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#Escapadas A Guarda, el pueblo fronterizo donde el Miño busca al mar

Esta pequeña localidad costera del sur de Pontevedra alberga uno de los castros más importantes de Galicia, que este fin de semana será testigo de una de sus celebraciones más emblemáticas: la Subida ao Monte
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A Guarda, fontera con Portugal

En nuestro recorrido por las localidades costeras de Galicia y sus fiestas más representativas le toca el turno a la villa marinera más meridional de la provincia de Pontevedra. Haciendo de frontera entre España y Portugal, A Guarda destaca por su especial enclave como puerta de entrada a la desembocadura del río Miño. El estuario es de gran valor ecológico y zona de protección de aves, no en vano sus humedales son considerados como el "Doñana gallego".

La cercanía de la villa con Portugal nos permite cruzar al país vecino en sólo unos minutos: el transbordador une A Guarda con Caminha y sale del embarcadero de O Pasaxe, en Camposancos. 

Paseando por A Guarda

Como en cualquier villa pesquera gallega, lo más característico de A Guarda lo encontramos en su puerto y su paseo marítimo, donde llaman la atención las coloridas fachadas de las casas y el ambiente que se vive en sus terrazas y restaurantes. 

Puerto de A Guarda

El Monumento ao Mariñeiro, merecido homenaje a la gente del mar, la lonja y las típicas casetas de pescadores son algunas de las cosas que no debemos perdernos en nuestro paseo por una de las zonas más turísticas pero a la vez más auténticas del pueblo. 

Seguimos citando al mar, verdadero protagonista de la historia de A Guarda y fuente de sustento, y para conocer mejor la tradición pesquera nos dirigimos al Museo do Mar, ubicado en la réplica de una antigua atalaya al final del paseo marítimo, donde podemos ver una interesante muestra de objetos de pesca y una curiosa colección de conchas. 

Y como todo pueblo marinero, A Guarda dispone de varias iglesias donde rezar por la salida de sus barcos al mar y su pronto regreso. Entre ellas destaca la Iglesia de Santa María, románica del siglo XII, con varias piezas barrocas de importancia en su interior y la Iglesia del Monasterio de las Benedictinas. El Monasterio, antigo hogar monacal, es hoy un hotel-monumento y también un restaurante. 

(Foto 3. Casa Indiana)

Casa Indiana

Otras visitas reseñables son las Casas Indianas, construidas a finales del siglo XIX por los emigrantes guardeses que viajaron a América y volvieron con dinero y también con la idea de implantar un nuevo modelo arquitectónico que no prosperó. 

Para finalizar este paseo virtual por A Guarda nos dirigimos a la Praza do Reló (con el Ayuntamiento, la Casa dos Alonso y la medieval Torre do Reló ) y al Castillo de Santa Cruz, antigua fortaleza de cara al Miño, situado en el punto más alto del pueblo. 

¿Playa o río?

La singular ubicación de A Guarda, en el extremo más meridional de la provincia pontevedresa junto al estuario de un río, nos permite disfrutar a la vez de playas marítimas bañadas por el Atlántico y también de playas fluviales en pleno Miño.

Praia do Fedorento

Area Grande, Camposancos, Fedorento, O Carreiro, y las fluviales O Codesal, A Armona y A Lamiña, con áreas recreativas y zonas de sombra, son ideales para pasar un día de sol y playa en un entorno único. 

Un monte sagrado que custodia un castro

Pero si hay una visita que anotar como imprescindible en nuestro viaje a A Guarda es el Monte de Santa Trega y su castro

Este castro galaico fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional y también Bien de Interés Cultural. Según los datos arqueológicos, el castro tuvo una ocupación continua entre los siglos I A.C. y el I D.C. y a partir de ese momento comenzó un lento proceso de abandono. 

Castro de Santa Tegra

La historia del Monte Santa Trega daría para un capítulo aparte porque además de las construcciones circulares propias del castro también hay un museo, dos Vía Crucis de los siglos XVII y XX y la Ermita de Santa Trega. 

No hay que olvidar la importancia de los petroglifos que se encuentran en el monte, que no tienen relación alguna con el castro ya que proceden de una sociedad que se desarrolló 2000 años antes, en la etapa final del Neolítico gallego.

Además de su importancia histórica y arqueológica, la ubicación del castro lo convierte en un perfecto mirador para observar la desembocadura del Miño y obtener las mejores panorámicas hacia Portugal. Sin duda sus antiguos pobladores no sólo disfrutaban de la defensa que les proporcionaba vivir en las alturas, si no también de unas vistas privilegiadas.

Festas do Monte 2019

En A Guarda se celebran distintas fiestas durante todo el año, muchas de ellas relacionadas con la gastronomía y por supuesto con el mar, entre las que destacan la Festa da Langosta, la Festa do Peixe Espada (ejemplar protagonista de la pesca en la zona) o la Festa da Rosca de Yema. 

Pero sin duda la celebración más relevante es la que tiene lugar estos días, del 5 al 12 de agosto: a Festa do Monte, catalogada de Interés Turístico de Galicia. A la localidad pontevedresa le espera una semana llena de actividades culturales, deportivas, de ocio y tiempo libre a consultar en https://www.turismoaguarda.es/

Festas do Monte 2019

Además de distintas verbenas, torneos de fútbol, ajedrez o petanca, en la mañana del sábado tendrá lugar el Desfile Folclórico Tradicional y de Bandas Mariñeiras, un evento que congrega a miles de personas entre la Alameda de A Guarda y el Puerto. 

El domingo es el día grande, con la famosa Subida ao Monte. El Monte Santa Trega será escenario de cómo las Bandas Mariñeiras realizan sus juramentos, todo ello seguido de una gran comida popular y la posterior "desfeita": la despedida a lo grande de las fiestas. 

Llama la atención cómo un espacio patrimonial protegido como Santa Trega es el marco de celebración de esta fiesta popular, pero lo cierto es que las medidas de seguridad son importantes y está prohibido transitar por la zona arqueológica para no dañar las estructuras del castro. 

Al fin y al cabo, tanto el monte como el castro deben ser cuidados con esmero, pues son uno de los símbolos de esta localidad costera fronteriza que vive entre dos aguas: el Atlántico y el Miño. 

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