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#Talento15000 Gato Studio: 40 gatos haciendo videojuegos

Sergio Prieto tenía una idea y la persiguió hasta lograrla. Ya son 40 gatos en Gato Salvaje, la mayor empresa de videojuegos de Galicia
Javi y Sergio en la sede de Gato Salvaje
Javi y Sergio en la sede de Gato Salvaje
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Sergio Prieto tenía una idea y la persiguió hasta lograrla. El dueño del mayor estudio de videojuegos de Galicia nos recibe en su casa -Gato Salvaje- y nos cuenta cómo de cuatro gatos pasaron a 40, a exportar sus creaciones a un centenar de países y a acabar consultando historiadores para su nuevo videojuego, The Waylanders, que verá la luz en 2020.

“Programar es un lenguaje, es como aprender inglés”, nos dice tranquilamente Sergio Prieto. Así lo ve este emprendedor de 34 años, que abandonó la carrera de ADE para empezar a formarse en lo que de verdad le interesaba y de lo que, por entonces, no había demasiada especialización. Los videojuegos. Estamos en una sentados en una pequeña habitación, casi como de interrogatorio, en el vivero de empresas ACCEDE, en Papagaio. Fuera, la plantilla de 40 personas de Gato Salvaje, la mayor empresa de videojuegos de Galicia, trabajan para tener a punto el que será el quinto juego del estudio en menos de 10 años. Ni tan mal.

El logo de Gato Salvaje

Aunque claro, lo que hace ahora en su empresa no tiene que ver con aquellos tiempos en los que programaba webs mientras cursaba los dos masteres que irían tejiendo los mimbres y el contenido teórico de lo que siempre fue su idea. El primero, de Comunicación Digital, cursado en 2006 y dónde conoció a Javier Vara, su otra pata en el estudio, y el de  Animación en 3D, el MA ISCA, impartido por la unidad de Animación y Tecnologías Audiovisuales de la Universidad de las Islas Baleares. Allí se fueron ambos para saber más de lo suyo y allí también se juntaron con los otros dos socios iniciales del estudio, que hoy en día ya no están y han sido sustituidos por el padre y el hermano de Sergio.

“En el primer juego, AR-K, éramos solo tres. Es del género aventura gráfica, que cuenta una historia y tienes que resolver puzles, tomar decisiones… Nos permitía poca programación y muchos visuales”, nos cuenta de sus inicios. Este juego, “creado por cuatro gatos en ocho meses de trabajo” vendió 80.000 copias en 128 países. La aventura gráfica va por el cuarto capítulo -cada uno de ellos funciona como un juego independiente- y el tercero les dio la alegría de coronarse como el mejor videojuego español de 2015.

Javi y Sergio en el centro ACCEDE Papagaio

Desde arquitectos a programadores de IA

Tras el premio, llegaron las ofertas y la posibilidad de mover la empresa a otro país. Pese a que en España “no se puede decir que haya una industria de videojuegos, no hay fuerza suficiente, y en Galicia menos”, o puede que precisamente por eso, decidieron quedarse, apostar por crear esa industria y, ya de paso, centrar la historia de su siguiente historia, The Waylanders, en una revisión mágica del Camino de Santiago, con saltos en el tiempo incluidos.  

“Decidimos quedarnos y para eso teníamos que hacer que el sector creciese. Apostamos por la formación y hablamos con el Ayuntamiento para montar cursos gratuitos”, nos cuenta Sergio. Muchos de los asistentes de esos cursos, de variedad de edades y de formaciones -desde un teleco a un escultor- , son ahora empleados de Gato Salvaje. Sergio cree firmemente en la reconversión, tal y como la ha vivido él, en un sector de va a la velocidad de la luz y en la que, aún hoy, no hay una formación reglada como tal. “Muchas veces, alguien ya asentado de 41 años que decide formarse para trabajar en algo está mucho más centrado que uno de veitipoco recién salido de la carrera”.

Profesionales de diversas ramas han reorientado su carrera hacia los videojuegos

En su plantilla, encontrarás desde un teleco especialista en crear suaves follajes y demás entornos vegetales o una arquitecta que diseña realistas caminos transitables, pueblos enteros y edificios que, estos si, nunca van a caerse. También, animadores “de moñecos”, como el propio Sergio aunque ahora ejerza menos esa función, programadores de Inteligencia Artificial, expertos en iluminación o, para este proyecto en marcha que verá la luz en 2020, la colaboración externa de dos repuntados guionistas estadounidenses de videojuegos y de una tercera guionista especializada en relaciones personales. Amoríos, sentimientos y esas cosas.

El secreto de un buen videojuego

“Un juego como el nuestro dura 40 horas. Tienes que tener opciones de romances, de relaciones cercanas”, nos cuenta de su historia, que diseñan con cuidado y mimo, hasta el último detalle. “Tienes que conseguir que el espectador tenga pocos caminos que escoger pero que parezcan muchos. Entonces lo has conseguido”, nos resume Sergio sobre el arte de enganchar en un juego. “Intentas llamar su atención con algo, con una montaña bien clara al fondo con algo brillante encima….(se ríe). Todo acompaña, la música, la luz, todo”. La historia también, por supuesto.

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The Waylanders, asegura, se les ocurrió mientras paseaban por las Fragas do Eume, en una época en la que estaba jugando una de esas largas partidas de rol. Se dijeron, ¿por qué no situarlo aquí? Paisajes, leyendas, mitos que mezclan paganismo, el mundo celta y la religión le dieron un buen cóctel para empezar completado con una docena de personajes principales varios de los cuales te acompañarán en tu aventura, a modo de Comunidad del Anillo. El objetivo, vencer una magia oscura que amenaza el Camino de Santiago a través de la historia antigua. Porque si, vas a matar cosas, pero también podrás viajar en el tiempo y constatar de primera mano cómo sociedades como la celta era en aspectos como la libertad sexual o el papel de la mujer, mucho más avanzada que la medieval, unos 1.400 años después. La historia demuestra, afirma Sergio, que es posible retroceder.

Vídeo de presentación de The Waylanders

La dicotomía entre magia y religión, las diferencias entre las sociedades celta y medieval, o el impacto de la información y la comunicación en el poder, de todo esto también hablan Sergio y su equipo en su nuevo juego. “Es una historia fantástica, pero he intentado jugar con las cosas que me eran interesantes encima de la mesa”, nos confiesa este contador historias, que escribe desde los seis años pero que no conserva sus escritos demasiado tiempo. A menos que terminen convertidos en videojuegos, claro.                    

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