Así celebró A Coruña la noche más esperada de San Juan tras dos años de pandemia
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- Un 11% menos de basura que en 2019 en la noche de San Juan de A Coruña
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La pasada noche, A Coruña se conjuró no solo para alejar los malos espíritus alrededor del fuego de las hogueras de San Juan, sino también para celebrar la noche más corta del año y la más esperada tras dos años de pandemia.
El ambiente en la playa del Orzán en las primeras horas de la tarde era la prueba de lo que estaba por llegar. Las sardinas clásicas y los puestos por las calles del centro comenzaron a funcionar, con los puestos abarrotados para repartir comida y bebida que daban el pistoletazo de salida a la gran celebración, con la calle San Juan como punto neurálgico.
Una hora estaba señalada en rojo: las 19:00 horas, cuando el Concello comenzó a repartir las 120 toneladas de madera para las hogueras de las playas de Riazor, Orzán y Matadero. Un total de 718 peticiones de hogueras, cifra récord, casi el doble de lo habitual, prometía que la fiesta estaría no solo en los arenales, sino también en los barrios de A Coruña.
Todavía quedaban horas para las doce de la noche, pero la fiesta en las playas, con ambientación musical incluida, iba en aumento.
La actuación de Los Mecánicos en el Paseo Marítimo fue la antesala de la quema de la falla, llevada a cabo por los jugadores del Hockey Club Liceo y la alcaldesa, Inés Rey, un fuego al que siguieron los espectaculares fuegos artificiales que iluminaron el cielo de A Coruña.
La fiesta continuó en la arena, ahora ya sí al calor de las hogueras que contrarrestaron un día nublado. La instantánea desde el paseo era la ya conocida y recuperada este año, la de cientos de puntos de luz extendidos por los arenales y miles de personas disfrutando del regreso con fuerza de la noche de San Juan coruñesa.
Incluso, hubo quien decidió que la música de Miss Cafeina no era suficiente y montó su propia mesa de Dj en medio de la playa del Orzán, para animar, más si cabe, a todos los presentes.
Las hogueras se fueron apagando y la celebración se trasladó a las calles de la ciudad; en los arenales, los restos de la fiesta se quedaron grabados en la arena, a pesar de que algunos no dudaron en invertir un tiempo en recoger los innumerables desperdicios que, a primera hora de la mañana, dejaban huella de una noche que, dos años después, volvió a ser inolvidable.
