Un venezolano, durante una jornada de protesta contra la dictadura de Maduro.

Un venezolano, durante una jornada de protesta contra la dictadura de Maduro.

LA TRIBUNA

A cien pasos de la democracia en Venezuela

“Un posibilista es alguien que no tiene esperanzas irracionales, pero tampoco miedos inverosímiles. Alguien que se resiste a una visión dramática del mundo” (Hans Rosling)

13 mayo, 2021 02:41

Me van ustedes a perdonar, pero el asunto de los extremos me tiene ya hasta las mismísimas. No es sólo que los políticos hagan política de red social (mucho retuit, poco voto), sino que el virulento fantasma que recorre el mundo desde hace más de un año nos está volviendo más neuróticos de lo previsto. No es que nos vayamos a volver locos, es que ya nos pasamos tres pueblos.

A falta de sana taberna, el mundo ha cogido a Twitter por barra. En Venezuela, sin vacunas en el horizonte y en confinamiento intermitente, el caso es digno de estudio. Tras el alboroto del nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), un poquitín más digerible que los anteriores, se me ocurrió publicar en esa red social una lista básica de las condiciones mínimas para unas elecciones libres.

A saber: cese de la persecución en general, incluyendo el levantamiento de las inhabilitaciones políticas; devolver los partidos a sus autoridades legítimas y permitir la observación electoral internacional.

Los minimalistas, aquellos que votan porque sí y sin importar si su voto realmente elige, me fusilaron por pedir tanto. Remataron la faena los maximalistas, aquellos que no votan si no tienen condiciones suizas, como si el desmontaje de un sistema autocrático fuera equivalente a elegir nuevo gobernante en el cantón alpino.

La Corte Penal Internacional avanza y Maduro puede convertirse en el primer gobernante de la región en ser condenado mientras está en ejercicio del poder

Como suele ocurrir, cercano al punto medio está la solución. Hay que negociar una transición y esta bien comenzar por unas elecciones libres, pero el embrollo venezolano es tal que no basta con algunos gestos de buena voluntad. Josep Borrell, todo un jefe de la diplomacia europea, debería por cierto saber esto. Fue uno de los entusiastas que no aguantó dos pedidas para aplaudir al régimen.

Para que esta negociación tenga sentido, deberá formalizarse un acuerdo político que avale todos los pasos dados y otorgue seguridad a los bandos políticos en conflicto. Lo que no se puede hacer, como pretenden los radicales maduristas y los opositores, es rehuir eternamente la conversación. Sobre todo debería saber esto la oposición. Mecanismos como las sanciones, lo único que no deja dormir a la camarilla madurista, sólo tienen sentido si persiguen un fin práctico y claro. Eso lo entiende el gobierno de Joe Biden, a diferencia del de Donald Trump.

Respaldado inmediatamente por los Estados Unidos, Juan Guaidó, el líder de la oposición institucional, ha propuesto un marco de negociación. El acuerdo de Salvación Nacional es lo más serio que hay sobre el tablero político. Atención, maduristas: se les ofrece levantamiento progresivo de sanciones y justicia transicional. A cambio, un cronograma electoral, con condiciones justas, para reinstitucionalizar al país. Inmejorable oferta y respaldada por la Casa Blanca. ¡Llamen ya antes de que caduque!

Aparte de las sanciones, la Corte Penal Internacional avanza y Maduro puede convertirse en el primer gobernante de la región en ser condenado por este organismo mientras está en ejercicio del poder, así sea de facto. Mientras tanto, Baltasar Garzón intenta salvar de las garras del águila americana al testaferro de Maduro, Alex Saab, situación que pone de los nervios a más de uno en la cúpula.

Los demócratas deberán ser firmes en lo irrenunciable: una solución electoral en condiciones justas

Se ha dado el primer paso, el nombramiento del CNE. Pero faltan cien. ¿Qué desencadenará, definitivamente, la transición? La tranquilidad para quienes hoy ostentan el poder de que mañana podrán pasearse tranquilamente por la Milla de Oro o los Campos Elíseos sin el riesgo de que Washington los pesque.

También será factor determinante la seguridad de que seguirán formando parte de la vida política venezolana. Depende de la dinámica posterior que eso se haga como con el peronismo en Argentina o como con el franquismo en España, pero ese íncubo no se va a ningún lado.

Partiendo de eso, los demócratas deberán ser firmes en lo irrenunciable: una solución electoral en condiciones justas. Para ello se preparan los principales partidos políticos opositores, recorriendo cada rincón del país, sin apostar por soluciones maximalistas.

Es lo que hay.

*** Francisco Poleo es analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.

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