Una propuesta de Luis Bellido en A Coruña que nunca se construyó

Una propuesta de Luis Bellido en A Coruña que nunca se construyó

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Una propuesta de Luis Bellido en A Coruña que nunca se construyó

El arquitecto Luis Bellido construyó numerosas obras icónicas en Madrid y Asturias. En A Coruña desarrolló una propuesta para un edificio que incluiría el Archivo Regional de Galicia, una Biblioteca Provincial y la Escuela Normal de Maestras. Aunque nunca llegaría a construirse, es un ejemplo de arquitectura estilo Beaux Arts en la ciudad

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Hay momentos de la vida en los que el cansancio abate progresivamente la mirada. Desde un punto de vista diletante, extemporáneo de las conversaciones cotidianas, la caída lenta e inevitable del encuadre con el que se mira el mundo establece el prólogo de un cambio. El montador de cine Walter Murch explicaba que el corte cinematográfico se parecía más a un movimiento rápido de los ojos que a un parpadeo como parecería inmediato. Y es que quizás, con la mirada sea posible construir la narrativa de la vida, una historia controlada a partir de los gestos, de la decisión voluntaria o involuntaria sobre cómo mirar. Así el cansancio se transforma en, tan solo, un elemento transitorio capaz de construir algo nuevo o de demoler lo obsoleto, un mecanismo de organización en el que cerrar los ojos solo significa comenzar un nuevo relato.

“No me anima un sentimentalismo nostálgico del pasado, una contemplación retrógrada que transfigure las épocas turbulentas. No, tras mi asco y mi cansancio se esconde una idea muy antigua y muy fundada, la de que no hay nada más importante para una época que su estilo” Hermann Broch

Los proyectos de arquitectura utilizan el cansancio como herramienta. El proceso de creación de una obra de arquitectura requiere el agotamiento como mecanismo de exploración para enfocar las ideas. Y es que las ideas a veces se esconden de forma profunda bajo las pretensiones, los prejuicios o las imágenes. En esta labor se produce un proceso de búsqueda que agota las posibilidades buscando extraer de la banalización un par de palabras o tres capaces de definir el proyecto, es decir, la idea. Al trabajarla nacen los conceptos que la apoyan, que sirven de cuerpo a un planteamiento inicialmente abstracto. Por eso, bajar la mirada hasta cerrar los ojos fruto de un cansancio extenuante es, en arquitectura, el modo de exploración de las ideas. Como en cualquier materia creativa, existe placer en su proceso, un placer que al ser observado con cuidado muestra profundas vetas de dolor, incluso de agonía devastadora. Cerrar los ojos y mirar de nuevo es intrínseco a la arquitectura, y quizás sea eso lo que hace que experimentar el espacio de un edificio componga una narrativa secuencial. Las miradas del visitante se cruzan con las del arquitecto durante unas milésimas de segundo cuando el primero percibe la atmósfera de un edificio. Es en ese pequeño instante que la arquitectura se pasa a ser propiedad inmaterial del ser humano.

Pero, algo diferente ocurre en este proceso cuando los proyectos son solo eso, proyectos. El cruce de miradas no llegará a suceder. Lo que resultaba gratificante de un pretendido instante de emoción es percibido desde un punto de vista analítico como una muerte prematura, pero esta no es la mirada del arquitecto diletante. Frente al primer sentimiento de frustración ante la obra detenida, aparece un falso estoicismo que en realidad no es otra cosa que un volcado de la tristeza ante la imposibilidad construir la obra en un proceso de mayor escala: la investigación personal, es decir, el proceso creativo vinculado al pensamiento propio y a la biografía profesional. Los proyectos no construidos se transforman en ejercicios que permiten un análisis didáctico. No se trata de un reciclaje oportunista, sino de un cambio de perspectiva, desde el juicio externo al personal. El trabajo creativo no es posible sin un monólogo interior nutrido de criterio, cultura, experiencias e inteligencia, en definitiva, la construcción de una biblioteca personal interminable y sin más criterio de orden que el que nace la organicidad de un pensamiento ágil. A partir de él, comienza la experimentación, la repetición y la ansiedad del proceso en el que de nuevo el cansancio que mueve la mirada es necesario no solo para una propuesta concreta sino para conseguir que esa enorme biblioteca que esconde la mente del arquitecto funcione de la manera adecuada. Solo agotando las ideas es posible enfocar la mirada con la perspectiva adecuada. 

La ciudad Escolar de A Coruña 1954 via flickr

La ciudad Escolar de A Coruña 1954 via flickr

Es difícil cuantificar comparativamente cuántos proyectos se han construido frente a los que no. Hoy en día es fácil inferir que son más número aquellos que no se construyeron, especialmente en obra de promoción pública donde existen muchas propuestas de concurso, en las que solo una resulta ganadora. Otras veces, las propuestas se afinan progresivamente hasta transformarse en algo completamente diferente. Pero en muchas ocasiones, aquellas que no se construyen presentaban el grado de desarrollo necesario para llevarse a cabo. En la biografía profesional de los arquitectos y arquitectas consolidadas existe un conjunto de proyectos no-construidos o ‘proyectos muertos’ como los denominaba José Antonio Corrales quien, además solía almacenarlos en una estantería alta donde resultaban inaccesibles, aunque siempre visibles. Desde el punto de vista del profesional estos constituyen investigación y trabajo en ese profundo proceso creativo, pero desde un análisis externo, permiten comprender una trayectoria. 

La Escuela Normal de Luis Bellido

En A Coruña, como en muchas otras ciudades, hay numerosas propuestas no construidas. Algunas de ellas son memorables o popularmente conocidas, aspecto que de alguna manera las materializa ya que forman parte del imaginario colectivo casi con la misma intensidad que aquellas que desaparecieron. Pero hay otras que nunca fueron, aquellas cuyos trazos se desvanecieron arrumbándolas en un archivo. 

“Tal como el agua, el gas o la corriente eléctrica vienen de lejos a nuestras casas para atender nuestras necesidades con un esfuerzo casi nulo, así nos alimentaremos de imágenes visuales o auditivas que nazcan y se desvanezcan al menor gesto, casi un signo” Paul Valéry

Alzado de la Propuesta via RAG

Alzado de la Propuesta via RAG

Los proyectos no construidos son el resultado de un trabajo profundo, no se constituyen como imágenes puntuales capaces de desvanecerse solo con olvidarlas. Su existencia, desde un análisis desposeído de nostalgia, promueve el análisis crítico de la ciudad y su construcción. La ciudad escolar de A Coruña fue un desarrollo urbano en el que se produjo una profunda reflexión sobre el futuro de la ciudad y, en la cual, algunos proyectos nunca se construyeron. Una de esas propuestas fue la Escuela Normal de Maestras de Luis Bellido. En el año 1869 se produce la solicitud para la creación de una escuela de derecho especial en la ciudad, y si bien no será hasta 1916 que se tiene en cuenta dicha propuesta.

Pero esta solicitud desencadena un debate público y político sobre la necesidad de planes de mejora que favorezcan el progreso de la ciudad, centrando su mirada en la educación. La iniciativa a cargo del alcalde Manuel Casás llega al Presidente del Consejo de Ministros, pero no será hasta dos décadas más tarde (1934) que se definirá el emplazamiento definitivo para una escuela de magisterio. La primera solicitud impulsa la intervención ciudadana, y en 1896, pocas décadas después de esa primera acción, se proyecta la construcción de un Palacio de Instrucción Pública en el cual se incluiría el Archivo Regional de Galicia, una Biblioteca Provincial y la Escuela Normal de Maestras. La propuesta recae en 1898 en el arquitecto Luis Bellido. Luis Bellido (Logroño 1869, Madrid 1955) fue un arquitecto español que desarrolló su obra entre Asturias y Madrid, destacando el edificio del Matadero y Mercado de Ganados (Madrid, 1910), los Almacenes Simeón (1901-1906), el Banco de Gijón (1902-1906), la casa de Alberto Aguilera, actual Casa de México (1920),  o la Casa de los Lujanes (1910-1912). Su experiencia y su estilo ecléctico aunque fundamentalmente con lenguaje Beaux Arts. 

Alzado de la Propuesta via RAG

Alzado de la Propuesta via RAG

Bellido realiza una propuesta para este nuevo edificio que, en el momento en el cual se plantea, aún no tiene emplazamiento definido. Su proyecto es un bloque de geometría sencilla con una envolvente de le guaje Beaux Arts capaz de encajar en cualquier lugar. El edificio, de forma prismática se organiza en torno a tres patios y una estricta organización simétrica. El orden del edificio es rígido y fundamentado, algo propio de aquellas obras de las cuales se desconoce su futuro. Ante la incertidumbre impera el orden geométrico que en realidad abre el camino para la flexibilidad funcional y adaptativa. En la planta de la propuesta el arquitecto especifica de forma minuciosa la aplicación del programa. Esta organización tiene su reflejo en la estricta envolvente, en la que Bellido despliega su repertorio Beaux Arts de forma espléndida y organizada para crear una fachada de aspecto clásico y serio. La composición de la imagen del edificio se basa en la jerarquía, mediante la creación del un zócalo de apariencia pétrea, con falsos sillares, de la que emerge el cuerpo. La simetría de la planta se mantiene en la fachada singularizando el centro y los extremos, mediante resaltes, aunque estos no se destaquen por su altura. Las cubiertas del edificio son singulares, afrancesadas, siguiendo el lenguaje beauxartiano, con cúpulas rebajadas en los extremos. El nuevo edificio nunca llega a construirse porque el retraso en la elección del solar a ceder al Estado en el que realizar la propuesta por parte del ayuntamiento impidió que el proyecto se llevase a cabo. 

Hay cosas que no van a ninguna parte

La arquitectura contiene dentro de sí horas y horas de ideas que se han trabajado hasta el agotamiento. Algunas de ellas como decía el personaje interpretado por Toni Servillo en la Gran Belleza “son buenas las congas que hacemos en nuestras fiestas. Son buenas porque no van a ninguna parte”.  Y es que algunas ideas, no van a ninguna parte. Pero todas pasan a formar parte de un pensamiento colectivo, aunque no exista una mirada que las evalúe de manera física. 

"El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores" Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

El problema de los proyectos no construidos es que son incomparables con otros, porque nunca pudieron ser paseados, tocados, experimentados. La idea que los construyó sufrió la extenuación y se desvaneció dejando únicamente un conjunto de dibujos que permiten comprender aquello que pudo ser. A veces, los dibujos solo son caminos de pasos lentos y cansados de un arquitecto que quiso construir un pequeño fragmento de ciudad.