Ana Redondo, durante la sesión de control de este miércoles en el Congreso.

Ana Redondo, durante la sesión de control de este miércoles en el Congreso. EFE

Tribunas

La violencia machista debe quedar fuera de la calculadora electoral

Los medios de protección de las mujeres sólo funcionan si existe confianza en el sistema por parte de las víctimas. Y para generarla hace falta que el sistema sea eficaz, pero también no caer en la demagogia electoralista.

Publicada

El otro día, en una tertulia de televisión, presencié una discusión sobre violencia de género entre una persona de derechas y otra de izquierdas. Se gritaban como si sus posiciones fueran el día y la noche, y como si hubiera un enfrentamiento radical entre ellos en este asunto.

Alguno podría ver esto, escuchar el tono de voz y pensar que es reflejo de una sociedad enfrentada por esta cuestión. Como si unos defendieran proteger a las mujeres y los otros no, o algo similar.

Pues no es así. La inmensa mayoría de la sociedad española tiene una enorme sensibilidad con este tema y defiende una lucha eficaz y con todos los medios posibles frente a este drama.

¿Por qué vemos tanto enfrentamiento, entonces?

La estrategia de polarización permanente, que desde diversos espacios parece plantearse, necesita generar enfrentamientos continuos, sean por el tema que sean.

El vicesecretario de Educación e Igualdad del PP, Jaime de los Santos, en el Congreso de los Diputados.

El vicesecretario de Educación e Igualdad del PP, Jaime de los Santos, en el Congreso de los Diputados. EFE

Da igual si es la corrupción, los currículos falsos de los políticos, la situación en Gaza, o la violencia machista. Todo muy edificante y útil para quienes de verdad necesitan a la política funcionando con eficacia y sensibilidad.

No nos confundamos tampoco. Es totalmente legítimo y deseable que se lleve a cabo una tarea de control y fiscalización de la gestión de los gobiernos sobre la violencia machista.

El objetivo de esta tarea de fiscalización debería ser ayudar a proteger mejor a las mujeres. Y para esa labor de control claro que hay que exigir más, pedir explicaciones de los fallos que se produzcan y también, por cierto, hacer propuestas para mejorar la gestión.

Pero lo que no se debe hacer nunca, especialmente con este tema, es hacer demagogia ni alimentar el populismo. Y ahora veremos por qué.

Para empezar, hay que tener claro que la eficacia del sistema de protección de las mujeres se basa en la confianza de las víctimas en el propio sistema.

Es vital que una mujer tenga la confianza y la seguridad para denunciar sabiendo que ahí va a estar el Estado, las administraciones, las fuerzas y cuerpos de seguridad, la justicia, la atención social y toda la sociedad española para acompañarla, ayudarla y protegerla. A ella y a sus hijos.

Si no existe esta confianza por parte de las mujeres, se cae la eficacia de todo el sistema. Desaparece la disuasión sobre los potenciales agresores y no se inician los caminos de protección una vez producida una primera agresión.

¿Y cómo se consigue que las mujeres confíen en el sistema?

"Para conseguir esa amplia confianza en el sistema es imprescindible, además de la total transparencia y milimétrica gestión, no generar en las mujeres el miedo ni las dudas que se generan con el populismo y las noticias falsas"

Lo más importante es que el sistema funcione. Que esté bien diseñado y cuente con suficientes medios para garantizar la seguridad de las mujeres.

De acuerdo con esto, para que no falle esa confianza es imprescindible dar explicaciones de forma inmediata y transparente ante cualquier problema o incidencia que pueda producirse. Y, al mismo tiempo, es necesario corregir cualquier fallo de forma inmediata y diligente.

Pero para conseguir esa amplia confianza en el sistema es imprescindible, además de esta total transparencia y milimétrica gestión, no generar el miedo ni las dudas en las mujeres que se generan con el populismo, la demagogia y las noticias falsas que por desgracia estamos viendo.

Quienes hemos sido alcaldes o alcaldesas sabemos bien lo que cuesta, en muchas ocasiones, convencer a una vecina de que pida ayuda o que denuncie. Y de lo importante que esta decisión puede ser para ella y para sus hijos.

Es muy necesario que se perciba que toda la sociedad está unida en un asunto como éste.

Y vista esta necesidad, no ayuda a que exista esa confianza que un partido político de Estado como el PP dé voz y alcance acuerdos en estos temas con partidos que niegan la existencia de la violencia de género. Al revés.

Hacen mucho daño a esa confianza declaraciones como las de Isabel Díaz Ayuso diciendo que "También hay violencia sobre el propio hombre. Sufre incluso más agresiones que nosotras".

O decisiones como reducir las acciones de sensibilización en el sistema educativo de Madrid de 4.740 en 2022 a solo 30 en 2025. ¿Qué estamos diciendo a los hombres y mujeres de Madrid, especialmente a los jóvenes?

La única forma de avanzar en un problema tan grave y complejo como la violencia machista es con amplios consensos sociales. Y afortunadamente ya existe el consenso político que refleja ese consenso social.

Y un acuerdo político sobre este asunto tan grave: el Pacto de Estado contra la Violencia de Género aprobado en 2017, que reúne a todas las administraciones públicas para abordar la violencia de género como un problema estructural.

Ahora hay que cumplirlo.

El Gobierno tiene por delante mucha tarea de explicación, transparencia y mejora de condiciones y seguridad del sistema de protección. Y el PP, una tarea de fiscalización constructiva que debería ejercer con responsabilidad, seriedad, propuestas y sin alimentar al populismo.

Hagamos el favor a la sociedad española y a las mujeres de este país de no meter este tema en la calculadora electoral de los partidos políticos.

*** Juan Lobato es técnico de Hacienda y diputado en la Asamblea de Madrid.