Viktor Orbán.

Viktor Orbán. EFE

LA TRIBUNA

China está penetrando en la UE a través de Hungría

A la UE, que ha presionado a algunos Estados miembros para que se desvinculen de Pekín, debería preocuparle que las inversiones chinas sostengan a Orbán.

20 marzo, 2024 02:15

Por asombroso que resulte, es posible que pronto haya agentes de policía chinos integrados en patrullas mixtas en las calles de Hungría, según ha confirmado este mes el Ministerio del Interior húngaro. Gracias a un acuerdo con el Ministerio de Seguridad Pública chino, los agentes de ambos países patrullarán las zonas con gran afluencia de turistas.

Según el Ministerio, esta medida "intensificará la cooperación en ámbitos como la lucha antiterrorista, la lucha contra la delincuencia internacional, la seguridad y la capacitación de las fuerzas de seguridad". Existe el temor a que los motivos del Gobierno chino sean menos nobles: vigilar a los chinos residentes en Europa, y en particular a los disidentes.

Este acuerdo forma parte de una pauta de comportamiento del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que lleva tiempo fortaleciendo sus relaciones con Pekín. Mientras la UE y Estados Unidos están advirtiendo del peligro que supone depender demasiado de una China cada vez más autoritaria, Orbán ha redoblado su compromiso de "abrirse a Oriente" en la política exterior húngara y el de convertirse en el socio más fiable de Pekín dentro de la UE.

Viktor Orbán junto a Donald Trump.

Viktor Orbán junto a Donald Trump. EFE

En octubre, Orbán fue el único dirigente de la UE que asistió a la cumbre china sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta (el plan chino de inversión en infraestructuras mundiales), en la que se reunió con el presidente chino Xi Jinping y Vladímir Putin. "Estamos convencidos de que esta iniciativa cambiará el mundo y la economía mundial y transformará el mundo en un lugar que hará posible el bienestar de más gente", declaró Orbán en la capital china.

Durante el mandato de Xi, afirmó luego, las relaciones entre ambos países "han alcanzado un nivel sin precedentes".

No debemos subestimar esta colaboración. Hungría ha bloqueado o retrasado una y otra vez en la UE las declaraciones críticas con China, especialmente las relativas a los derechos humanos en Hong Kong. Al mismo tiempo, Orbán ha hecho todo lo posible para que las empresas chinas se instalen en Hungría.

"Desde el punto de vista ideológico, Orbán enmarca los vínculos de Hungría con Estados autocráticos como China, Rusia y las repúblicas de Asia central dentro de su discurso euroescéptico"

El fabricante chino de tecnología y baterías CATL, al que se atribuyen estrechos vínculos con el Partido Comunista Chino, tiene planes para levantar en Hungría una fábrica de baterías valorada en 7.300 millones de euros. El gigante chino de los coches eléctricos BYD ha anunciado que va a construir en el país su primera fábrica de automóviles en Europa. La empresa de telecomunicaciones Huawei tiene su mayor base logística y de fabricación de fuera de China en Hungría.

Uno de los proyectos estrella de la Iniciativa de la Franja, el ferrocarril Budapest-Belgrado, atraviesa Hungría. Es un proyecto que se ha aplazado muchas veces y que ha suscitado controversias por los costes tan elevados que supondría y por la decisión del Parlamento húngaro de mantener todos los detalles en secreto. El dinero para construir el ferrocarril procede en su mayor parte de un préstamo chino. 

Desde el punto de vista ideológico, Orbán enmarca los vínculos de Hungría con Estados autocráticos como China, Rusia y las repúblicas de Asia central dentro de su discurso euroescéptico. Afirma que es lógico que Hungría estreche lazos con estos países debido al declive de Occidente.

Pero el proyecto ferroviario es un ejemplo que demuestra que el principal motor de la política china de Orbán es la corrupción. Algunas informaciones han revelado que la familia de Lőrinc Mészáros, el hombre más rico de Hungría, amigo de la infancia del primer ministro, es una de las más beneficiadas económicamente del proyecto ferroviario.

Si bien la apertura a Oriente proporciona un pretexto ideológico, la clase dirigente ve sobre todo una oportunidad de negocio para aumentar su riqueza. Las élites empresariales vinculadas a Orbán ya están en buena posición para beneficiarse de las inversiones que hace China en fábricas de baterías en Hungría.

El medio de investigación VSquare ha informado de que varias empresas chinas planean construir centrales solares para cubrir sus necesidades energéticas, dentro de una inversión que se calcula en 2.500 millones de dólares. Las beneficiadas serán las empresas húngaras que tienen conexiones con el Gobierno y que van a encargarse de los subcontratos, puesto que dominan ciertos segmentos de la industria solar.

El mayor peligro es que los lazos comerciales entre Hungría y China, cada vez más estrechos, se conviertan en un pozo en el que desaparezca el dinero, sin ninguna transparencia, y así ayuden a las élites políticas a consolidar su poder sobre el Estado y la sociedad.

"Orbán presume de su amistad con China para subrayar su supuesto peso en el mundo. En realidad, las inversiones chinas sostienen y legitiman su red de corrupción clientelar"

De esa forma, los proyectos reforzarían la red clientelar que ha construido Orbán desde hace quince años y dañarían aún más la calidad de la gobernanza y la confianza en las instituciones democráticas del país.

China está utilizando un "capital corrosivo" (sin transparencia, rendición de cuentas ni mentalidad de mercado) para influir en las decisiones políticas de Hungría y otros países y así contribuir al deterioro de la democracia.

Orbán presume de su amistad con China para subrayar su supuesto peso en el mundo. En realidad, las inversiones chinas sostienen y legitiman su red de corrupción clientelar y Orbán, con toda probabilidad, va a seguir recurriendo al dinero de ese tipo de Estados autocráticos para apuntalar su posición interna.

Lo previsible es que la Hungría de Orbán siga siendo un obstáculo a la hora de tomar decisiones conjuntas en la UE para contrarrestar la influencia creciente de China en el mundo.

A la UE, que ha presionado a los Estados miembros para que eliminen riesgos y, en algunos casos, se desvinculen de Pekín, debería preocuparle el hecho de que ciertas inversiones estén sirviendo para sostener un Gobierno cada vez menos democrático.

El presidente chino, Xi Jinping.

El presidente chino, Xi Jinping. EFE

El mejor ejemplo es el del sector de las tecnologías limpias, dominado por China. Hungría y su socio de Visegrado, Polonia, rivalizan por encabezar la transición de Europa a los vehículos eléctricos. Algo que conllevaría la necesidad de aumentar la producción de baterías de iones de litio. Lo que, a su vez, ha creado un clima en el que los dos gobiernos intentan atraer inversiones extranjeras a sus respectivos países.

En el caso de Polonia, la dependencia es tal que el 70% de los paneles fotovoltaicos del país se fabrican hoy en China. Aunque el tema ha empezado a aparecer en el debate nacional, da la impresión de que, aparte de los círculos de expertos, hay pocos a quienes preocupe el doble juego de Pekín, que al mismo tiempo está facilitando la agresión cometida por Rusia a las puertas de la UE.

La realidad es que, sin las medidas necesarias para contrarrestar esta situación, estamos cada vez más cerca de que grandes partes de Europa central y oriental se endeuden con China y cedan a sus exigencias.

No deberíamos pensar en las consecuencias de esa dependencia sólo desde una perspectiva local, porque debilitarán el mercado europeo y, a la larga, suscitarán dudas sobre su viabilidad en el futuro, dados los antecedentes de Pekín de socavar las normas y alimentar la corrupción en los países en los que invierte.

El comportamiento actual de Hungría (un país en el que la democracia ya se encuentra en una trayectoria descendente) y sus vecinos debe servir de advertencia a los líderes de la UE sobre el nivel de dependencia de los Estados miembros y el daño que podría causar en Europa la penetración china.

*** Edit Zgut-Przybylska es profesora asociada en el IFIS de la Academia Polaca de Ciencias e investigadora visitante en el Democracy Institute de la Universidad Centroeuropea.

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