Irene Montero y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados, en una foto de archivo.

Irene Montero y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados, en una foto de archivo.

LA TRIBUNA

¿Recuerda su frase, señor Iglesias?

Una parte de la izquierda se dedica a difamar y a perseguir a las feministas que no comulgan con las políticas identitarias, la agenda trans y el lobby proxeneta, acusándolas de ser colaboracionistas de la ultraderecha de Vox.

5 junio, 2022 01:58

El pasado 28 de mayo, miles de mujeres nos manifestamos en Madrid para exigir al Gobierno la aprobación de una legislación abolicionista de la prostitución. El movimiento feminista lleva décadas reclamándolo. Como décadas lleva autodenominándose el PSOE abolicionista sin promulgar una ley en este sentido.

La diputada de Vox Macarena Olona durante la sesión de control al Gobierno.

La diputada de Vox Macarena Olona durante la sesión de control al Gobierno. Congreso

La nueva ley orgánica de garantía integral de libertad sexual, conocida como la ley del sólo sí es sí, también se ha olvidado de las mujeres prostituidas. Una ley que se supone forma parte de las políticas que deben servir a la erradicación de la violencia sexual, pero que, sin embargo, ignora una de las más atroces formas de violencia sexual que pueden padecer mujeres y niñas.

Hace tiempo que “el Gobierno más progresista de la historia” y el “Ministerio de Igualdad más feminista existente sobre la faz de la tierra” han decidido abandonar a las mujeres prostituidas.

No sólo han renunciado a implementar una legislación abolicionista como prometieron en campaña y programa electorales, sino que han eliminado del texto definitivo la demanda feminista de penalizar la tercería locativa. Esto es, una modalidad de proxenetismo que consiste en la habilitación de espacios para el “ejercicio” de la prostitución y cuya despenalización en el Código Penal de 1995 ha supuesto la licitud de miles de prostíbulos y pisos donde mujeres son explotadas económica y sexualmente.

Las mujeres feministas no sólo tenemos que aguantar las constantes cesiones gubernamentales al lobby proxeneta, sino que también soportamos sus injurias y ataques. Los del lobby y los de los miembros o afines del Gobierno que les hacen el trabajo. Sirva de ejemplo el tuit ya borrado del exvicepresidente Pablo Iglesias.

Con sus infames declaraciones, Iglesias pretendía ridiculizar a las miles de mujeres que salimos a la calle a exigir una ley abolicionista de la prostitución. Mintió sobre la afluencia de la manifestación y mintió sobre el motivo de la misma. En todo caso, cabe recordar que cuando sí salimos a la calle a protestar por la ley trans que el Gobierno pretende aprobar también fuimos miles de mujeres. Y en ambas manifestaciones se escucharon proclamas pidiendo la dimisión de Irene Montero.

Varias organizaciones feministas, entre ellas Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, de la que formo parte, le hemos pedido al Ministerio de Igualdad, por todos los cauces posibles, que se reúna con nosotras para que atienda nuestra legítima preocupación por las nefastas implicaciones que su ley trans tiene para los derechos de las mujeres e infancia.

"Le pedimos al ministerio de Irene Montero que abandone las políticas identitarias y se centre en la tarea para que fue creado: la erradicación de la violencia machista"

Le hemos pedido que derogue la instrucción de 5 de octubre de 2010, de la Dirección General de los Registros y del Notariado, que permite la inscripción de bebés nacidos mediante la mal llamada “gestación subrogada”. Esto es, la explotación reproductiva de mujeres y compraventa de seres humanos.

Le hemos pedido que abandone las políticas identitarias y centre su Ministerio en la tarea para que fue creado: la erradicación de la violencia machista.

A todo, caso omiso. Y cuando no nos ignoran, nos difaman.

Algunas sabrán que, hace unas semanas, la diputada de Vox Macarena Olona me citó en sede parlamentaria en el debate sobre la ley del solo sí es sí.

Olona aludió a mi persona como voz referente en contra de las políticas identitarias desarrolladas por el Ministerio de Igualdad. Pues bien, esto le valió al feminismo en general y a mí en particular otra campaña de difamación mediante la ya clásica falacia de asociación entre el feminismo y la “ultraderecha” o el “fascismo”.

Periodistas partidistas e intelectuales orgánicos como Antonio Maestre corrieron a hacer odas a Irene Montero y llamarme a mí y a otras citadas (Lucía Etxebarría y Lidia Falcón) “mujeres alabadas por posfascistas que impiden en España el avance de los derechos de las mujeres”.

A las represaliadas por el franquismo, como Lidia Falcón, o a quienes cada día nos dejamos la piel por acabar con la explotación sexual de mujeres y niñas, nos vienen a hablar de fascismo. Pareciera por su reacción desaforada que tendría que haber salido a autoflagelarme pidiendo perdón porque Olona me cite y coincidamos en que el sexo biológico existe y en que las leyes trans o de identidad de género suponen el borrado jurídico del sexo.

"Hacer políticas contrarias a los intereses de los trabajadores y seguir dándole la espalda al movimiento feminista no parece la forma más conveniente de frenar a Vox"

Quienes desde tribunas nos acusan de ser de “ultraderecha” saben perfectamente los desacuerdos y críticas que las feministas hacemos a Vox. Quienes desde instituciones nos acusan de ser partícipes del “fascismo” saben que están insultando a quienes fueron sus votantes.

A unos y otros les diría que definieran “ultraderecha” y “fascismo” porque a fuerza de arrojarlo contra todo oponente político ha dejado de ser una categoría política para convertirse en un burdo insulto. Ni aciertan llamando fascistas a los simpatizantes de Vox (recordemos que el fascismo fue un régimen político en un momento histórico determinado) ni mucho menos llamándonoslo a las mujeres que combatimos el sexismo a izquierda y derecha.

A unos y otros les diría que empiecen a escuchar a las feministas y a quienes fueron y podrían ser sus votantes para comprender el cada vez más palpable hartazgo y su consecuente batacazo. Seguir haciendo políticas contrarias a los intereses de los trabajadores, seguir dándole la espalda al movimiento feminista y seguir insultándonos no parece la forma más conveniente de evitarlo.

Busquen en sus acciones las causas del ascenso del Vox y dejen de acusar de fobias y nefastismos a todo aquel que hace crítica de sus políticas. Abandonen las inútiles campañas que parecen afirmar que respirar es fascismo, porque no hacen otra cosa que ridiculizarse a sí mismos e indignar a parte del electorado de izquierdas.

Ignorancia deliberada, desprecio e insultos es todo lo que nos ofrecen a quienes desde las izquierdas expresamos fundamentada crítica. La izquierda mediática va a tribuna diaria para acusarnos de neofascistas rojipardas.

Pablo Iglesias despreció burlonamente nuestra manifestación en contra de la explotación sexual de mujeres y niñas. Echenique nos llamó “basura tránsfoba” en la manifestación del 26 de octubre en la que miles de mujeres pedimos la paralización de la ley trans que ahora se está tramitando. Irene Montero sigue fingiendo que no existimos.

“Primero nos ignoran, luego se ríen de nosotras, luego nos atacan; entonces ganamos”. ¿Recuerda la frase que tantas veces ha pronunciado, señor Iglesias?

*** Paula Fraga es abogada especializada en Derecho penal y de familia.

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