J. K. Rowling, con los protagonistas de la saga cinematográfica de Harry Potter.

J. K. Rowling, con los protagonistas de la saga cinematográfica de Harry Potter.

LA TRIBUNA

Ojalá J. K. Rowling no hubiese inventado a Harry Potter

Que J. K. Rowling sea una nota a pie de página en el especial televisivo dedicado a Harry Potter resulta chocante. Pero no tanto como que aquellos que se hicieron millonarios gracias a ella finjan ahora no conocerla. 

5 enero, 2022 01:51

El reparto de Harry Potter ha decidido reunirse por el vigésimo aniversario de la saga cinematográfica pasando por alto que J. K. Rowling, mira por dónde, inventó ese universo que los hizo millonarios. De modo que la situación es extraña y, si uno se pone creativo, no muy distinta a una misa donde Dios fuera una nota a pie de página.

El especial, promocionado a bombo y platillo y patrocinado por la misma cadena que se llevó por delante Lo que el viento se llevó (una película terriblemente racista), ofrece un paseo por la estación de trenes, con su espesa niebla a fuerza de vapor de agua y glicerol, y reúne a los niños ya crecidos y con canas y arrugas y como sacados de la familia Roy de Succesion para hacer caja con la nostalgia.

Y, sin embargo, el especial apenas reserva medio minuto en más de hora y media a un par de declaraciones antiguas y nada polémicas de la autora escocesa. De haber sido una boda, no habría acompañado al novio al altar.

La escritora, que a estas alturas tiene el apellido abollado por los perdigones, comenzó su camino a la perdición al defender que no basta con decir que eres una mujer o un hombre para serlo. Que debería tenerse en cuenta la palabra biología y que asumir el discurso de la autodeterminación sin debate, como si tal cosa, tiene consecuencias sociales muy peligrosas. Sobre todo para las mujeres.

"Los activistas que encienden las antorchas contra Rowling tienen más de pequeños mussolinis que de hermanitas de la caridad"

Su tesis está expuesta en entrevistas y en un artículo revelador, para quien domine el inglés, que comienza con el lamento de verse obligada a escribirlo: “No es un texto fácil, por razones que en breve se pondrán de manifiesto, pero ha llegado la hora de explicarme y de hacerlo en un ambiente intoxicado, sin el menor deseo de contribuir a esa toxicidad”.

Sostiene Entertainment Weekly, citando fuentes muy cercanas y muy anónimas de la productora, que fue Rowling la que declinó asistir a la fiesta y que “nada” tuvo que ver que miles de activistas le pusieran la cruz por animar el debate sobre la cuestión trans. Algo que no se limita a acompañar sus opiniones con comentarios del estilo si tú lo dices, sino que implica campañas de acoso y derribo que no son ajenas a editores, actores y distribuidores con el miedo instalado en la cuenta corriente.

Rowling promueve la protección de los transexuales, rechaza su discriminación y asume la diversidad de géneros. Pero la acusan con frecuencia de llamar a la violencia contra las personas trans y de participar en una perversa espiral que los empuja al suicidio y al oscuro rincón de la historia del que no debieron salir nunca.

No sirvió precisamente de ayuda que el actor de Harry Potter, Daniel Radcliffe, conocido sobre todo por los papeles que escogió desde entonces, pidiera a los seguidores del mago que no se dejaran llevar por las convicciones de la escritora, matizando que él sí considera que sexo y género no van de la mano.

"Rowling asumió el camino de la libertad de expresión sin saber del todo que ponía rumbo a algo diferente"

No hay que irse muy lejos para comprobar que los activistas que encienden las antorchas contra Rowling tienen más de pequeños mussolinis que de hermanitas de la caridad, lo que arroja la curiosa paradoja de los oprimidos convertidos en opresores.

Daniel Gascón lo dijo de otra manera. Los seguidores del culto a la cancelación acumulan los defectos de las religiones, sin ninguna de sus virtudes. No hay que irse muy lejos, porque lo mismo le ocurrió a Paula Fraga, colaboradora de EL ESPAÑOL. Por defender lo mismo que Rowling la han amenazado, extorsionado y expulsado de Twitter.

Pero, de regreso a Rowling, la escritora que introdujo a millones de niños en la lectura asumió el camino de la libertad de expresión sin saber del todo que ponía rumbo a algo diferente. Lo hizo sin intuir que incluso los concienciados niños del reparto, y no sólo los activistas con dedos, teléfono y una conexión a internet más o menos estable, le corresponderían con el mismo amor que el vengativo huérfano a Voldemort, deseando que ojalá J. K. Rowling no hubiese inventado a Harry Potter.

O que se guardara sus opiniones, al menos. Así podrían ser ricos sin remordimientos.

*** Jorge Raya Pons es periodista.

José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid.

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