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Taller Viola: Lámparas con flores naturales para darles luz a los hogares de Galicia

Carolina Cabrero disfruta estando en contacto con las materias que trabaja, por lo que planta, recolecta y seca las flores que usa para crear a través de un delicado proceso pantallas únicas y al gusto del cliente
Carolina Cabrero y varias de las lámparas que elaboró para Taller Viola.
Cedidas
Carolina Cabrero y varias de las lámparas que elaboró para Taller Viola.
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Una flor, el pensamiento, da nombre al proyecto en el que Carolina Cabrero pone todo su empeño y en el que la naturaleza juega un papel fundamental. Taller Viola nació hace una veintena de años para llevar luz desde Oza-Cesuras (A Coruña) a los hogares de aquellas personas que apuestan por la artesanía y el arte.

La casualidad llevó a Cabrero no solo al municipio coruñés sino también a iniciar esta aventura tras vivir en Francia, donde trabajó con flores en una comunidad rural en la que elaboraba postales y marcadores. La artesana viajó a Galicia en 1995 y siguió con la creación de estos elementos, aunque poco después comenzó a hacer cuadros hasta enamorarse de la belleza del momento en el que la luz pasa a través de la flor.

Taller Viola durante una feria de artesanía (Cedida).

La artesana comenzó a investigar cómo colocar las flores en lámparas y en el 2000 inscribió su taller como artesanal en la Xunta de Galicia. Más de 20 años después, el proyecto sigue adelante y viaja por diferentes ferias gracias a su creadora, que acerca la luz y el arte a los consumidores a través de una iniciativa en la que lo natural y el contacto con el cliente es fundamental. "Siempre me gustó la artesanía, para mí es un modo de vida. Es el trabajo lento, completo, desde el principio. Me gusta todo el desarrollo de la artesanía, que sea yo la que esté en contacto directo con las materias que trabajo", explica Cabrero, que no tiene ninguna máquina en su taller.

Flores naturales

Los materiales utilizados para elaborar estas lámparas tan especiales son fundamentalmente las plantas y el pergamino. Cabrera vive desde hace 14 años en el campo y tiene su obrador en Oza-Cesuras, lo que le permite cultivar y recolectar las flores que necesita. "El recogido de la flor parece muy sencillo, pero el secado y prensado lleva muchísimo tiempo y hay que hacerlo en unos momentos concretos de la flor. No siempre florecen al mismo tiempo y tenerlas cerca lo hace más fácil", explica la artesana.

Detalles de la decoración con plantas de Taller Viola (Cedida).

No todas las flores se dejan secar bien, como las que son muy gruesas o duras, y no todas conservan su tonalidad original. "Trabajo con el color natural que se queda una vez se ha secado, no doy ningún tratamiento químico. Algunas se secan muy bien con el color muy bonito pero luego, una vez las sacas de la prensa y las expones a la luz, lo pierden enseguida. Intento utilizar flores que conservan los colores muy intensos durante mucho tiempo", explica Cabrera, que aclara que la luz de la lámpara no perjudica a este material natural, pero sí la solar.

El color original de las plantas, sin embargo, no se conserva en todos los casos. La artesana deja que algunas de ellas pierdan las tonalidades porque le gusta más el resultado que dan una vez colocadas en el producto. Y es que, según explica Cabrera, la silueta de la flor es fundamental en este tipo de trabajos. "Una vez enciendes la lámpara, lo que resalta son las siluetas. Hay veces que hay siluetas muy bonitas que no necesitan un colorido especial", indica la artesana. Esto permite que la lámpara pueda utilizarse durante muchos años, ya que el resultado final se mantiene con el paso del tiempo.

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El arce japonés (Acer palmatum), el ginkgo y la hoja del geranio silvestre proporcionan los colores más otoñales en la decoración "sutil" de estas lámparas artesanales. "Suele ser una base de espárrago o miosotis, que son hierbas finitas, y luego una decoración más intensa que son las hojas. En flores utilizo mucho la crocosmia, que es de un color naranja, la oxalis que uso por el amarillo y las lobelias y la espuela de caballero (Delphinium elatum), que son azules", enumera la responsable de Taller Viola.

Trabajar con flores es un proceso delicado. Gran cantidad de las plantas que se secan para su utilización a lo largo del año se tira porque no quedan debidamente estiradas o se rompen. La conservación de la planta es, además, especialmente complicada en Galicia debido a la humedad. "Lo más bonito es trabajar con algo natural, la sensación de trabajar con las flores", explica por contra la artesana.

Lámparas para todos los gustos

Todas las casas tienen numerosas lámparas: de sobremesa, de techo, de suelo o apliques de pared. La oferta de Taller Viola cubre todas estas necesidades con productos únicos: no hay dos iguales, ya que el diseño se personaliza al gusto del cliente. "En las ferias veo lo que necesita el cliente y voy adaptando el producto a lo que me va pidiendo", explica Cabrero.

Así, las personas que adquieran una lámpara en Taller Viola pueden elegir no solo el modelo sino las flores que más les gustan y el modo de distribuirlas. La artesana se adapta a las peticiones de sus clientes, aunque reconoce que aquello que hace tiene que llenarla. Las piezas que ella no elabora, como los pies de las lámparas, se las adquiere a otros artesanos.

El material con el que Cabrera realiza la estructura de las lámparas es un material especial que imita al pergamino y que hace que el producto no se deforme ni se queme. Las flores se colocan conforme al diseño elegido sobre este componente y se cubren, usando pincel y cola, con una capa de papel muy fina. "Parece que va colocada encima del pergamino porque el papel no se ve, pero así se puede limpiar con un trapo o con un plumero y la flor no se despega con el tiempo", aclara la responsable de Taller Viola.

Cabrera termina una de las lámparas de Taller Viola (Cedida).

"Yo no empiezo una lámpara y la termino el mismo día", explica Cabrera. El proceso de elaboración comienza con la recolección y secado de las flores y termina cuando la pieza es entregada al cliente, pero en medio está el diseño, el encolado, el trato con el cliente... Todo esto depende, además, de que el proceso salga bien. "Mi trabajo es muy delicado. Por ejemplo, no puedo abrir las ventanas cuando encolo para que no queden cositas encima de la lámpara. Esto se ve al final, cuando descubres que se te ha estropeado el trabajo", indica la artesana.

El valor de lo artesano

Cabrero se muestra convencida de que la sociedad valora la artesanía. "Mi manera de vivir no es enriquecerme de la artesanía. Si se quiere vivir de la artesanía, no se necesita llegar a muchísima gente. Mi manera de trabajar no permite tener muchísimos clientes, porque no me da el tiempo para hacerlo", explica la responsable de la marca. Decir que un producto es artesanal, añade Cabrera, revaloriza el valor del objeto, aunque reconoce que la gente está acostumbrada a los precios industriales, mucho más bajos de los que puede ofrecer un artesano.

"Hay tanta variedad de clientes como de flores", indica Cabrero sobre los gustos de los compradores, que tras el inicio de la pandemia apuestan más por el color. Las personas interesadas en conocer más de cerca el trabajo de esta artesana o en adquirir una de sus lámparas pueden encontrarla en las ferias de artesanía o contactar con ella a través de las redes sociales o el número 618870583.

Las pantallas se venden sueltas en los modelos clásicos o como lámpara completa con pies que proporciona el taller. El cliente puede personalizar su producto y, para hacerse una idea, Cabrero dispone de varios modelos que pueden verse en el catálogo del WhatsApp, la página web y las redes sociales de Taller Viola. La entrega de estos productos personalizados que permiten llevar un trozo de naturaleza a casa para darle luz se realiza en persona o mediante un envío postal. "Cuando nos rodeamos de cosas especiales, nuestra vida termina siendo especial", concluye Cabrera.

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