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Tribuna Abierta

Los juegos del hambre

¿Volverán los niños a jugar en las calles? ¿El entretenimiento digital se ha comido al físico?
Jesús Suárez
Por Jesús Suárez

En la actualidad, nos encontramos ante una preocupante realidad: el declive del deporte de calle o deporte de barrio. Si hacemos una comparativa con épocas pasadas, especialmente los años 90 y finales de los 80, es evidente que algo ha cambiado. Los chavales de hoy en día ya no tienen la oportunidad de practicar deportes como el fútbol, baloncesto u otros en sus propios barrios. Este fenómeno plantea una serie de interrogantes: ¿se debe al déficit demográfico de los niños o a la falta de apoyo y promoción del juego en las calles?

Una de las principales causas de la desaparición del deporte en la calle es la escasez de instalaciones deportivas en los barrios. Las canchas de fútbol y baloncesto, que solían ser el punto de encuentro de los jovenes, han ido desapareciendo paulatinamente. Ya no es posible acudir a los patios de los colegios públicos o concertados para disfrutar de un partido entre amigos. Aunque existen iniciativas puntuales, como el "Día del Deporte en la Calle" promovido por los ayuntamientos, estas actividades son efímeras y no suplen la necesidad de practicar deporte de manera constante.

Además, se ha observado un cambio en las preferencias de ocio de los jóvenes. En lugar de dedicar su tiempo al deporte, muchos de ellos optan por actividades sedentarias, como pasar horas frente a las pantallas o simplemente vagar por las calles de la ciudad. La sociedad actual fomenta una cultura de consumo rápido, en la que la comida rápida y las chucherías son protagonistas. El deporte callejero, que solía ser una parte integral de la infancia de muchos, está siendo desplazado por estas nuevas formas de entretenimiento.

Esta disminución en la práctica de deportes callejeros también tiene un impacto en el desarrollo físico y mental de los jóvenes. El deporte no solo promueve la actividad física, sino que también inculca valores como el trabajo en equipo, la disciplina y la superación personal. Sin embargo, muchos de ellos se sienten desmotivados para formar parte de un equipo federado debido a la falta de confianza en sus habilidades o a la dificultad de acceso a estas actividades y es ahi donde el deporte en la calle adquiere una importancia basica en su desarrollo.

Es fundamental que las autoridades y la sociedad en su conjunto tomen conciencia de la importancia de los deportes callejeros en el desarrollo de los niños y jóvenes. La falta de instalaciones deportivas en los barrios o incluso el cierre o desaparicion de las mismas , asi como la ausencia de programas de promoción del deporte en las calles están contribuyendo a su eclipse total. Es necesario buscar soluciones y generar iniciativas que fomenten la práctica deportiva en los entornos urbanos, como la rehabilitación de canchas y la organización de eventos deportivos regulares con caracter publico.

Debemos recordar que el deporte de calle no se reduce a un único día de celebración. Es un estilo de vida que promueve la actividad física, la interacción social y el espíritu competitivo de una forma sana e integradora.

Asi que, en un mundo donde los Juegos del Hambre han sido sustituidos por los juegos de pantalla y la ciudad se convierte en una arena desierta, los chavales se convierten en tributos olvidados, privados de la oportunidad de forjar su valentía en los campos de batalla urbanos. La calle, una vez bulliciosa y llena de risas, ahora yace en silencio, como un distrito en ruinas esperando ser rescatado por la llama deportiva. Es hora de despertar de esta pesadilla y devolver el esplendor a los juegos del hambre callejeros, donde los jovenes guerreros se convierten en los verdaderos protagonistas de su propio destino y las canchas de barrio se convierten en el escenario de héroes en ciernes. Solo así podremos presenciar una nueva revolución, donde la energía y la vitalidad resurgen, y el espíritu de competencia recupera su hogar en las calles de nuestra ciudad.

Jesús Suárez
Jesús Suárez
Jesús Suárez, nacido el 2 de noviembre de 1977 en A Coruña, en la vereda del polvorín, barrio de Montealto, es un ingeniero informático graduado por la Universidade da Coruña. Además de su formación técnica, Jesús es líder y cantante del grupo Mar de Fondo, donde canaliza su pasión por la música. Su talento artístico se combina con su compromiso social, ya que es el creador del proyecto Escoita, una iniciativa inclusiva que busca mejorar la accesibilidad para personas ciegas o de baja visión.