Puigdemont y Rajoy tras el gabinete de crisis por los atentados en Cataluña.

Puigdemont y Rajoy tras el gabinete de crisis por los atentados en Cataluña. Efe

Las preguntas de la semana

“Jo si tinc por"; es más, estoy "acollonit"

3 septiembre, 2017 02:54

SÍ. Yo sí tengo miedo. Es más, estoy “acollonit”, acojonado, con lo que ha pasado y está a punto de suceder en Cataluña. Una semana después de la manifestación por la tragedia de Las Ramblas, el “No tinc por” parece más que cínico una tontería
sideral. Debe de ser porque, como dice el chiste, España, incluida Cataluña, está hecha de protones, neutrones, electrones y tontos de los c…. Y estos, como sabemos desde Einstein, abundan hasta el infinito.

Y si sentía temor al ver la manifestación del sábado pasado, porque el terrorismo yihadista no cesará hasta que sean pulverizados todos los radicales o Alá ordene dejar en paz Al Andalus y a los andalusíes, siete días después más que miedo debemos sentir pánico. Porque ¿en manos de quién estamos los españoles y, de entre estos, los catalanes? El tren se aproxima, inexorable, al precipicio del 1-O mientras un presidente, el del Gobierno de España, promete frenar la locomotora cuando ya no queda tiempo, y el otro, el de la Generalitat, mueve enloquecido el farol para que continúe la marcha, directos al vacío. 

El espectáculo dado por el president de la Generalitat, marioneta del vicepresident Junqueras, en esta crisis de los furgones de la muerte es de juzgado de guardia. Conviene recordar las declaraciones que hizo al Financial Times con 15 muertos del 17-A aún sin enterrar. Acusó a España de ser la causante de la tragedia debido a que la Policía autonómica, los Mossos, carecían de presupuesto económico necesario para cumplir con su función de seguridad. Del 'España nos roba' al 'España deja que nos maten'.

Esta semana se ha sabido que los Mossos se pasaron por los bolardos (que no estaban puestos) el aviso recibido del National Counterterrorism Center (EEUU) el 25 de mayo, en el cual se alertaba de un posible atentado en Barcelona por parte del yihadismo. Otra mentira más de Puigdemont, de su conseller de Interior, Joaquim Forn, y de Josep Lluis Trapero, el hijo del taxista de Valladolid, el meritorio charnego ascendido hasta la dirección de los Mossos, punta de lanza para lo que pueda suceder en las próximas semanas.

Esteladas en la manifestación de Barcelona contra el terrorismo.

Esteladas en la manifestación de Barcelona contra el terrorismo. Efe

¿Pero qué puede suceder? Seguramente de todo, más que nada. Mi “acollonit” se ha disparado porque uno de mis amigos catalanes, un tipo listo, creativo, internacional, brillante en los negocios y catalanista más que separatista, me ha enviado la primera página de un boletín oficial del Estado español.

Él, G., ha sido siempre optimista respecto a una solución para la deriva catalana. Hace años, en una visita a su pueblo gerundense, al apuntarle que faltaba la bandera de España en el mástil del ayuntamiento, me contestó que estaba en la tintorería y el negocio cerraba por vacaciones. 

Este jueves me enviaba la primera página del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, con fecha domingo 7 de octubre de 1934. Comienza así. “Parte oficial. El Presidente del Consejo de Ministros tiene el honor de dirigirse a todos los españoles. A la hora presente, la rebeldía que ha logrado perturbar el orden público llega a su apogeo”. Tras dos párrafos en los que se agradece a la ciudadanía por sobreponerse “a la insensata locura de los mal aconsejados”, se alaba el heroísmo de la fuerza pública y se anticipa que “mañana se recuperará la normalidad en Asturias”, se llega al párrafo crucial:

-“En Cataluña, el presidente de la Generalidad, con olvido de todos los deberes que le impone su cargo, su honor y su responsabilidad, se ha permitido proclamar el Estat Catalá. Ante esta situación, el Gobierno de la República ha tomado el acuerdo
de proclamar el estado de guerra en todo el país”. “Declarado el estado de guerra, aplicará sin debilidad ni crueldad, pero enérgicamente la ley marcial”.

El acuerdo, firmado por el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora y por el presidente del Consejo de Ministros, el líder catalán Alejandro Lerroux, acaba invocando el patriotismo de Cataluña para imponerse allí a la locura separatista.

Diario Oficial del Ministerio de Guerra de 1934.

Diario Oficial del Ministerio de Guerra de 1934.

Ochenta y tres años después, los ecos de este parte de guerra suenan a pesadilla presente más que a un remoto pasado irrepetible. No estamos hablando de un capítulo próximo de la serie televisiva El Ministerio del Tiempo sino de una tremenda realidad con desenlace inmediato.

La broma catalana –a algunos nunca nos lo pareció- está llegando a su fin. Ya no se trata de si España nos roba, de si el Quijote 'nació' en Cataluña y no en La Mancha o de si los 75 tripulantes de las carabelas Santa María, La Pinta y la Niña, con Colón al frente, eran todos catalanes. 

Todas las bromas catalanas de estos años, por llamar de alguna manera la conculcación de las leyes del Estado, de la Constitución, de la fraternidad y de la solidaridad entre autonomías, se han regido por el principio Aut Caesar aut Nihil
(O Cesar o Nada, es decir, o Cataluña o nada). Todo esto ha quedado sobrepasado por la Ley de Transitoriedad y Fundacional de la República catalana, que entrará en vigor el 2 de octubre si el 'sí' gana sobre el 'no', resultado sabido porque solo votarán los partidarios de lo uno y no de lo otro. El 2 de octubre, si la cordura no vuelve, a Cataluña la proclamarán independiente y una república, los bienes del Estado español, de los españoles, serán confiscados. Es decir, la AP-7 pertenecerá al Estado catalán, como el aeropuerto de El Prat, incluso el río Ebro, que por cierto nace en Cantabria y de los 68 afluentes que lo nutren sólo siete son ríos catalanes, 31 son de Aragón, 18 de Castilla y León, cinco de la Rioja, incluso uno es francés y otro de Andorra, del Principado donde fue a parar el dinero que Pujol decía que España robaba a Cataluña.

El 1-O será una catástrofe para España y es el fracaso de la Política con mayúsculas, desde Rajoy al monaguillo Puigdemont. Madrid no supo abordar con inteligencia y habilidad el problema catalán, con mano izquierda y con mano firme, a la vez, y desde la Generalitat se utilizó la demagogia para esconder otras vergüenzas. Y los enanos se adueñaron del circo.

“Nuestro país parece con frecuencia un manicomio o una plaza de charlatanes de feria”, escribía Pío Baroja en tiempos de la II República. Por aquella época había una cancioncilla que decía: “A votar se marchó la Collasa, no sabemos cuándo volverá. Ni cuece el cocido, ni viene a lavar, ni cose la ropa, ni quiere guisar. ¡Ay qué lío! dijo el tío; este mundo se ha vuelto al revés; ahora sí que estoy perdido, pues no sé si soy hombre o mujer”. Así estamos, con un lío “acollonant” de identidad nacional.

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Miriam González es experta en derecho comercial, relaciones económicas y Oriente Medio.

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