La sede de AFundación: una obra de Nicholas Grimshaw en A Coruña

La sede de AFundación: una obra de Nicholas Grimshaw en A Coruña

Ofrecido por:

Conoce Coruña

La sede de AFundación: una obra de Nicholas Grimshaw en A Coruña

El edificio de Afundación es obra del arquitecto británico Nicholas Grimshaw, recientemente fallecido. Controvertido, extemporáneo o contemporáneo, esta obra singular siempre crea una lectura crítica, pero sea como fuere forma parte de la fachada marítima de la ciudad

Puede interesarte: Fallece el arquitecto Nicholas Grimshaw, padre del actual edificio de Afundación en A Coruña

Publicada

En algún momento la imagen comenzó a crear un relato más sólido que las palabras. Quizás aplicando el dicho popular de que una imagen vale más que mil palabras, poco a poco se olvidó la crítica y se admitió un cierto de grado de confusión que se disfrazaba irreflexivamente de vanguardia. En la arquitectura, las obras comenzaron a construir un relato sobre una base teórica frágil, siguiendo únicamente una intuitiva oposición lingüística a lo anterior.

“La confusión contemporánea y el descrédito de la crítica ha conllevado un arriesgado acercamiento de la teoría arquitectónica hacia la mera práctica profesional. Este proceso ha provocado que el peso de las teorizaciones más influyentes se haya desplazado hacia los textos que los mismos arquitectos generan a partir de sus proyectos.” - Josep María Montaner

El arquitecto Peter Einseman había anticipado en su texto ‘El fin de lo clásico’ (1984) lo que él denominaba “el fin de las tres ficciones”: la representación, la razón y la historia que representan al significado, la verdad y la eternidad respectivamente. Su razonamiento, complejo, afirma que el pensamiento clásico de la arquitectura basado en lógicas sencillas había terminado sin alternativa, y que el recorrido del pensamiento a través del siglo XIX con el concepto de zeitgeist (adecuación del presente) y las transformaciones sociales del siglo XX, los planteamientos, debían de ser otros. Y de algún modo, así fue. El post-estructuralismo trajo consigo un conjunto de figuras en el mundo de la arquitectura que dictaron un relato con sus obras y con el texto generado a partir de ellas. Los nombres de estos arquitectos comenzaron a representar cada uno un manierismo integrado de manera desigual en una corriente que se articulaba entre el deconstructivismo y el high-tech. Las obras que creaban el relato eran aquellas de carácter singular y de pretendida monumentalidad, convirtiendo a sus autores en creadores de una nueva forma de comprender la arquitectura, inédita, neoliberal e idealista.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Estrellas, tecnología y efectos secundarios

En las ciudades comienzan a aparecer edificios singulares, notables, cuya autoría es tan relevante como el propio edificio. Desde la perspectiva contemporánea, la mirada sobre estas obras es siempre crítica, basada en una mirada en la que como decía Fischli un Weiss “El equilibrio es más bello al borde del colapso”. Porque apenas unos años después, la ‘star architecture’ que este tipo de edificios construyeron, colapsó. Muchas ciudades cuentan con obras que forman parte de ese relato, iconos del high-tech, del deconstructivismo o de la ausencia de identidad. “La arquitectura de la era de la globalización” como la describe Kenneth Frampton buscaba la relación con la topografía, una nueva morfología, sostenibilidad y reflexiones sobre la materialidad, hábitat y forma cívica, si bien estos principios, como enuncia Frampton se ven transformados por diversos fenómenos que acompañan a la globalización y que él define como “efecto Bilbao” o “efecto Guggenheim”. Obras de célebres arquitectos internacionales que borraron la frontera entre lo local y lo global.

“Lo conocí por mi hermana mayor, la fotógrafa. Vino a Londres para una serie de conferencias en 1967. Era famoso por hablar durante horas sin parar. Una vez dio una especie de maratón de conferencias en la London School of Economics. La gente iba y venía, comía, volvía y él seguía hablando. Era un orador extraordinario y carismático. Vino a ver mi primer proyecto realizado. […]. La obra de Fuller fue enormemente influyente desde todos los ángulos, especialmente desde un punto de vista filosófico. Tenía una profunda convicción sobre el recurso. Solía ​​referirse a las personas como "los que tienen" y "los que no tienen", y su labor vital fue distribuir parte de la riqueza de los que tienen a los que no tienen. Poseía una enorme capacidad para observar el mundo en su conjunto y predijo muchas preocupaciones sobre la conservación de la energía y la sostenibilidad.” Nicholas Grimshaw sobre Buckminster Fuller, entrevistado por Vladimir Belogolovsky.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

En A Coruña, la sede del edificio Afundación, antes Fundación Caixa Galicia, se puede integrar dentro de esta corriente arquitectónica que se extendió desde finales de la década de los ochenta hasta la gran crisis económica de 2008. Este edificio proyectado por el arquitecto recientemente fallecido Nicholas Grimshaw (1939-2025) forma parte de la fachada marítima de A Coruña y desde la perspectiva contemporánea una obra que forma parte de la historia reciente de la arquitectura. Construido en 2005 el edificio se inspira en una enorme ola, pero no solo responde a este concepto, sino que, además representa muchas características propias del momento e investigaciones propias de la trayectoria del arquitecto. Nicholas Grimshaw se formó en la Architectural Association de Londres, una de las escuelas de arquitectura más prestigiosas de Europa, tras un periodo de trabajo en Suecia, desarrolla su tesis doctoral, por la que obtiene un galardón de la SADG. Procedente de una familia de ingenieros civiles especializados en obras hidráulicas, su interés por las estructuras y la construcción siempre estuvo presente. Tras terminar sus estudios trabajó durante quince años con el arquitecto Terry Farrell antes de crear su propia firma en 1980. Entre sus obras destacan el pabellón británico para la Expo’92, la Estación de Waterloo (Londres, 1992) o el interesantísimo Proyecto Edén en Cronwall (Reino Unido, 2001), además de un enorme número de edificios dotacionales y equipamientos singulares muy notables. En 2019 fue galardonado con la medalla de oro del RIBA (Royal Institute of British Architects).

A finales de la década de los noventa, Grimshaw gana el concurso para la construcción de la sede de Caixa Galicia en A Coruña, con un edificio de forma indefinida que podría situarse en Coruña o en cualquier otra ciudad. Esta descontextualización propia de muchos edificios de finales de los noventa y principios de los dos mil, que muestran una imagen ‘ausente de identidad’ término acuñado por arquitectos como el holandés Rem Koolhaas. Sin embargo, la obra muestra gestos de adaptación al lugar, de una manera abstracta, pero con gestos claros: el edificio se parte en dos creando una falsa calle en el centro, y uno de los bloques, reproduce la morfología del tejido existente para integrarse dentro del conjunto y con el edificio adyacente y su estructura en la calle posterior. Manteniendo estos principios, la idea conceptualmente desbordante del edificio se materializa como una gran ola traslúcida dentro de la cual se dispone el programa. Para mantener la alineación de la calle sin renunciar a la forma de la ola, el proyecto incorpora una gran pantalla de vidrio que se ha interpretado, una vez más, como otra reinterpretación esta vez futurista, de la galería coruñesa. La esencia morfológica del edificio contrasta con su funcionalismo, estructura, materialidad y estética.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Construir el mar en movimiento

Partiendo de la escisión del edificio en dos el programa se articula ubicando las salas de exposición en el espacio de proporciones geométricamente más optimizadas, es decir, más próximas a un cuadrado o un rectángulo generoso en planta, mientras que el volumen más estrecho está ocupado por funciones secundarias al servicio de las principales como oficinas o almacenes, así como a zonas de circulación horizontal y vertical. En el centro del vacío central se sitúan las escaleras públicas, un elemento que plantea cierta controversia ya que la ligereza de las escaleras en esta posición se vio alterada al ubicar “dentro de ellas” el recorrido de evacuación de incendios exigido por la normativa. La estructura del edificio no es tan compleja para una obra como esta, pero sí más complicada que las obras adyacentes como el Banco Pastor, la Fundación Barrié o el Cine Avenida. La voluntad de obtener un espacio libre y abierto en el interior provoca que la estructura se desplace a los testeros y se oculte en elementos intermedios.

Además, la cimentación del edificio supuso un desafío, ya que durante el transcurso de las obras aparecieron restos romanos dilatando los tiempos de obra. Su construcción como cimentación estanca provocó pequeñas alteraciones de las aguas subterráneas. La materialidad del edificio responde a una estética dual: por una parte la obra de vanguardia, por otra el fragmento integrado en el tejido urbano. Mientras que el fragmento integrado utiliza una solución constructiva con granito, enlucido pintado y molduras, el resto del edificio busca el contraste radical. Sin embargo, en el primero se limpia de toda ornamentación, eludiendo recercados y la cubierta tradicional, lo que acerca su lenguaje a la vanguardia del otro volumen, creando un equilibrio complicado.

El volumen curvo, se reviste de un conjunto de piezas especiales creando una ‘coraza’ o escamado que simula el movimiento de la ola, y se encuentra en consonancia con otros edificios como el Kursaal (San Sebastián. Rafael Moneo, 1999) o el museo Guggenheim de Bilbao (Frank Gehry, 1997). Alejado sin embargo de la posición exenta y monumental de estos referentes previos, el edificio de Afundación se integra entre las medianeras, pero incorpora la estética de sus contemporáneos y materiales “hi-tech” similares a los que en esos momentos también estaban utilizando otros profesionales como Renzo Piano, Norman Foster o Herzog & de Meuron. Los acabados exteriores en vidrio, se trasladan al interior mediante una materialidad similar pero con matices más tectónicos como el hormigón pulido, el granito el alabastro, la madera de arce, el cuero blanco o el estuco.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Además, la fachada principal se completa con dos gestos que buscan enfatizar la idea de movimiento y su relación con el mar. El edificio no parte del mismo plano que las obras adyacentes, si no que retrasa su acceso creando un pavimento de vidrio y el acceso por una pasarela. Este gesto tiene una doble función, por una parte, permite iluminar los sótanos del edificio, especialmente el vestíbulo de acceso al auditorio, por otra, subraya la idea del mar mediante la transparencia. La pantalla superior de vidrio, pretendía ser no solo una falsa galería, sino también, un plano para proyecciones holográficas que permitiese percibir el edificio al mismo tiempo. El edificio realza su carácter ‘hi-tech’ con los ascensores exteriores de guía inclinada que es visible desde el exterior, lo cual permite percibir cómo son las entrañas de éste.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

“Creo que algún día los edificios podrán desarrollar una piel orgánica transparente, como las alas de una libélula. Pero la estructura permanecería y la piel respiraría, se renovaría infinitamente, cambiaría su opacidad, transparencia y nivel de aislamiento, y se adaptaría a diferentes temperaturas como la piel y el pelaje de un animal. Verán en el futuro que los edificios serán menos como obras de arte y más orgánicos como las plantas.” Nicholas Grimshaw entrevistado por Vladimir Belogolovsky.

Contradicción y ambigüedad

El pensamiento vanguardista de Grimshaw definió conceptualmente el edificio de la Fundación Caixa Galicia, ahora Afundación de Abanca. De imagen extemporánea al tiempo que perteneciente a un presente precrisis y postestructuralista, puede ser percibido como una extraña contradicción o como una obra congelada en su tiempo que debe ser entendida bajo sus propias reglas, al igual que otros edificios coetáneos. Hay obras en las que, al entrar, solo hay que dejarse llevar. Edificios diseñados para crear una experiencia en sí mismos, describiendo un conjunto de parámetros que construyen su propio relato. La percepción contemporánea puede ser pesimista, en palabras del arquitecto Paulo Mendes da Rocha: “Básicamente lo que se proyecta es una nueva ‘geografía’. Éstas no son para mí las cuestiones importantes y no las cuestiones estéticas […] Siempre esperamos que la arquitectura ofrezca edificios extraordinarios que, sin embargo, en realidad no cambian nada en absoluto. Esto no puede tener interés para nadie. Es como si hiciésemos la misma cosa con formas siempre cambiantes”.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Pero el paso del tiempo equilibra la mirada sobre la arquitectura de la ciudad, a través de un mecanismo social de aceptación del propio hábitat similar a ‘la roca de Tergvinder’. Estos edificios permiten desarrollar una nueva mirada, una reflexión y un paso delante de carácter acrítico. Robert Somol en ’12 reasons to get back into shape’ de 2004 proporciona una lectura más optimista: “Más que ofrecer una crítica de este mundo (el comentario de la forma) o una confirmaciónde él (el espectáculo de la masa), la figura-en una genealogía que va de los arquitectones de Malévich a los personajes de tebeo de John Hejduk a partir de diversas mascaradas, pasando por el monumento continuo de Superstudio-se experimenta más bien como la aparición de un mundo alternativo. Los proyectos con figura de OMA no funcionan sólo con la inmediatez gráfica de los logotipos, que generan identidad, sino que también son agujeros en la silueta urbana que enmarcan la ciudad. No los miramos a ellos tanto como miramos a través de ellos o desde ellos.” Observar solo la forma o sus parámetros coyunturales, como indica Somol es fácil, es decir, inmediato, pero el paso del tiempo crea una crítica ambigua, una figura proyectiva que no es fin en sí misma. Contradicción e incertidumbre, pero en cualquier caso una obra que se convierte, al igual que sus edificios vecinos, en testigo de un tiempo.