La salud mental no es algo que podamos dejar fuera de la oficina
¿Sueles conducir tu coche cuando tienes el depósito de gasolina casi vacío? Y si lo haces, ¿cuántas veces te ha fallado, por ejemplo, al arrancar cuesta arriba?
La teoría detrás de este fenómeno es muy sencilla: forzar un motor a trabajar con poco combustible genera mayor desgaste y aumenta las probabilidades de que nos dé fallos en distintos sistemas.
Si lo pasamos a un plano más humano, lo mismo ocurre si hablamos de nuestra salud mental. Tendemos a forzar la máquina. A no repostar a menudo. A mirar para otro lado mientras nos quedamos en la reserva.
Dicen que la salud mental es la próxima pandemia, y el estrés, uno de los asesinos del siglo XXI. Pero, ¿hasta qué punto esto es así?
Una definición difícil de cumplir
A los humanos nos encanta clasificar las cosas. Ponerles nombre, ordenarlas en cajitas… Y es que a nuestro cerebro no le gusta nada la incertidumbre por lo que intenta , a veces con éxito nulo, ponerle nombre a todo para tener las ideas colocadas.
“Esto está bien, esto está mal”
“Esto que me pasa es normal, esto que te pasa no es normal”
Y se queda tan tranquilo.
El problema es que tenemos una idea equivocada de base sobre qué significa la salud mental. Pensamos solamente en diagnósticos de depresión, esquizofrenia, bipolaridad… y cerramos los ojos fuerte deseando no estar nunca “de ese lado de la línea de la normalidad”. Como si el tema no fuese con nosotros.
Y nos equivocamos.
Porque después llegamos a la oficina y sentimos que nos cuesta concentrarnos y producir. Nos proponen planes sociales y sentimos que “no nos apetece”, estamos apáticos. Intentamos negarlo con fuerza pero el mundo nos afecta, nos genera malestar bastante a menudo. Pero, ¿por qué?
Dice la OMS, que la salud mental es un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad.
Y yo te pregunto ¿cuántas veces hemos incumplido alguna parte de esta definición en los últimos meses o años?
La mochila no se queda fuera de la oficina
Por ahora todo apunta a que los seres humanos no somos robots.
Un problema familiar puede hacer que mi relación con los compañeros sea tirante.
La tristeza puede sabotear mi capacidad para innovar.
El estrés, devorará tu capacidad de organización y planificación.
La ansiedad se come tu atención.
Y viceversa. Unas malas condiciones laborales pueden ser un disparador de muchos trastornos. Una falta de feedback y comunicación disminuirá tu satisfacción laboral, pero también impactará en tu calidad de vida.
La mochila de las cosas que nos suceden no se queda fuera de la oficina, y nos la traemos de vuelta a casa todos los días.
Desde que hemos empezado a trabajar en Mentiness, empresa que aúna people analytics y salud mental en la organización, escuchamos muchas veces frases como “por qué deberíamos preguntar sobre temas emocionales” o “por qué habría que trabajar con psicólogos si el trabajo es una cosa y lo personal, otra”
En cambio, jamás he escuchado a nadie rebatir lo importante que es tener una silla o una mesa que no haga que te partas la espalda, las condiciones de luz y temperatura en la oficina o llevar casco si trabajas en una obra.
Porque estamos concienciados. Porque sabemos que si no llevamos casco, si tenemos mala postura, si trabajamos a oscuras… tendremos consecuencias.
Si no le presto atención, no existe
Una premisa básica en la neuropsicología es que “si una persona no puede prestar atención a un elemento, este desaparece de su realidad”
Por eso el primer paso para cambiar algo es prestarle atención, identificar que existe un problema. Y si está demostrado que la salud mental, como parte de la salud de la persona, es un factor clave en aspectos como la motivación, la productividad o el compromiso, ¿entonces por qué no empezamos a explorar en qué punto estamos al respecto?
Es curioso cómo llevamos décadas midiendo todos los datos relacionados con el producto, las ventas, el cliente… pero dejando de lado a las personas.
¿Quién produce lo que vendemos? ¿Quién atiende al cliente? ¿Quién genera las ideas, quién innova?
Las personas.
Y si queremos tener datos reales de todas las esferas que van de la organización hacia fuera, ¿por qué no sabemos nada de lo que va de la organización “hacia dentro”?
Medir, la base del cambio
La mayor amenaza a la que se enfrenta una organización es aquello que desconoce.
Lo que no puede controlar, lo que no puede predecir. Así lo alerta Mike West, referente en el mundo de la analítica de personas en empresas como Google. Y es que tenemos que medir para poder decidir bien, para poder predecir.
Por eso en Mentiness hemos comprobado que no vale con tener planes de bienestar basados en suposiciones. Primero hemos de hacer una big picture de nuestro contexto, hemos de conocer cómo es nuestra comunicación, el feedback, el nivel de estrés, la satisfacción…
Solo así, podremos diseñar a medida las soluciones. Algunas irán de la mano de la formación, otras serán enfocadas a la terapia, otras, al cambio organizacional. Pero serán soluciones personalizadas para cada empresa, basadas en datos, y con respaldo científico.
Pero si en mi empresa hay muy buen clima…
Como en la gran mayoría de nuestros clientes. Eso significa que hay aspectos funcionando muy bien, que nos permitirán hilar fino y cambiar los que no funcionan tan bien.
Poniendo a las personas en el centro de la organización, se crean organizaciones tan extraordinarias como las personas que trabajan en ellas (premisa básica del concepto “humanocracia” de Gary Hamel).
Porque si algo hemos aprendido en estos dos últimos años es que la salud es lo primero. Y que todo lo demás ha de definirse y adaptarse a esta premisa básica, que nos permite seguir adelante.
Porque no hay salud, sin salud mental. Y cuidarla es responsabilidad de todos.
Rebeca Calvo Barros
Psicóloga sanitaria, neuropsicóloga y head of psychology & wellbeing en Mentiness
