Pedro Sánchez, en el Senado junto a Pablo Iglesias.

Pedro Sánchez, en el Senado junto a Pablo Iglesias. EP

LA LISTA DEL SÉPTIMO DÍA

Por qué Sánchez puede ser un presidente de largo recorrido

Algo está haciendo mal la derecha si es incapaz de suponer una amenaza para el presidente más débil durante la mayor crisis en 40 años de democracia en España.  

20 septiembre, 2020 02:56

1. Algo están haciendo mal PP y Ciudadanos si con 53.000 muertos y el liderazgo mundial en la triada muertes/infecciones/ruina económica los votantes españoles siguen sin verlos como una alternativa viable a Sánchez.  

2. No digo "derrotarle". Digo "venderse como alternativa viable". Me conformo con las apariencias como primer paso hacia las realidades. 

3. Si no incluyo a Vox en el paquete no es por hacerle el vacío, sino porque los de Santiago Abascal han escogido una senda alternativa hacia el poder que no es la de PP y Ciudadanos. Esa que dice que las elecciones se ganan desde el centro.

4. También parece haber entendido mejor Vox que PP y Ciudadanos la estrategia de los populismos de extrema izquierda, aunque quizá no tanto sus tácticas, de las que el mismo Vox es un elemento clave. Involuntario, pero clave. 

5. Voy a recomendarle un libro a los fanáticos de la política americana. The Gatekeepers. How the White House chiefs of staff define every presidency, del periodista Chris Whipple. Es decir, Los guardianes. Cómo perfilan las presidencias los jefes de gabinete de la Casa Blanca

6. El libro es una crónica del trabajo realizado por los jefes de gabinete de todos los presidentes americanos desde Richard Nixon.

7. ¿Y por qué desde Richard Nixon? Porque el cargo no existía como tal antes de él. Existían consejeros, asesores, amigos de infancia, esposas, secretarios de Estado, secretarios del Gobierno, jefes de la CIA y etcétera. Todos ellos con más o menos influencia sobre el presidente. Pero no jefes de gabinete como tales. 

8. El libro se detiene durante algunas páginas en William Daley, uno de los cuatro jefes de gabinete que tuvo Barack Obama a lo largo de sus ochos años de presidencia. Daley no duró mucho en el cargo. Era un hombre del siglo XX en el mundo del siglo XXI. 

9. "Cada día se sorprendía por algo nuevo" dice en el libro un antiguo trabajador de la Casa Blanca. "Decía cosas como 'no sabía que el Gobierno Federal funcionaba así'. O 'no sabía esto otro'. Daley aprendía sobre el camino". 

10. "Si Rahm Emanuel [el anterior jefe de gabinete de Obama] ya le parecía a algunos seguidores del presidente 'un tipo de la vieja escuela', Daley era el pleistoceno" dice Chris Whipple. 

11. El libro caricaturiza después las quejas con las que Daley justificaba su incapacidad para entender la época que le había tocado vivir:

–"Si Obama invitara más a John Boehner a las fiestas. Si tendiera más la mano. Si hiciera X. Si hiciera Y. Si escuchara más a Simpson-Bowles".

"Ya sabes, [dice el trabajador de la Casa Blanca mencionado en el punto 9] todo ese rollo de experto centrista del programa Meet the Press o de esa mierda del Sunday Morning". 

12. En España, ese trabajador de la Casa Blanca, que en este caso trabajaría para el PP o para Ciudadanos, habría dicho "ya sabes, todo ese rollo de centroderecha-socialdemócrata de Al rojo vivo y del Hoy por hoy de la SER". 

13. Obama no tardó en deshacerse de William Daley. Pero el centroderecha español rebosa Daleys. Asesores, expertos, consejeros y amigos –sobre todo amigos– que creen estar moviéndose en el escenario político de 2010 mientras Pedro Sánchez anda escribiendo ya las reglas con las que se jugará en el tablero político de 2030.

14. En España, el primer jefe de gabinete en el sentido americano del término ha sido Iván Redondo. En la actualidad, la segunda persona más poderosa de España, si no la primera aunque sólo sea porque su poder, a diferencia del poder del presidente, no conlleva responsabilidades políticas. 

15. Me gusta la metáfora del 'tablero inclinado' de Cayetana Álvarez de Toledo. Describe con bastante precisión ese desequilibrio del escenario político español que hace que muchos ciudadanos consideren más graves las restricciones parciales decretadas por Isabel Díaz Ayuso que las mismas restricciones decretadas por otros presidentes autonómicos. 

16. O que el confinamiento total decretado por Pedro Sánchez en marzo después de haber retrasado la adopción de medidas contra la epidemia tras un cálculo político que puso en un fiel de la balanza la salud de los españoles y, en el otro, la manifestación feminista por cuyo liderazgo batallaban Irene Montero y Carmen Calvo

17. O ese desequilibrio por el que no se considera ni siquiera merecedor de debate que el Gobierno haya vetado toda investigación sobre la gestión de la pandemia mientras el resto de gobiernos europeos se han sometido a ellas por pura decencia democrática. 

18. O ese desequilibrio, ya clásico, que dice que un perro sacrificado por el PP merece más manifestaciones de protesta que 53.000 muertos en la hoja de servicios de PSOE y Podemos.  

19. Ese tablero inclinado no mantiene un ángulo constante. Se inclina cada vez más y, a resultas de ello, todas las piezas situadas sobre él se deslizan cada vez con mayor rapidez hacia uno de sus lados. Cuanto más se inclina el tablero, más se aceleran esas piezas y más difícil resulta frenar su caída. 

20. Lo que vemos hoy en España es a dos partidos, PP y Ciudadanos, intentando acompasar desesperadamente su velocidad a la de las piezas que caen hacia el bando de la izquierda. Cada vez más rápido. Cada vez más y más rápido. 

21. El espectáculo es esperpéntico. Todas las energías de PP y Ciudadanos se dedican ya a reaccionar a la desesperada a las mentiras que aparecen sin rubor alguno en los titulares de los medios. Hace veinte años, los medios seguían una línea editorial. Ahora obedecen dogmas

22. Cuando en medio de las mentiras aparece un verdadero escándalo –como el de la Kitchen– el resultado es ya grotesco. PP y Ciudadanos deben defenderse así constantemente de dos tipos de ataques: los basados en realidades y los basados en las mentiras que fabrican para ellos sus enemigos

23. Las entrevistas con líderes del PP y Ciudadanos son tsunamis de sollozos. "Fíjate, hemos aprobado esto y esto y esto, y nos siguen llamando fachas". "No nos gusta, pero lo hacemos por los españoles". "Tenemos el deber de intentarlo". "Rajoy ganó en 2011 apelando al centro y esperando a que Zapatero cayera por sus errores". "Mis principios no me permiten comportarme como lo hacen ellos". 

24. Analicen el trasfondo de esos cinco argumentos.

25. El primero es una queja por las injusticias de la vida

26. El segundo, la resignación cristiana del que rechaza divorciarse "por los hijos". 

27. El tercero, fe en la magnanimidad del rival. Es decir, la esperanza del segundón.

28. El cuarto, el intento de repetir fórmulas de éxito pasadas cuando las circunstancias han cambiado. El equivalente de intentar ganar el campeonato de Fórmula 1 de 2020 con un coche de 1965

29. El quinto, la dignidad impostada de las últimas palabras del condenado en el paredón de fusilamiento. Esas que sólo oyen los que van a ejecutarle. 

30. Sólo voy a comentar uno de esos argumentos. La victoria de Rajoy en 2011. Hasta 2011 –creo que lo he escrito antes en algún artículo– las elecciones generales se ganaban en España con porcentajes cercanos al 40-45% de los votos. A partir de la irrupción de Podemos y Ciudadanos en la política nacional, las elecciones generales se ganan con un 25-30% de los votos

31. La primera consecuencia de ello es la división del escenario político español en tres bloques. El de la izquierda, el de la derecha y el de los nacionalistas. 

32. En las elecciones de noviembre de 2019, el peso de esos bloques fue, redondeando, el siguiente: izquierda (43%), derecha (43%), nacionalistas (10%). 

33. En escaños, y por efecto de la ley electoral: izquierda (158, 45%), derecha (153, 43%), nacionalistas (35, 10%). Los cuatro escaños restantes pertenecen a partidos cantonalistas. 

34. En circunstancias de normalidad, el bloque nacionalista siempre preferirá sumar con el bloque de la izquierda que con el de la derecha. Lo mismo ocurrirá en el caso de los cantonalistas. En circunstancias de anormalidad como las actuales, y a la vista de la experiencia, también. 

35. Dicho de otra manera. La izquierda va a contar casi siempre con un depósito extra de alrededor de 40 escaños que sumar a los suyos. 

36. La segunda consecuencia de ello es el cambio radical de los incentivos. En la 'vieja normalidad' política, la necesidad de alcanzar el 40-45% de los votos obligaba a un discurso centrado que apelara al votante moderado.

37. En la 'nueva normalidad' política, los incentivos conducen de forma natural a la radicalización del discurso. Con dos objetivos. El primero, afianzar los votos de tu bloque y avanzar hacia tu extremo, no hacia el centro. El segundo, provocar la división y la radicalización del bloque contrario para que la ley electoral haga el resto.  

38. De ahí la polarización. Que no es más que el resultado que se obtiene cuando se vierten sobre la sociedad enormes dosis de sectarismo: el enquistamiento del voto, la radicalización de la opinión pública y la impermeabilidad casi absoluta de los tres bloques

39. ¿Cuál es la estrategia actual del PP y de Ciudadanos? La misma que hace 20 años, la de la conquista del centro. Un centro que sólo existe ya como concepto teórico, no ideológico

40. ¿Deben resignarse el PP y Ciudadanos a ese nuevo statu quo? No, pero desear que el centro siga existiendo como lo hacía hace décadas no hará que salga de su tumba como por arte de magia.

41. ¿Cuál es entonces la estrategia de PP y Ciudadanos para revertir la realidad de bloques actual? No para romperla coyunturalmente –aprobando los Presupuestos Generales del Estado por ejemplo– sino para romperla estructuralmente

42. ¿A qué centro está además apelando Pedro Sánchez, líder del Gobierno más radical de la historia de la democracia?

43. ¿Dónde está ese mítico ciudadano centrista español que prefiere pactar, por una teórica enajenación coyuntural, con simpatizantes de ETA, populistas de extrema izquierda, nacionalistas y condenados por sedición antes que con Inés Arrimadas o Pablo Casado? 

44. PP y Ciudadanos jamás toman la iniciativa. El terror a ser desterrados a la marginalidad, de acuerdo a la definición de marginalidad del socialismo, les lleva a aceptar de forma casi bovina las reglas de juego de la izquierda.

45. PP y Ciudadanos han aplicado la lógica del colonialismo británico allí donde han gobernado. La lógica del colonialismo británico, de raíces aristocráticas, llevaba a sus elites a aliarse con los caciques y los majarajás locales para gobernar indirectamente a través de ellos en vez de ejercer el poder despóticamente de primera mano. 

46. El PSOE, por su lado, ha aplicado la lógica francesa, de raíz revolucionaria. La de la eliminación de las elites locales y la imposición de las suyas propias. Porque Gran Bretaña ha sido un imperio comercial y Francia un imperio ideológico, y las ideas no se imponen mediante elites ajenas, sino mediante las adoctrinadas en casa. 

47. Por eso cuando el PSOE llega al poder borra de un plumazo todo lo realizado por el PP con el objetivo de generar un régimen propio de nuevo cuño con sus propias elites.

48. Por eso cuando el PP y Ciudadanos llegan al poder, aceptan mansamente la presencia de las elites socialistas –lo que revela falta de fe en su propio proyecto– para ganarse su connivencia. 

49. El PP enchufa. El PSOE genera régimen. El resultado de ambas acciones es completamente distinto. El PP carece de visión de futuro. El PSOE piensa a largo plazo. 

49. El éxito de ambas estrategias está a la vista. El modelo del PSOE para España no es ninguna democracia europea. Son los nacionalismos vascos y catalán

50. Si el PP y Ciudadanos quieren saber cómo será la España del futuro, que miren hacia Cataluña y el País Vasco, pero también hacia Baleares, Navarra, Galicia, Asturias o Valencia.

51. Cuando los partidos constitucionalistas o de centroderecha sean marginales en todas esas regiones, muchos se llevarán las manos a la cabeza y pensarán: "¿Cómo hemos llegado a esto?". 

52. En Cataluña, ya ningún partido, salvo Vox, se define como de derechas. Todos dicen ser de izquierdas, progresistas o, en el mejor de los casos, "de centro". 

53. De lo que no se dan cuenta PP y Ciudadanos es de que, para cuando ambos partidos aprendan a moverse con las reglas actuales, Sánchez ya habrá instaurado unas nuevas. Y en el nuevo régimen, porque de eso se trata en el fondo, no habrá ya cabida para PP y Ciudadanos. Ni adaptándose ni sin adaptarse. Ni pidiendo perdón por existir, ni sin pedirlo. 

54. Como dice el viejo chiste:

–Ahora que he aprendido a decir 'pinícula', van los snobs y lo llaman 'flim'. 

55. Y eso es lo que ocurrirá con PP y Ciudadanos. Cuando aprendan a ser perfectos socialdemócratas… ya no importará. Porque los snobs de la izquierda serán ya identitaristas radicales

56. Volvamos al punto 13. PP y Ciudadanos son Daleys del siglo XX en el siglo XXI, descubriendo el mundo a cada paso. "No sabía que Pedro Sánchez podía controlar la Fiscalía de esta manera". "Vaya, ¿es legal lo que está haciendo Tezanos?". "¡Oh, Dios mío, están negociando los Presupuestos con Bildu!". "Pero… ¡no pueden tolerar estos ataques contra la Corona!". 

57. Pero sí. Sí puede controlar la Fiscalía. Sí es legal lo que está haciendo Tezanos. Sí pueden negociar con Bildu. Y sí pueden tolerar los ataques contra la Corona. 

58. Lo dice Arcadi Espada aquí: "Politización es uno de los peores eufemismos que actúan en la conversación pública. No es más que la vieja prevaricación y así convendría llamarla". 

59. También lo ha dicho Montano esta semana. Fallan las izquierdas cuando acusan a Santiago Abascal de ser nuestro Donald Trump nacional. Como buena burguesía elitista, las izquierdas confunden fondo y forma. Porque nuestro Donald Trump nacional es más bien Pedro Sánchez. 

60. [En realidad, el modelo del sanchismo, al menos en su rapidísima apropiación de todas las instituciones y resortes de poder del Estado, es el berlusconismo, no el trumpismo, pero no nos vamos a perder en debates sobre el sexo de los ángeles]. 

61. Incluso Donald Trump ha entendido algo que PP y Ciudadanos no parecen haber entendido: que la supervivencia política exige un cambio del paradigma

62. Poco a poco, y gracias a una labor muy poco exquisita desde el punto de vista de la intelectualidad liberal, pero muy efectiva, el Partido Demócrata está siendo visto cada vez por más gente como el de las elites neoyorquinas, los multimillonarios de Silicon Valley, las estrellas de Hollywood, los grandes medios de comunicación y esa Generación Z, hija de los anteriores, que entretiene su hastio vital mediante la violencia y la adhesión a religiones ideológicas como el interseccionalismo

63. Es decir, el partido de las elites desconectadas de la realidad de la clase media y trabajadora. Puro Gramsci

64. Trump, al contrario que Casado y Arrimadas, está proporcionando a millones de americanos un relato. No es un relato original. Pero es un relato

65. Más original, en cualquier caso, que el de esa revuelta de las elites contra las clases medias y trabajadoras que encabeza la izquierda internacional. Algo que, siendo catalán y habiendo sido testigo de primera mano del procés, me suena con fuerza. 

66. Esa es la batalla que se está librando en la actualidad. La de una revuelta de las elites extractivas contra las clases productivas –la media y la trabajadora– de las que aquellas extraen su riqueza. Y el paradigma es, de nuevo, Silicon Valley y ese caballo de Troya contra la democracia y la inteligencia que son las redes sociales. 

67. ¿Me permiten recomendarles dos libros? La revuelta de las elites, de Christopher Lasch, y Civilización. Occidente y el resto, de Niall Ferguson.

68. ¿Cómo lograr que la percepción, que actualmente identifica a las víctimas como opresoras de sus elites, cambie? No lo sé, no soy político. Pero de dos cosas estoy seguro: A) no hay forma bonita, y B) no se cambia siguiendo las reglas marcadas por la socialdemocracia. 

69. ¿Hay Pedro Sánchez para rato? No es inevitable. Pero en las circunstancias actuales, y dada la incapacidad de la oposición no ya para encontrar el remedio, sino para identificar la enfermedad, es probable que estemos ante un presidente de dos ciclos electorales. Quizá tres. 

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