivos y estereotómicos. El puente situado sobre la calle de nombre homónimo sirve de paso a la avenida de Oza (anteriormente avenida General Sanjurjo) que trascurre sobre su tablero. La peculiaridad constructiva de este puente es que la intersección de ambas calles no es ortogonal, lo que motiva una solución geométrica singular al ser ejecutado mediante un sistema compuesto de piezas y no en masa, es decir, un aparejo de piedra.
Fotografía: Luis Santalla
Fuente ARG
La estructura de piedra fue construida en 1896 por el contratista Juan Manuel Fernández según la documentación de la época conservada en el Archivo del Reino de Galicia. En la planimetría original se describe la estereotomía de la piedra, es decir, su sección, así como su disposición geométrica. El sillarejo configura un arco carpanel que no se desarrolla en bóveda de cañón tradicional, es decir su generatriz no es perpendicular a la directriz, sino que esta última es oblicua a la primera debido al encuentro no ortogonal de las calles. El túnel que se genera bajo el puente está compuesto por quince arcos que se van desplazando conforme a la directriz definido por el eje de la calle. Por encima del sillarejo, se dispone una capa de compresión de hormigón para estabilizar el conjunto. Así mismo se desarrolla el despiece de las piedras de ambos frentes del puente, muy reforzados con especial atención a la cimentación de este que sigue una morfología tradicional. Además de los frentes se construyó un pequeño pretil de piedra como barandilla de este.
Fuente ARG
Fotografía: Luis Santalla
El puente es el único recuerdo que se puede encontrar dentro del ámbito urbano del antiguo río. Hubo algunos puentes más como el desaparecido en 1965, pero todos desaparecieron con el soterramiento salvo este, que fue adaptado a todas las transformaciones urbanísticas que se realizaron después, como el parque Europa tras la desaparición de las instalaciones de Campsa o la reorganización de todo el ámbito tras el derribo de la estación del norte y la construcción de la Estación de autobuses o los grandes almacenes. Hoy en día el río sigue siendo objeto de análisis como los llevados a cabo por el Laboratorio de Ingeniería Cartográfica de la Udc, así como de estudio histórico como el documental ‘Esquece Monelos’ de Ángeles Huerta (2017).
Fotografía: Luis Santalla
Probar que aún recordamos
La desaparición de elementos del paisaje o de la arquitectura crean una nueva percepción del lugar y, por tanto, una nueva realidad. El tiempo es el que desdibuja y redibuja las realidades creando una atmósfera de olvido y recuerdo. Pero como apunta la escritora Yoko Ogawa “¿Alguna vez se olvida algo realmente?”. Existe un empeño por la búsqueda de la traza o de la huella del pasado, de tal forma que de ella emerja la explicación del lugar habitado.
“Me pregunto si la pérdida de memoria de ML. tiene algo que ver con el exacerbamiento arbitrario de la mía. Si de algún modo estoy compensando, probándome a mí misma que mi memoria recuerda, recuerda aun cuando yo no quiero recordar” Maryse Condé
Quizás, los pequeños elementos que aún recuerdan a aquello que ya no se ve son solo un intento por probar que aún recordamos, que no hemos olvidado la historia del lugar que habitamos.