Vecinas de un edificio de A Coruña montan un picnic en el rellano para acompañar a su vecina encerrada en el ascensor durante el apagón

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Un picnic en el rellano para acompañar a su vecina de A Coruña atrapada en el ascensor de su edificio

Loli entró en el elevador a las 12:30 y no pudo salir hasta cinco horas después, cuando "dos bomberos muy apuestos" la sacaron en brazos

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"Lo que más me preocupaba era que me entraran ganas de ir al baño", contaba Loli recordando el susto que pasó ayer durante el apagón: se quedó encerrada en un ascensor durante más de cinco horas. Esta vecina de la plaza de España volvía a su casa tras hacer la compra, y cuando entró en el elevador para subir a su planta, la séptima, este se detuvo en seco. "Llego a entrar un segundo más tarde y no me pasa", recuerda.

Loli es una de las muchas personas que se quedaron atrapadas en ascensores en el momento en que se fue la luz -más de medio centenar según incidencias de bomberos en A Coruña-. Aunque para algunos fue una experiencia traumática, ella lo recuerda como "una anécdota para contar a mis bisnietos". En ningún momento se sintió sola: su hija y las vecinas le hablaban desde el rellano y la mantenían informada de cualquier novedad.

El ascensor se detuvo entre el sexto y el séptimo piso, justo cuando estaba a punto de llegar a su destino. Fue gracias al timbre de emergencia del interior que logró alertar a sus vecinos y a su hija, que estaba en casa. "Al ver que no volvía de la compra, supuso que sería yo", explica. Enseguida comenzaron a llamar a los servicios de emergencia, pero las líneas estaban colapsadas.

Al ver que pasaban las horas, una vecina y su hija tuvieron la idea de sacar sillas al pasillo y montar una especie de picnic improvisado en el rellano. Con una cerveza y algo de embutido, acompañaron a Loli desde el otro lado de la puerta. El único inconveniente: la música del ascensor. "Era la gota malaya", ríe Loli, con el politono aún retumbando en su cabeza.

Picnic en el rellano

Picnic en el rellano Cedida

Tras cinco horas de conversación sobre lo que estaba sucediendo, y con la radio siempre encendida, por fin llegaron los bomberos. "Nunca dos jóvenes tan guapos me cogieron en brazos", bromea Loli. La sacaron por el hueco del ascensor, donde la esperaban sus acompañantes entre aplausos y abrazos.

Durante su encierro, confiesa que su mayor preocupación era tener que ir al baño. "Llevaba papel higiénico, pero esperaba no tener que llegar a eso", asegura. Por suerte, acababa de hacer la compra y tenía provisiones por si la noche se alargaba: "Era algo que no descartaba". Pero no fue necesario. La experiencia se quedó en anécdota. En su caso, la vivió entre risas, música insistente y buena compañía.