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Viviendas en la calle Alameda 22 de A Coruña: El modernismo de Boan y Callejas

El arquitecto Ricardo Boan y Callejas es sinónimo, en A Coruña, de modernismo virtuoso. Esta obra, aunque discreta, forma parte de la mitad de un proyecto mayor que nunca se construyó, quizás porque se encuentra en el escenario de una de las historias más peculiares de la ciudad
Nuria Prieto
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Hay una cierta nostalgia en algunas formas de ver. Objetivamente, un tema musical, un cuadro o un libro dibujan una atmósfera que permite un análisis cultural que contaría con un contexto, una estructura y una trascendencia específica. Sin embargo, la nostalgia se transforma en investigación y referencia desde un punto de vista creativo. La composición de una obra o el desarrollo de un proyecto, es un proceso que sigue una progresión, en ocasiones, errática. Este podría asemejarse a una espiral q se va cerrando entorno a varios conceptos hasta consolidar una opción equilibrada. Si bien el proceso puede ser inclasificable o impredecible en algunos casos, no es un camino yermo. 

“Ningún punto finito tiene sentido sin un punto de referencia infinito” jean Paul Sartre

La atmósfera creativa contiene una característica silenciosa, y que, sin embargo, se manifiesta con gran estruendo si es acertada. Referencias o pequeños mundos que acompañan a los creadores, algunos los definen como tótems, otras son simplemente ambientales como el célebre Hotel Chelsea de Nueva York, donde la superposición de acontecimientos y personalidades contagiaban a quien lo habitase. Construido por Philip Hubert en 1884 como un edificio de viviendas experimental de planteamiento socialista en el que ricos y pobres convivirían en el mismo bloque, apenas veinte años después las viviendas se convirtieron en un hotel. Por sus habitaciones pasaron supervivientes del Titanic (alojados allí tras ser rescatados por su cercanía al muelle 54), Arthur Miller, Janis Joplin, Dylan Thomas (quien falleció allí), Bob Dylan, Patti Smith, los Rolling Stones, Jimmy Hendrix, Leonard Cohen, Sid Vicious (quien asesinó a su novia Nancy Spungen en la habitación), Arthur C. Clarke, Robert Mapplethorpe, Jack Kerouac e incluso Salvador Dalí quien era habitual del restaurante del hotel: el Quixote. 

La creatividad arrolladora de un lugar como el Hotel Chelsea compone una constelación de relaciones, conceptos, conversaciones y experiencias que jalonan el recorrido creativo hasta culminar en una obra artística o un proyecto. La memoria de los lugares y de las personas, convertidos en referencias de un proceso creativo proporcionan al proyecto una extraña profundidad capaz de hacer vibrar determinadas claves culturales y emocionales. 

De la misma forma que las escenas pintadas por Sandra Fisher permiten leer a David Hockney o a Avigdor Arikha, cada obra crea su propio conjunto de referencias asociada a quien la creó y a su pequeño universo.

“No escucho lo que los críticos de arte dicen. No conozco a nadie que necesite a un crítico para encontrar o que es el arte” Jean-Michel Basquiat

Una obra arquitectónica dibuja una atmósfera de profundas referencias no siempre perceptibles. Ampliando la perspectiva en la observación, esta se convierte en una página más de una lectura global de la obra del arquitecto. La carrera de algunos arquitectos permite leer una labor de investigación que revela sus referentes, conversaciones y vivencias a través de sus obras, al igual que cualquier otra disciplina creativa. 

Foto: Nuria Prieto

El arquitecto Boan y Callejas

El arquitecto Ricardo Boan y Callejas, forma parte de la historia arquitectónica de A Coruña. Sus obras, de estilo modernista, se han adaptado a la ciudad al tiempo que la propia ciudad le proporcionaba referencias para desarrollar su obra. Boan y Callejas (1879-1915) nacido en La Habana, la insurrección en la isla contra los españoles, obligó a su familia de tradición familiar a volver a España. Tras terminar su carrera en Madrid, fue arquitecto en el ayuntamiento de Lugo entre 1906 y 1907, arquitecto de Hacienda y finalmente se trasladó a Coruña en 1911 tras conseguir una plaza en el ayuntamiento. A pesar de que falleció tempranamente, su labor fue intensa, y entre sus obras en la ciudad destacan el edificio de viviendas en la calle San Andrés 100 (1912) o la magnífica obra modernista de la calle San Nicolás 11-13 (1913).

En la calle Alameda, antigua calle das Bestas, a la que acompaña una leyenda negra, Boan y Callejas proyectó dos edificios de vivienda en los números 20 y 22. Aunque uno de ellos no se construyó, el proyecto es una discreta expresión del modernismo casi ecléctico habitual en la carrera del arquitecto. El solar que ocupa el edificio de viviendas no es demasiado generoso: 10m de frente y apenas 8m de fondo. La construcción del edificio comenzó en 1913, y tan sólo se ejecutó el número 22, quedando el 20 libre, quizás por aquella extraña historia que tuvo lugar en 1854, que dio lugar al inicio de un virulento bote de cólera que provocó la higienización de la calle quemando la vivienda en la que se originó la infección (entonces el número 22).

Foto: Nuria Prieto

El edificio proyectado por Boan y Callejas cuenta con dos plantas, bajo comercial y bajocubierta con una volumetría tradicional que refleja las ordenanzas y la identidad de la arquitectura de la Pescadería.  El elemento más característico es la galería de la segunda panta que se prolonga en el centro hasta la primera, resolviendo el resto de los huecos mediante balcones.

Es quizás entonces donde emerge la presencia de la atmósfera y de la investigación personal de arquitecto, que se hace presente mediante algunos discretos, pero contundentes, gestos.  En el centro de la fachada, sobre la galería Boan y callejas coloca un elemento de remate al modo de una clave en un arco incorporando una decoración modernista tan depurada que se acerca al art dèco al utilizar motivos planos. Este elemento no sólo decora la fachada, sino que sirve para enfatizar su axialidad creando una imagen armónica que se equilibra con la puerta de acceso en la planta inferior. La composición de la puerta, utiliza la misma estrategia que la clave, introduciendo la superposición de elementos propia del modernismo más florido de forma aplanada, de tal manera que el efecto de profundidad proporcionado por la perspectiva es creado por la mente del observador. La duplicidad del umbral es una inteligente solución para dotar de dinamismo a un acceso que se encuentra sobre una fachada plana. 

Foto: Nuria Prieto

Matices y materiales

La materialidad aparentemente sobria y tradicional del edificio, se ve ligeramente transformada mediante el material utilizado para revestir la pequeña buhardilla situada sobre la clave, en el centro de la composición. Esta pieza, pequeña y sencilla, se reviste con escamas de zinc colocadas siguiendo un entramado romboidal. Este recurso es dual, y poco común en la arquitectura coruñesa. Por una parte, esta solución de revestimiento se acerca a la arquitectura parisina del neoclasicismo y romanticismo, mientras que la discretización el zinc en piezas pequeñas, algo habitual de los elementos cerámicos (al menos en la cultura mediterránea) le proporciona cierta cualidad epidérmica, y por tanto orgánica. 

Una atmósfera y un viaje

Boan y Callejas introduce un pequeño elemento tradicional sobre las ventanas de la primera planta, en forma de cenefa cerámica. También introduce elementos de color en los paños superiores de la galería, así como defensas y barandillas de forja con una rica ornamentación.

La atmósfera del pasado modernista de A Coruña, baña todas las obras que estuvieron dentro de ella. De alguna forma u otra, creciendo hacia una depuración más minimalista o evolucionando hacia postulados vanguardistas en clave europea, las obras que se pueden enmarcar dentro de este contexto no siempre responden de forma pura a los estilemas propios de una corriente estética. 

Alfred Stieglitz, Georgia O’Keeffe, 1920_via wikimedia commons

El pintor Paul Klee postulaba que “Cuanto más miedo tenga el mundo, más abstracto se volverá el arte”. Y, sin embargo, críticos tan influyentes como Robert Rosenblum decían de él que su genio particular “consistía en ser capaz de tomar cualquiera de los principales motivos y ambiciones románticos que,  a principios del siglo XX, muchas veces habían alcanzado dimensiones grotescamente wagnerianas, y traducirlos a un lenguaje apropiado a la escala diminuta del mundo encantado de un niño”. Las transformaciones y las atmósferas permiten comprender la evolución de un proceso creativo con sólo contemplar el resultado. El cuadro ‘La luz saliendo en las llanuras III’ (1917) de Georgia O’Keeffee, es sorprendentemente hipnótico, y si bien no refleja la realidad de un amanecer, ya que utiliza tonos verdes y azules,  pero muestra la atmósfera de ese breve instante al mismo tiempo que define el espíritu creativo de una breve época. Porque a veces, observar una obra, es contemplar toda una época, o más aún: introducirse de forma inadvertida en una atmósfera de otro tiempo.

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