Chris Rock en la gala de los Oscar minutos antes de su altercado con Will Smith.

Chris Rock en la gala de los Oscar minutos antes de su altercado con Will Smith.

LA TRIBUNA

Humor negro en los Oscar

En el caso Smith-Rock se están mezclando dos debates. El del presunto machismo y el de la evidente violencia física con la que Smith trató de solventar su enfado. 

30 marzo, 2022 02:03

Esta sociedad, últimamente, sólo discute en Twitter. La ventaja de esto es que, ante un suceso viral, todo el mundo opina. Y puedes aprender leyendo argumentos de todo tipo. Lo que sí, lo que no te convence y los porqués. La desventaja es que Twitter es inmediato, la gente tiende a ser concisa y visceral, y elabora titulares. Y ya sabemos que un titular se trata de resumir, pero también debe ser llamativo. Y en el caso del debate sobre una hostia con la mano abierta, categórico.

Will Smith y Jada Pinkett, en la alfombra roja de los premios Oscar.

Will Smith y Jada Pinkett, en la alfombra roja de los premios Oscar.

Sorprende cómo, en esta discusión apasionante, hasta las personas más calmadas pierden los papeles, casi como el propio Will Smith. Y si tratas de buscarle los matices a los hechos, la habitual tolerancia de un hábil y apacible interlocutor se torna en intolerancia: "O sea, que justificas la violencia". No, la puedo entender. "Es decir, que si yo te hago un raspón en el coche, está bien que me pegues dos tiros".

Y así.

Otra de las características de esta sociedad tuitera es que politiza todo, quizás por interés de quienes desean guiarnos cual rebaño a sus postulados para sacar ventajas demoscópicas. Y esto hace que el evento de la semana haya sido escudriñado desde cada uno de los artículos, puntos, párrafos y subapartados de los programas electorales de unos y otros.

Pero yo quiero fijarme, si me lo permiten, en un solo aspecto. O en dos, y me explico: creo que se están mezclando, al menos, dos debates. El del presunto machismo y el de la evidente violencia física con la que Smith trató de solventar un enfado.

He concluido que la manera más visual y fácil de explicarme es la de jugar al "y si", lo que en Twitter este lunes tanta gente llamaba el whataboutismo. Sí, caeré en esa trampa dialéctica: cúlpenme.

"Habría sido reprobable que la ofendida se hubiese defendido abofeteando al ofensor. Aunque quizás algunos de los que hoy se hacen cruces (y sobre todo, algunas) lo habrían justificado"

Hagamos, pues, el ejercicio de cambiar al intérprete subiendo al escenario por Jada Pinkett, su señora supuestamente ofendida, ganando el Oscar a la mejor actriz de reparto contra la cara de Chris Rock. Esto también es de un meme tuitero, de un humor blanco insuperable. Porque, créanlo, se pueden pedir risas sin hacer caricatura de las particularidades físicas, estéticas o clínicas de los demás.

Pero no nos desviemos y separemos los dos debates, el de la torta súbita y el del patriarcado secular.

Si el asunto del que queremos hablar, para reprobarlo o justificarlo, es el de la agresión, pongamos que hubiese sido la propia mujer alopécica la que le hubiese calzado un bofetón al maestro de ceremonias de la gala de la Academia.

"Nada justifica la violencia, que es venenosa y destructiva", ha dicho el propio Smith para pedir sus disculpas. Y, efectivamente, habría sido reprobable que la ofendida se hubiese defendido abofeteando al ofensor. Aunque quizás algunos de los que hoy se hacen cruces (y sobre todo, algunas) lo habrían justificado.

Ya no hay machismo, salvo quizás el del bromista sin gusto. 

Pero si el problema es la actitud, cual caballero andante que desface entuertos y protege a las damas indefensas, de Will Smith, entonces queda fuera el ingrediente violento.

Lo desarrollo.

Se ha dicho por ahí (lo he oído en la radio, y también lo he leído, una vez más, en Twitter) que mucho mejor habría estado Smith si, tras la chanza, coge de la mano a su mujer con un digno "nos vamos de aquí, querida, en esta gala no se nos ha perdido nada". Salvo el Oscar, tal vez. Aquí no hay torta, pero ¿no habría sido eso igual de machirulo?

Sólo dos cosas más, y aquí volvemos a los matices. 

Leí una vez en el estado de guasap de una amiga una frase que me aplico desde entonces: "Cada persona que ves está luchando una batalla de la que tú no sabes nada... sé amable y no juzgues". O algo así.

Aquí, sólo por deducción podemos explicarnos por qué Will Smith, primero, se rio del chiste y, acto seguido, decidió agredir al chistoso. Es posible que atisbara por el rabillo del ojo la cara de vinagre de Pinkett, ofendida y humillada, y sobrerreaccionara para lavar su propio honor ante su señora. O es posible que no sea un machorro, sino un calzonazos obediente al que su dueña azuzara como a un sabueso: "Will, ataca". 

Como en Twitter todo el mundo opina, y el SEO de la leche se ha disparado, los medios no dejamos de publicar cositas del asunto, ozando como cochinos en una charca de mierda.

Se ha llegado a sugerir que si ataque de cuernos o que si padre maltratador y alcohólico por parte de Smith. Que si venganza en diferido o simple estupidez de Rock (recuerden que el inicio del gag iba por lo de que si la mujer de un tal Javier Bardem no ganaba su estatuilla, él tampoco querría hacerlo, que debe de ser que, para un yanqui, opera el estereotipo de que las españolas son muy de mandar al marido al sofá).

Pero no tenemos ni idea de las motivaciones reales de cada uno. 

"A ver si vamos a meter un tercer elemento en la discusión, el del racismo semántico, el de los académicos de la lengua y el mío propio"

Así que anote el lector que no tomo postura. Ni defiendo la guantada, ni amparo al macho. Pero tampoco condeno, porque creo que esto no fue más que una escena de bar, desgraciadamente emitida en directo ante una audiencia de, no sé, ¿mil millones de personas? 

Para acabar, ¡ojo! Más arriba he utilizado el término humor blanco para categorizarlo como el bueno frente al negro, que no yo, sino la RAE, define como "un tipo de humor caracterizado por hacer ver desde una perspectiva hilarante las situaciones que normalmente producirían miedo, horror, conmiseración o lástima".

Humor negro, miedo, horror, conmiseración y lástima. A ver si vamos a meter un tercer elemento en la discusión, el del racismo semántico, el de los académicos de la lengua y el mío propio.

Menos mal que el trío de protagonistas compartía color de piel y nos hemos ahorrado lo del blanquito esclavista recordando al afroamericano de qué barco bajaron sus abuelos.

*** Alberto D. Prieto es periodista.

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