Con los resultados provisionales de primera hora de la mañana, y a la espera de unos recuentos definitivos que podrían demorarse días, parece seguro decir que el Partido Demócrata ha resistido mejor de lo esperado en las elecciones de medio mandato que tuvieron lugar ayer en los Estados Unidos. 

Los republicanos lideran de momento la carrera por el Congreso, pero con menos autoridad de la que preveían los sondeos preelectorales. En la batalla por las apariencias, la derrota de los demócratas podría acabar pareciendo incluso más triunfal que la propia victoria de los republicanos. 

Sobre todo si el Senado, como parece a tenor de los resultados provisionales, se queda en manos de los demócratas. Algo de lo que se culpará, sin duda alguna (y de hecho algunos de los principales medios americanos ya están insinuándolo), a la esperpéntica selección de candidatos trumpistas e incluso negacionistas de los resultados de las elecciones de 2020 que el Partido Republicano ha presentado a estos comicios. 

¿Qué habría ocurrido si el Partido Republicano hubiera dado con la fórmula para resistir la presión del trumpismo y optado por candidatos, no ya moderados, sino simplemente razonables?

Probablemente, que hoy se hablaría de una aplastante victoria republicana y de un más que posible vuelco en las elecciones presidenciales de 2024. 

La buena noticia para el Partido Republicano tras dos años de dudas sobre cómo esquivar la bala del trumpismo sin perder al mismo tiempo a las bases que Donald Trump ha sabido atornillar a su figura es que ya tiene rival para el expresidente.

Un rival temible, que ha conseguido una victoria aplastante en Florida, un estado tradicionalmente swinger (es decir, que oscila entre demócratas y republicanos, capaz por ello de decidir elecciones), que ha conseguido el mayor porcentaje de voto latino jamás conseguido por un republicano, y al que los demócratas miran ya con temor. 

Ese hombre es Ron DeSantis. Un "Trump sin el trumpismo", como este diario le ha bautizado en anteriores editoriales. Un líder cuyas políticas durante la epidemia de Covid, a contrapie del resto del país, y su habilidad para convertir Florida en el estado de destino preferido para aquellas empresas y profesionales que huyen de los "infiernos fiscales" demócratas, como California o la ciudad de Nueva York, le han conferido un aura similar al de Isabel Díaz Ayuso en España. Y sólo hay que atender a su eslogan electoral (Freedom lives here: La libertad vive aquí) para comprenderlo. 

Biden podrá por tanto esgrimir los buenos resultados demócratas en estas midterms como aval a sus políticas. Pero las dudas sobre él y sobre su vicepresidenta Kamala Harris, como el dinosaurio de Monterroso, todavía seguirán ahí cuando el Partido Demócrata despierte de su dulce derrota de este martes. Que Biden y Kamala huelen a ticket perdedor en 2024 es ya un secreto a gritos. Que sólo una nueva candidatura presidencial de Trump podría salvarles de esa derrota, también. 

Paradójicamente, los buenos resultados del Partido Demócrata en estas elecciones podrían dificultarle a la formación la tarea de buscarle alternativa a Biden. 

Entre los republicanos, su amarga victoria queda paliada por la certeza de que el partido ya tiene rival para Donald Trump. Un rival que podría permitirles conservar las bases trumpistas, pero devolviendo al partido a la senda de la racionalidad. Ni siquiera los medios más afines a los demócratas, como el New York Times o el Washington Post, niegan que unas elecciones entre Biden y DeSantis derivarían en una victoria arrolladora del segundo.

Pocos dudan también de que unas elecciones entre Trump y un candidato demócrata alternativo a Biden arrojarían una victoria para el Partido Demócrata. Quizá no tan arrolladora como la del caso anterior, pero clara en cualquier caso.

La duda, claro, es qué ocurriría en el caso de una confrontación entre DeSantis y un demócrata alternativo a Biden. 

El hecho de que nadie en Estados Unidos se plantee una repetición en 2024 de la contienda entre Biden y Trump es tanto prueba del rechazo que generan ambos candidatos como del temor al estancamiento al que eso conduciría, ganara quien ganara.

Y por eso ambos partidos pueden esgrimir hoy tanto buenas como malas noticias para ellos. El Partido Demócrata resiste, pero los republicanos ya tienen candidato para 2024. Con el permiso de Trump.