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Platos de cuchara imprescindibles para saborear el final del otoño gallego

Este mes de noviembre es el momento ideal para disfrutar de cremas, purés, caldos y sopas donde los productos de temporada de Galicia son los grandes protagonistas
Tienda de Lino // Lucía Baballa
Tienda de Lino // Lucía Baballa
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El inicio de noviembre marca, sin duda alguna, el comienzo del dominio de los platos de cuchara en nuestra cocina. Coinciendo con el final del otoño, nuestro cuerpo pide platos reconfortantes y saludables que nos permitan enfrentarnos a días más fríos donde la lluvia (que este año se ha hecho esperar) nos puede sorprender en cualquier momento.

Castañas, calabazas, cebollas, patatas, puerros, setas, acelgas, fabas, nabos... La tierra gallega tiene mucho que ofrecer, y las condiciones climatológicas únicas hacen que los productos autóctonos gocen de un sabor inigualable y de unas propiedades indispensables para nuestro organismo

Por este motivo os traemos algunas sugerencias para aprovechar la enorme variedad de productos provenientes de los huertos y campos gallegos, ideales para esta época del año. Y tú ¿con qué plato de cuchara saboreas el otoño?

Puré de patatas y castañas

Fuente: Unplash

Pocas elaboraciones pueden ofrecer un sabor más otoñal y autóctono que un buen puré de patatas y castañas gallegas. No hay que olvidar que estamos hablando de dos productazos que cuenta con el reconocimiento de ser un alimento con una Indicación Geográfica Protegida, por lo que está claro que no fallaremos si optamos por preparar este plato con productos de cercanía.

La clave de esta elaboración es tener en cuenta que podemos consumir este puré como un plato único (como si fuera una crema) o en acompañamiento de alguna carne, como por ejemplo una buena pieza de carrillera de Ternera Gallega (que, por supuesto, también cuenta con una Indicación Geográfica Protegida).

La preparación de este puré no tiene ningún misterio, tan solo tenemos que cocer las patatas (la mejor elección serían unas Kennebec o unas Fina de Carballo) hasta que queden bien blanditas. Después, debemos hacer lo mismo con las castañas (una media hora), metiéndolas en agua con una incisión en forma de cruz que luego facilite su pelado. De hecho, lo ideal es que, una vez cocidas, las sumerjamos en agua fría, para poder pelarlas sin complicaciones ni quemaduras.

Pasamos los dos ingredientes por un pasapurés (aquí podemos hacer mitad y mitad de cada producto o darle más protagonismo al producto que más nos guste añadiendo un poco más de cantidad, aunque lo normal es contar con un poco más de patata, para que el resultado quede con la consistencia deseada). Una vez esté todo mezclado, lo ponemos al fuego en una olla con un poco de mantequilla y nata, salpimentando al gusto y dejando que todos los sabores se vayan fusionando. ¿El resultado? Un pontentísimo puré que no dejará indiferente a nadie.

Caldo gallego

Fuente: El Español  // Quincemil

Por supuesto, si hablamos de platos reconfortantes y potentes con productos autóctonos, no podemos olvidarnos del caldo gallego. Sin embargo, si la temporada de grelos se resiste en aparecer (dependen mucho de la climatología del año), podemos hacer ‘el cambiazo’ por unas acelgas gallegas o una berzas, también de altísima calidad.

Los ingredientes de un buen caldo gallego son casi como la alineación del Súper Dépor: hay pocos gallegos que no se lo sepan de memoria. Las patatas deben ser de la variedad Kennebec, ideales para cocer y guisar; las alubias blancas tienen nombre y apellidos, las excepcionales Fabas de Lourenzá; y, como hemos mencionado anteriormente, los grandes protagonistas han de ser unos buenos grelos (que también están registrados con una Indicación Geográfica Protegida y cuentan con variedades comerciales como ‘Grelos de Santiago’ o el ‘Globo Blanco de Lugo’).

A la hora de añadir productos cárnicos, nos movemos entre la fina línea del caldo y el cocido, pero lo mejor es dejarlo al gusto de consumidor. Eso sí, si queremos ir por la vía tradicional, no puede faltar un buen unto de cerdo, que le da el toque característico a este emblemático plato.

En el cocinado tan solo debemos poner al fuego una pota con agua, añadiendo las habas con algún hueso si queremos añadir un golpe más de sabor. En otro recipiente podemos poner los grelos partidos a la mitad con las manos y echarlos en agua hirviendo, para retirar un poco el amargor de los mismos. Los retiramos y reservamos. Mientras tanto, cuando comiencen a hervir las habas, debemos añadir el unto. Tras unos 45 minutos, añadimos las patatas en trozos no demasiado grandes y los grelos. Lo dejamos al fuego hasta que esté todo bien cocido y corregimos de sal para finalizar.  ¡Imposible no disfrutar de este clasicazo!

Crema de calabaza y puerros

Fuente: Unplash

Si te ha sobrado alguna calabaza del Samaín y todavía no sabes qué hacer con ella, has de saber que los puerros son la combinación ideal para disfrutar de una crema resultona, nutritiva, saludable y, sobre todo, riquísima. Lo mejor es que se trata de dos productos que están de temporada en los campos gallegos, con todo lo que ello supone para nuestro bolsillo (y nuestro paladar).

La única complicación que podemos encontrar aquí es al pelar la calabaza, aunque lo ideal es ir cortándola en rodajas de uno o dos dedos de grosor, para luego ir retirando la piel con cuidado y paciencia. En el caso de los puerros, tan solo tenemos que retirar la parte verde (podemos reservarla para hacer un rico caldo de verduras) y hacer una cruz a lo largo de toda la parte blanca, para luego lavarla bajo el agua del grifo y retirar así toda las impurezas y restos de tierra.

A estos dos ingredientes podemos añadirles otros acompanñantes como patatas o zanarias, pero la combinación de estos dos sirve para hacer una potente crema que vas a repetir durante todo el invierno. Tan solo tenemos que trocear bien el puerro y saltearlo en una olla con un chorrito de aceite de oliva. Cuando el puerro esté transparente, añadimos la calabaza en trozos medianos, dejando que rehogue durante unos minutos. Añadimos caldo de verduras o de pollo hasta cubrir las verduras y dejamos cocer a fuego alto hasta que la calabaza esté bien blandita. Luego, trituramos todo con un chorrito de nata y leche salpinmy tendremos un plato espectacular con apenas esfuerzo.

Además, se trata de un plato que permite muchas variantes. Por ejemplo, podemos añadir un poco de jengibre, pimentón o curry si buscamos un sabor más atrevido de lo habitual. Como acompañamiento podemos abandonar los archiconocidos picatostes de pan y añadir una hoja de albahaca o un poco de calabaza salteada con ajo. Y para aprovechar todo de la calabaza, podemos hornear sus pepitas con un poco de aceite y cúrcuma y luego añadirlo por encima de la crema a la hora de servir.

Sopa de cebolla o de ajo

Fuente: Unplash

Acabamos esta recomendación de platos de cuchara con dos elaboraciones a base de grandes productos de la cocina gallega, pero con platos cuyo origen se encuentra fuera de nuestras fronteras: la francesa sopa de cebolla y la archiconocida sopa de ajo o sopa castellana.

Su elaboración no tiene ningún secreto, ya sea pochando a fuego muy lento la cebolla durante un buen rato y luego añadiendo un buen caldo de carne o de pollo en el caso de la receta francesa o dorando dientes de ajo picaditos con pan, para luego  dejarlos cocer durante unos minutos.

La clave está en utilizar productos de origen gallego, ya que la famosa cebolla chata del país es ideal para ir pochando poco a poco como base de una potente sopa. En el caso de los ajos, el truco para conseguir una sopa castellana de las buenas es, sin duda, elaborar el ajado a la gallega: con un buen toque de pimentón. 

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