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Isidro Dubert: "El problema no es quién construyó Galicia, sino para quién"

El catedrático de Historia Moderna nos habla de los orígenes de la burguesía coruñesa y gallega.
Isidro Dubert
Isidro Dubert
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Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Santiago (USC), fundador y director de la revista especializada Obradoiro de Historia Moderna, Isidro Dubert García (Muros, 1961) es también miembro del consejo de redacción de Annales du Démographie Historique y de diferentes publicaciones de investigación histórica nacional e internacional. Ha sido profesor invitado en la École des Hautes Etudes en Sciencies Sociales de París en 2014-2015, miembro de la junta directiva  de la Asociación Española de Demografía Histórica Española 2008-2011, vocal de la Fundación Española de Historia Moderna (2011-2014). Dubert forma parte desde el año 2008 del Conselho de Asesoramento Científico do Centro de Estudos da Populaçao de la Universidade de Porto (Portugal).

Ha realizado estancias de investigación en la Universitá degli Studi di Bologna (1989), en la E.H.E.S.S. de París (1990, 1998 y 2004), en la University of Cambridge (2001) y en la CRM de la Université du Sorbonne-París IV (2008). Como investigador principal ha participado en distintos proyectos de I+D+i, entre otros, Servizo doméstico e mercados de traballo na Galicia do Antigo Réxime, S. XVIII-XIX (2002-2004), Vejez y envejecimiento en la historia de Galicia (2005-2008), Movilidad poblacional campo-ciudad, mortalidad y estancamiento demográfico urbano en el noroeste peninsular (2010-2012). Sus últimas investigaciones se centran en los mercados de trabajo urbanos y el análisis sociodemográfico de la sexualidad pre y extramatrimonial. Asimismo, forma parte del grupo de investigación Historia Moderna de la USC. Entre su extensa obra bibliográfica cabe destacar Cultura popular e imaxinario social en Galicia, 1480-1900 (2007), Historia de la Galicia Moderna, siglos XVI-XIX, (2012) e Historia das historias de Galicia (2016).

En esta entrevista, Dubert nos habla de la evolución de A Coruña en los últimos doscientos años, y del problema demográfico de Galicia y las consecuencias de la emigración.

La llegada de nuevos comerciantes y los orígenes de la burguesía coruñesa

Hay un momento en la segunda mitad del siglo XVIII en el que el puerto de A Coruña adquiere un protagonismo relevante al habilitarlo para comerciar en régimen de monopolio con América y al coincidir más o menos en el tiempo con la construcción del Arsenal de Ferrol. ¿Es así?

Sí. Guardan una cierta relación.

¿Y esa coincidencia provoca la llegada de un grupo selecto de comerciantes que se asientan en la ciudad herculina?

Más o menos desde mediados del siglo XVIII la monarquía borbónica tiene la pretensión de volver a convertir España en una gran potencia naval para así responder a la hegemonía inglesa y, en menor medida, a la presencia francesa en el Atlántico. Para ello pone en pie un plan de transformaciones y obras en tierra que afecta al norte y noroeste peninsular y a determinadas zonas del sur-sureste de España.

Un plan que implica la mejora de las carreteras que comunican Galicia con la Meseta, lo que coincide en el tiempo con la construcción del Arsenal de Ferrol. En Ferrol se está levantando una ciudad ex novo, que en treinta años pasó de tener 1.700 habitantes a 25.000. Este plan de mejora de las comunicaciones no es exclusivo para Galicia sino que abarca a todo el norte peninsular. A mayores, y en relación con la política económica impulsada por la monarquía, se adoptan, entre otras medidas, la apertura de determinados puertos para el comercio con América.  Entre ellos los de A Coruña, Gijón y Santander. En el caso del puerto de A Coruña, un real decreto lo habilita para comerciar en 1765 en régimen de monopolio con Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Trinidad y Margarita. Y en los años siguientes ese monopolio se amplía al Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo), Nueva España y otros territorios americanos a través de un sistema de barcos correo. Esos barcos salen con una determinada periodicidad.

La posibilidad de comercio que se le oferta a Coruña -muy bien estudiada por Luis Alonso Álvarez, junto a las implicaciones que conlleva-, da lugar a una nueva vida comercial, y esa vida comercial atrae a la ciudad a nuevos comerciantes y consolida la presencia de aquellos que ya se habían instalado en ella desde la década de 1750 debido a las expectativas que generaba la creación ex novo de la ciudad de Ferrol. Piensa que, para la construcción del nuevo Ferrol se necesitan materias primas, se necesitan artesanos, mano de obra, y esos comerciantes negocian con la Administración. De ahí que se hayan instalado en A Coruña. Luego, cuando se pone en marcha lo de los barcos correo, ese grupo se consolida como tal grupo comercial, pues ya tenía contactos con la Administración y gozaba de oportunidades para negociar en buenas condiciones con el mercado americano.

“El real decreto que en 1765 habilita al puerto de A Coruña para comerciar en régimen de monopolio con América atrae a la ciudad a grupos de comerciantes vascos, riojanos, castellanos y leoneses”

¿Esos comerciantes de dónde proceden?

Hay grupos de vascos, de riojanos, de castellanos y de leoneses. El más numeroso es el vasco, sin duda. Esos grupos disponen de fondos para abordar proyectos comerciales de gran envergadura y aprovechan su presencia aquí para potenciar el comercio exterior e introducirse en el mercado americano a través de compañías. Ese comercio se centra en los metales preciosos, principalmente la plata, controlados por la Administración en su mayor parte, y en los coloniales (azúcar, cacao, café, especias y cueros), sobre todo los cueros.

¿La llegada de los cueros impulsa una industria de productos derivados?

Los cueros vienen de Montevideo y Buenos Aires. En el caso de Buenos Aires, se aprovecha para conseguirlos el hecho de que la colonia está en una fase de expansión y de conquista de nuevas tierras. En principio, los cueros que llegan a la Península son reexportados a otros países. En un determinado momento, los vascos vinculados al comercio del cuero y muchos artesanos vascos que trabajaban en el sur de Francia y en el propio País Vasco se instalan aquí. A fin de cuentas es al noroeste de Galicia adonde llega la materia prima que ellos utilizan.

“La tercera parte de los cueros que se consumen en España a comienzos del siglo XIX eran de elaboración gallega”

Así, en los años sesenta y setenta del siglo XVIII abren una serie de curtidurías en la zona de Ferrol -lo que no es por casualidad, pues allí está el Arsenal-, en la zona de Betanzos y en la de la propia A Coruña. Estos vascos recién llegados mantenían relaciones con los vascos que ya estaban aquí instalados y que habían establecido redes comerciales con Argentina.  A partir de ahí, de la década de 1770, se produce una clara modernización de la curtiduría tradicional (estudiada en su día por Joam Carmona, quien mostró cómo hubo una llegada sistemática de vascos que se instalaron en A Coruña y sus inmediaciones y luego en Santiago). En Santiago conectarán con grupos de comerciantes compostelanos que a su vez operarán en América, no tanto a través del puerto coruñés como de los puertos de Carril y de Vigo, y así se va creando una industria del cuero que llegó a ser de las más importantes de España. El treinta por ciento de los productos de cuero que se consumen en España a comienzos del siglo XIX eran de elaboración gallega.

¿Estos grupos de comerciantes de distinta procedencia geográfica forman parte de los orígenes de la burguesía coruñesa?

Sí, claro, pero hay también una burguesía autóctona, solo que no tiene las posibilidades económicas ni la capacidad comercial para actuar en negocios de gran envergadura. Según los trabajos de Luis Alonso Álvarez, a la altura de los años ochenta y noventa del siglo XVIII hay en A Coruña unas ciento treinta o ciento cuarenta grandes familias de comerciantes. Son familias mayoritariamente foráneas, y parte de ellas desaparecerá de la vida de la ciudad y parte de ellas permanecerá.

“A finales del XVIII hay establecidas en A Coruña unas ciento cuarenta familias de grandes comerciantes. Y una parte de los comerciantes foráneos inicia la convergencia con los grupos tradicionales del poder en Galicia: hidalguía y clero”

¿Las tripulaciones de los buques correos participan también del comercio con América?

El grueso de las tripulaciones de esos barcos, incluidos los cargos intermedios, era gallego. Los oficiales eran en su mayoría vascos. Y muchos de estos oficiales vascos operaban en colaboración con los grupos comerciales que había en la ciudad, especialmente con los comerciantes vascos. Algunos capitanes y pilotos llevaron adelante negocios particulares, aunque legalmente no podían hacerlo. En muchas ocasiones carecían del dinero suficiente para afrontar grandes negocios, por lo que actuaban como testaferros o intermediarios para terceros. De manera que, por esta vía, podían llevar a cabo una serie de negocios para ellos a la vez que establecer contactos para sus propios asuntos.

En este sentido es muy llamativa la historia de la familia de Llano, cuyos miembros comienzan siendo oficiales de los barcos correo. El primero de ellos, Pedro de Llano, realiza una serie de operaciones comerciales que le reportan mucho capital. Cabe suponer que inicialmente el capital que él invierte en esas primeras operaciones comerciales no procede de su salario como oficial, pues las cantidades que maneja son de veintiséis a treinta veces el salario anual que percibe como tal. En un determinado momento, Pedro de Llano deja de trabajar en los correos marítimos y se asienta como comerciante en la ciudad. A partir de ahí, automáticamente toda la familia de Llano va entrando en el ámbito del comercio, si bien alguno de ellos todavía continúa en los correos marítimos hasta que los deja en los años siguientes. Una vez consolidada como una familia de comercio, los de Llano tejerán sus relaciones familiares y sociales con otros grupos de comercio.

¿La presencia de comerciantes catalanes en A Coruña es pequeña?

Sí, es una presencia menor, en concreto, alrededor de un 7% de los mercaderes que operaron en A Coruña entre 1768 y 1779.

¿Y la presencia francesa?

Hubo presencia francesa, pero tiene muy poco peso en el conjunto de estos grupos comerciales que acaparan el comercio americano, inferior al 1%. Como ya dije, básicamente los grupos dominantes son vascos, castellanos, leoneses, cántabros y riojanos. Con el tiempo, hacia finales del siglo XVIII, estos grupos de foráneos iniciarán una convergencia con los grupos tradicionales del poder en Galicia: la hidalguía y el clero. No obstante, hay una minoría de la burguesía comercial coruñesa que aprovecha el marco del comercio americano para buscar nuevas vías de negocio.

La burguesía coruñesa trató con esclavos

“Cuando Inglaterra decide acabar con el tráfico de esclavos afroaméricanos, comerciantes afincados en A Coruña toman el relevo”

¿Una de esas nuevas vías de negocio es la trata de esclavos?

A principios del siglo XIX, Londres acuerda acabar con el negocio de los esclavos afroamericanos en las colonias inglesas. Y una parte de los grupos de comerciantes que operan en A Coruña toma el relevo en ese negocio. Por ejemplo, está constatado y es constatable que Juan Francisco Barrié D' Abadie fue un negrero, que hizo grandes fortunas con el tráfico de esclavos.

“Tras cerrarse el mercado de esclavos de España en América, una parte de las grandes fortunas coruñesas readapta los barcos para dedicarlos al negocio de la emigración”

¿Y qué pasa cuando también en España se prohíbe el tráfico de esclavos?

Una vez que ese mercado se les cierra, el relevo lo tomará el de los emigrantes. De hecho, como demostró Aleixandre Vázquez González, muchos barcos negreros que estaban preparados para llevar esclavos en cautividad desde África a las colonias inglesas y españolas, se reconvierten en barcos para llevar emigrantes a Cuba, a Buenos Aires y otras zonas de América. Parte de esas fortunas readaptan el negocio para dedicarse a la exportación sistemática de gallegos y otra parte buscará otros negocios. Digamos que se produce una divergencia de sectores. Y, al mismo tiempo, se dan nuevas relaciones familiares y sociales entre élites que pertenecen a mundos aparentemente diferentes, si bien siguen siendo elites y cada una de ellas controlando la parte de su negocio. Y de esta gente nunca se habla cuando se habla en Galicia de la emigración.

“Los grupos que hacen buena parte de su fortuna con el transporte de emigrantes a América no reinvierten sus beneficios en Galicia; los dedican a la especulación financiera en Londres y París”

¿De quién no se habla?

No se habla de los Barrié, de los Olimpio Pérez, de los Simeón García, etc. Se habla de su parte empresarial, de su parte bancaria, pero no se habla de que esos grupos hacen parte de su inmensa fortuna a costa de la emigración. Dinero de la emigración que invierten en sus propios negocios y cuyos beneficios nunca revierten en Galicia. No son como la burguesía catalana o la burguesía vasca, que obtienen grandes beneficios gracias los grandes negocios en los que están metidos y que luego reinvierten esos beneficios en sus respectivos territorios. Chus Facal [profesora de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Vigo], que estudió entre otros el caso de la banca de Olimpio Pérez (germen del posterior Banco Gallego), muestra como una parte importante del negocio bancario gallego de la época se basaba en la emigración. Y de ese capital de la emigración se beneficiaban y lo empleaban esos bancos, a través de determinadas vías, para especular en mercados financieros como el de Inglaterra, comprando libras allí que luego vendían en Cataluña, o en la Bolsa de París. En fin, es una elite muy local pero muy insertada en la economía mundial, como corresponde a un territorio tan europeo como Galicia.

“El problema no es que hay que construir país, el problema es quién construye el país, cómo se construye el país y para quién se construye el país”.

Ese escenario no se corresponde con la imagen de una Galicia encerrada en sí misma.

En mi opinión, la imagen de una Galicia encerrada en sí misma, al igual que la de la Galicia atrasada, es una imagen creada por las propias élites del país. Obviamente, esas elites no le pueden decir a los gallegos que emigran que Galicia es un país rico, un país con posibilidades, un país en el que mira que bien me va a mí y a los míos pero tú marcha. Por el contrario, le dicen que no hay otra, que hay que emigrar, que hay que construir país. Y no, el problema no es construir país, el problema es quién construye el país, cómo se construye el país y para quién se construye el país. Y esas mismas preguntas también nos las podemos hacer ahora y en relación a la actual ola emigratoria que padecemos. Y es que hoy podemos hablar de más 400.000 jóvenes, la mayoría de ellos con estudios, la generación mejor formada que ha dado Galicia, que marcha porque, paradójicamente, no tiene un mercado de trabajo aquí después de cuarenta años recibiendo ayuda de la Unión Europea. ¿Dónde está ese mercado de trabajo? ¿Dónde están sus perspectivas de futuro? ¿Quién se ha quedado con ellas? Hay que construir país, pero…

“La actual ola emigratoria afecta a 400.000 jóvenes gallegos, la mayoría de ellos con estudios, que carece de un mercado de trabajo aquí, después de cuarenta años en la Unión Europea”

¿Estamos formando capital humano para la exportación?

Yo creo que es evidente. Yo digo que sí a lo de construir país, claro, pero dejando antes muy claro cómo, para qué y para quién. Porque hasta ahora esas tres preguntas nunca fueron pensadas teniendo en cuenta al conjunto de la sociedad gallega. ¿Los Barrié, los Olimpio Pérez y una serie de familias de notables construyeron la Galicia que decían que iban a construir? ¿Tenían perspectivas de futuro para el conjunto de la sociedad gallega? Estas y otras preguntas habría que hacérselas a los emigrantes y no a unos políticos que hablan de que van a arreglar lo de la emigración y llevan años olvidándose de ella, y hoy ocultándola. El problema de la emigración no es un problema demográfico; es un problema que tiene causas económicas y sociales. Y son esas causas económicas y sociales las que generan el actual problema demográfico, no los viejos y las mujeres.

¿Es decir, más que hablar de variables demográficas como la tasa de fecundidad, la tasa de natalidad o la tasa de mortalidad, habría que hacerlo también de variables económicas y sociales...?

Sí, para hablar de demografía gallega, habría que hablar al tiempo, si no primero, de la calidad del empleo, de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, de los problemas de emancipación de los jóvenes, de la falta de servicios públicos (por ejemplo, de guarderías infantiles)... Y luego, están los efectos demográficos de la emigración que padecemos hoy.

“De 1860 a 1930 emigraron de Galicia más de un millón de personas, de los que aproximadamente la mitad no regresó. Lo que provocó una pérdida enorme de capital reproductivo en las décadas siguientes”

Los efectos de la vejez

¿A qué efectos se refiere?

De 1860 a 1930 emigraron de Galicia más un millón de personas, de las que aproximadamente la mitad no regresó. Esto supone una pérdida de población enorme, no solo al momento, sino también a futuro. A futuro, porque se pierde el potencial reproductivo de las personas que no están: sus hijos ya no los tendrán en Galicia y los hijos de esos hijos, tampoco. Y los que regresen aquí tendrán menos hijos de los que quisieran tener y los tendrán muy tardíamente. De lo cual se deduce que en los treinta o cuarenta años siguientes a 1930 el impacto de esa pérdida, teniendo en cuenta además que entre 1936 y 1939 hay una Guerra Civil por medio, que hubo hambre y miseria en los años cuarenta, y que en los años cincuenta y sesenta volverá a haber otra ola emigratoria, será enorme.

Consecuentemente, desde 1930 se redujo el número de personas jóvenes, el potencial reproductivo del país. Y a mayores, sobre ese potencial reproductivo minorizado pesan ahora los bajos salarios, los contratos precarios, la segregación laboral, la marginación de las mujeres en el mercado de trabajo, etc. Por eso, insisto, tras el problema demográfico hay un claro transfondo económico y social. El comportamiento demográfico de las mujeres no es algo que tenga que ver con el comportamiento individual: la sexualidad, la reproducción, son variables afectadas por las condiciones económicas y sociales, y si esto no lo tienes en cuenta no entiendes nada de lo que pasa en Galicia. Así se dicen las barbaridades que se dicen.

¿Pasa algo parecido con lo de la vejez?

Si lo que está ocurriendo hoy lo comparas con el pasado, descubres que en Galicia desde ciertos medios están utilizado la vejez para crear una imagen de miserabilismo y terror apocalíptico al futuro: hay demasiados viejos, nos vamos a endeudar, la vejez es igual a miseria, a enfermedad, a pobreza, a soledad… Pues no. Desde un punto de vista histórico, la vejez es un elemento clave de nuestra historia social y familiar. De hecho, la vejez ha sido capaz de vertebrar el desarrollo de la sociedad gallega en el campo social, en el campo familiar y en el campo cultural. La vejez en Galicia tiene, y tuvo, una fuerza, una importancia y un valor muy distinto al de la imagen que se está presentando de ella, sea en el momento actual o en el futuro inmediato.

La imagen de ahora es una imagen creada, que no se corresponde con la realidad histórica de nuestro pasado. Ese discurso de los males que va a traer a Galicia la caída de la tasa de fecundidad, el envejecimiento de la población, etc... pareciera que nos conduce a la desaparición biológica, a la extinción como pueblo. Sin embargo, forma parte de ese imaginario natalista actual que es transversal, que no es de derechas ni es de izquierdas, del que participan todos los partidos políticos en mayor o menor medida.

El Banco de España acaba de alertar de nuevo sobre los efectos negativos que el envejecimiento de la población española tendrá sobre las pensiones a no muy largo plazo, pero para nada entra en las causas que han originado ese envejecimiento, incluido algo tan positivo como el aumento de la esperanza de vida.

Creo que es una visión muy parcial de un problema muy complejo. Se hacen lecturas muy sesgadas de la realidad demográfica actual a partir de intereses económicos y sociales muy concretos. La gente piensa que la respuesta más adecuada es: si tengo muchos viejos tengo que conseguir muchos jóvenes. No se da cuenta de que desde el punto de vista demográfico estamos viviendo una situación completamente nueva que en Occidente nunca anteriormente se vivió. Por primera vez si tú tienes un hijo, tienes muchas probabilidades de que ese hijo muera con 82, 83 años. Y esto es algo novedoso, esto es fruto del progreso social y no de la miseria. Y si no quieres ver ese progreso y sus consecuencias positivas, vete por ejemplo al Congo, donde a causa de una situación de subdesarrollo, de guerra y de crisis, la gente vive una media de solo cincuenta y siete años. A mí, que en Galicia la gente viva hoy más de ochenta años, me parece progreso social.

Los datos estadísticos certifican que la gente vive más años en los países ricos.

¿En qué parte del mundo vive más tiempo la gente? En Japón, en Alemania, en España, en Italia… ¿Dónde vive menos tiempo? En determinados países africanos y asiáticos; en determinados ámbitos y contextos. El problema no es que nazcan pocos niños y haya muchos viejos o que las mujeres decidan tener pocos hijos porque optan por la calidad frente a la cantidad. Antes para poder tener vivos tres niños, tenían que parir cinco o seis.

“Pareciera como si la caída de la tasa de fecundidad y el envejecimiento condujeran a la extinción de Galicia como pueblo. Y no es así. Eso es pura ideología natalista”

Porque el índice de mortalidad infantil era muy alto.

Eso es. Ahora las tasas de mortalidad infantil son muy bajas. Ahora las mujeres tienen un control sobre la sexualidad, quieren desarrollarse profesionalmente, quieren ser independientes y no están dispuestas a renunciar a esas conquistas. Ahora, además, saben, tienen la certeza, de que los hijos que quieran tener vivirán muchos años y las convertirán en abuelas. Al respecto, la autora sueca y premio Nobel de la Paz en 1982 Alva Reimer Myrdal escribió en 1934, en compañía de su esposo Gunnar Muyrdal, premio Nobel de Economía en 1974, un libro que se titula Crisis in the Population Question (El problema de la población en crisis), centrado en Suecia. Un país que conoció la emigración a América y que en los años treinta estaba entrando en una situación de crecimiento y cambio económico y social. Salvando las distancias entre países y las distancias temporales, nosotros vivimos ahora un proceso de cambio como ese. Alva Myrdal tenía en 1934 una visión clarividente de lo que estaba pasando en su país. Y por eso escribía que en un momento en el que las mujeres suecas estaban entrando en el mercado de trabajo, que estaban acariciando su independencia, no se les podía decir que lo dejasen y volvieran para casa, porque no iban a volver. En ese ensayo, Alva se dirige a las autoridades suecas. Señores: delante de esta realidad, lo normal será que pongamos en marcha políticas para que la mujeres puedan integrarse en el mercado laboral y al mismo tiempo sean lo que no son capaces de ser los hombres, madres. Y el Estado sueco fue capaz de poner en pie una serie de políticas sociales y familiares que fomentaban, y fomentan, la permanencia de la mujer en el mercado de trabajo y a la vez de crear un sistema de servicios públicos que permiten que la mujer tenga hijos y pueda continuar trabajando. Y eso es lo que no se hace aquí en Galicia.

Galicia pierde población desde 1988

AñoNacimientosDefuncionesSaldo
197543.85025.83418.016
197644.84026.01518.825
197743.79626.13417.662
197843.75125.76917.982
197941.05725.56415.493
198039.15424.68114.473
198136.30025.39810.902
198234.21425.0369.178
198332.04925.6866.363
198430.53725.2335.304
198528.42726.2952.132
198626.17826.877-699
198725.82425.480344
198824.55826.381-1.823
198923.59226.828-3.236
199022.50127.979-5.478
199121.92727.696-5.769
199221.63327.016-5.383
199321.28427.248-5.964
199419.68327.542-7.859
199518.79928.464-9.665
199618.59728.864-10.267
199718.68328.137-9.454
199818.53828.085-9.547
199918.78429.293-10.509
200019.41828.858-9.440
200119.36128.300-8.939
200219.32728.353-9.026
200320.42329.805-9.382
200420.62128.540-7.919
200521.09729.383-8.286
200621.39229.389-7.997
200721.75230.159-8.407
200823.17529.629-6.454
200922.53730.180-7.643
201022.04729.749-7.702
201121.59429.879-8.285
201221.08930.871-9.782
201319.72730.433-10.706
201419.63029.929-10.299
201519.42731.688-12.261
201619.06231.757-12.695
201718.44531.962-13.517

¿Qué se hace aquí?

Aquí a las mujeres la Xunta les regala las llamadas “canastas nórdicas”, igual que en 2007 el Gobierno español  les daba a todas ellas 2.000 euros por cada hijo que trajesen al mundo. ¿Pero qué concepción de la mujer y de la sexualidad femenina tiene quien promueve este natalismo de medio pelo? ¿Qué se creen? ¿Que si a las mujeres le dan 2.000 euros por hijo nacido, estas comenzarán a tener hijos así porque sí, como si fueran conejas? Digo yo que las mujeres son igual de listas, o más, que los hombres. Que tienen sus propias ambiciones profesionales y que la mayoría también quiere ser madre. En ese caso, quieren tener hijos sin tener que renunciar a su independencia, a su desarrollo profesional y personal. Sabiendo esto, sabiendo que ya en 1934 se hablaba de estas cosas en Europa, ¡cómo se fomentan medidas natalistas trasnochadas sobre la base de una imagen de la mujer como madre de familia, de mujer amorosa, abnegada y entregada… y se obvia todo lo demás! Aquí todo son renuncias para ellas. Si tú no quieres trabajar  y quieres ser ama de casa y madre de familia numerosa, estupendo, pero entiendo que ese no es el deseo de la mayoría de las mujeres, ni hoy ni en el pasado. Entiendo que cuanto más tiempo permanezcan las mujeres en el mercado de trabajo en unas buenas condiciones laborales, mejor les irá a ellas y nos irá a todos. Y eso es lo que hay que promover y favorecer. Acerca de este tema, hace algunos años se publicó un trabajo muy interesante que explica por qué dos países con el mismo tamaño poblacional y más o menos la misma estructura social y cultural, Italia y Francia, tienen dos tasas de fecundidad completamente diferentes. En Francia, que fue el país del natalismo y del familismo, estas ideologías que nos están vendiendo hoy en día en Galicia, se dieron cuenta de que si querían cambiar la fecundidad de las mujeres lo que tenían que hacer era favorecer su permanencia en el mercado de trabajo en unas buenas condiciones laborales y sociales hasta cuando son madres. Ahora el sistema francés posibilita que las mujeres tengan hijos y puedan seguir trabajando pese a tener hijos.

¿Y en Italia?

En Italia, no. En Italia las mujeres cuando tienen hijos tienen problemas en el mercado de trabajo. Y a partir del segundo hijo comienzan los abandonos sistemáticos del mercado de trabajo. Cosa que no pasa en Francia ni en Suecia ni en Noruega. ¿Por qué? Porque las políticas de Estado italianas están centradas en subvencionar a las familias y no en ayudar a las mujeres con buenos servicios sociales, con servicios sociales y derechos laborales que les permitan realizarse profesionalmente y realizarse como mujeres ganando salarios dignos en empleos estables y con futuro.

¿Entre la evolución de la tasa de fecundidad y la lucha de la mujer por la igualdad real de género se da una relación de interdependencia?

La caída de la fecundidad registrada en Galicia no es un tema aislado. Galicia no es un caso único en la historia europea. La caída de la fecundidad que se registra en Galicia a partir de los años sesenta, también se da en el País Vasco, Cataluña, Madrid o Andalucía. Y vista desde una perspectiva a largo plazo, es una caída que se puede anticipar hasta comienzos del siglo XX. Lo que pasa es que a partir de 1975 se dan unas circunstancias históricas que harán que esa caída se acelere. Unas forman parte del proceso de modernización social vivido en Galicia y España en esos años, y otras de la crisis económica de 1973 y el cambio del modelo de funcionamiento que a partir de entonces conoció el sistema capitalista.

¿A qué circunstancias se refiere?

A partir de 1975, por ejemplo, se despenaliza la venta de anticonceptivos, se aprueba la ley del divorcio, la supresión de la licencia marital para que la mujer pueda vender sus bienes, etc. Muere Franco y hay un proceso de cambio social y de cambio político, se introducen nuevas leyes que comienzan a liberar a las mujeres de la vieja opresión patriarcal y, además, socialmente se liberaliza el clima social que las constreñía, que las limitaba como personas. En paralelo, a partir de los años ochenta en Galicia se inicia una paulatina incorporación de la mujer a un mercado de trabajo que estaba cambiando. No tanto al trabajo de aquellos sectores tradicionales que requerían poca cualificación como a sectores que exigían una mayor cualificación, en los que ellas tenían un interés real en entrar. Hay una mejora de la preparación femenina, de la cualificación femenina. Y todo ello tiene lugar en un contexto de crisis, de reconversión industrial, en un contexto laboral muy duro en el que el mercado de trabajo no les favorece en nada.

¿En ese escenario tan adverso, las mujeres optan por mejorar su cualificación?

Sí, sobre todo las más jóvenes. Una mejora que supone ir retrasando el matrimonio, ir retrasando el nacimiento de los hijos. Otro elemento más que influye en la caída de la fecundidad en esos años es que el trabajo femenino está muy segmentado y es muy precario laboralmente. Unas condiciones que apenas cambian en los tiempos en que la economía cambia, en los años noventa, con el boom inmobiliario, que es cuando el mercado de trabajo del ladrillo y derivados está prácticamente copado por hombres. A rebufo de esa onda expansiva ellas entran masivamente en el mercado de trabajo.

Y entran con bastante cualificación, pero es un mercado de trabajo muy segmentado, donde abunda el empleo temporal, precario y a tiempo parcial. Y entonces se produce la crisis inmobiliaria, preludio de la gran crisis económica que vivimos hoy, y quienes la resisten mejor son las mujeres, trabajando, eso sí, en condiciones muy duras. Esto demuestra que hay una firme voluntad por su parte de incorporarse al mercado de trabajo, pese a que sus condiciones laborales sean peores, más duras, que las de los hombres y a que tienen una mayor cualificación que la de ellos. En este contexto laboral, nada las anima a tener hijos, lo cierto es que nada favorece que puedan tenerlos, ya que el salario medio de la mujer en Galicia en los años 2000 a duras penas si llegaba a los mil euros.

¿Ni siquiera son mileuristas?

Entre 2007 y 2010 la Direccion Xeral de Xuventude de la Xunta de Galicia hizo públicos unos estudios, en los que participó la Universidad de Santiago, donde se le preguntaba a las mujeres que estaban entrando en el mercado de trabajo gallego cuántos hijos querían tener. Todas respondieron que más de dos. Lo que está por encima de la famosa tasa de reemplazo demográfico, 2,1 hijos por mujer. Pero cuando el encuestador les planteaba que cuántos hijos pensaban tener en realidad, la respuesta mayoritaria era que solo uno. ¿Y por qué solo un hijo? Ellas explicaban que porque ganaban menos de mil euros, por lo que no era posible. Es obvio que este es un problema económico que incide sobre la fecundidad que hay que sumar a los cambios sociales a los que ya he aludido. Si tú quieres que las mujeres tengan hijos, tienes que conseguir que las condiciones materiales y las condiciones laborales sean las adecuadas para que puedan conciliar, y conciliar la vida familiar no significa que puedan entrar más tarde a trabajar o llevarse el trabajo a casa. Conciliar significa, entre otras muchas cosas, que haya servicios públicos que atiendan sus necesidades, por ejemplo, guarderías públicas. Como hoy apenas hay esos servicios, entonces las autoridades  gallegas echan mano de la ideología natalista, que pone a la familia por encima de los derechos sociales y laborales del ciudadano, en este caso de las ciudadanas, ocultando así las carencias y abusos que padecen en este terreno. En realidad, la defensa de la familia tradicional es la excusa para no abordar unas políticas sociales y laborales que, precisamente, resuelvan los problemas de las familias gallegas.

¿El paso de una sociedad rural a una sociedad urbana también influye?

Creo, y entiéndase bien lo que quiero decir, que hay una visión hoy en los medios bastante alarmista de los llamados “vacíos demográficos” del mundo rural. ¿Es un problema que haya poca gente en el mundo rural y que se vacíe? Sí. Pero porque en Galicia las autoridades nunca han estado interesadas en modernizarlo, en tecnificarlo, en hacerlo competitivo, en acometer las inversiones públicas necesarias para que la gente pueda vivir del campo y en el campo.

“En Galicia, el problema del rural no es que el campo se vacíe por la llamada del medio urbano. El problema es que no se invierte en el campo y las autoridades se desentienden de él”

Por otra parte, es cierto que una parte de ese mal llamado “vacío demográfico” coincide en el tiempo en Galicia con un proceso de cambio, con un proceso de urbanización, que en los últimos treinta o cuarenta años se ha alimentado del ámbito rural. Pero en la ciudad no se han creado grandes o medianas empresas, muy tecnificadas y muy dinámicas, susceptibles de generar nuevos mercados de trabajo, como ocurre en el País Vasco o en Cataluña.

Aquí el empleo urbano recae fundamentalmente en el sector servicios, sobre todo en la administración, la hostelería y turismo, y no hay otros nichos de empleo que tiren del rural, al cual por otra parte las administraciones públicas ignoran. Insisto, en Galicia el problema del rural no es que se vacíe por la llamada del medio urbano, el problema es que no se invierte en el campo y las autoridades se desentienden de él. Esta es la parte más preocupante. Porque el resto no deja de ser un proceso de urbanización como los muchos que ha habido en Europa en los años treinta, en los años sesenta...

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