Covite, la mayor asociación vasca de víctimas del terrorismo, ha denunciado el homenaje al etarra Elías Fernández Castañares que tuvo lugar el pasado viernes en Bermeo.

En el vídeo hecho público por Covite y publicado en Twitter puede verse a ocho bailarines bailando un aurresku frente al féretro del terrorista recientemente fallecido mientras docenas de personas con bengalas cantan el Eusko gudariak, uno de los himnos oficiosos de ETA.

"¿Nos imaginamos algo así, en plena calle, en Francia con los terroristas yihadistas que cometieron los atentados del 15 de noviembre de 2015?" ha dicho Consuelo Ordóñez, presidenta de la asociación.

En el vídeo pueden verse también las fotografías de etarras históricos como Argala, Txiki o Txabi Etxebarrieta como telón de fondo de una escenificación que incluye una corona de flores, las habituales bengalas e incluso el traslado del féretro a hombros de seis simpatizantes de ETA.

Castañares, perteneciente al comando Orbaizeta, fue detenido en 1986 en Bilbao mientras preparaba un atentado contra la Guardia Civil.

Tras su juicio, Castañares fue condenado a 58 años de prisión por el asesinato en enero de 1985 del peluquero Agapito Sánchez Angulo en Portugalete y, cuatro meses después, del taxista Juan José Uriarte Orúe, al que obligó a ponerse de rodillas y al que asesinó de un tiro en la nuca y tres más en el cuerpo. 

El hecho de que el homenaje al etarra, con la tétrica escenografía habitual del entorno de ETA, haya pasado desapercibido hasta que Covite ha publicado el vídeo abre la puerta a la pregunta de cuántos homenajes a terroristas, organizados a plena luz del día y ante la indiferencia de las autoridades y de las administraciones, se celebran de forma habitual en el País Vasco. 

El año pasado se organizaron, según Covite, 292 "actos públicos de culto al terrorista" entre ongi etorris, homenajes a etarras fallecidos, manifestaciones proetarras y otras celebraciones menores. A lo largo de los nueve primeros meses de 2022, este tipo de actos han crecido exponencialmente hasta superar los 400. 

Resulta difícil desvincular el crecimiento de estos actos de exaltación del terrorismo, un delito por cierto castigado por la legislación penal española, de la política de traslado de terroristas al País Vasco emprendido por el Gobierno y el punto final a la política de dispersión defendida por todos los gobiernos anteriores, ya fueran del PP o del PSOE.

"Garantizo que el acercamiento de los presos de ETA no es una contrapartida a Bildu" dijo Patxi López hace unos días, entrevistado por EL ESPAÑOL. "Ahora Bildu hace política con los votos y con las herramientas de la política. Ya no hay violencia" afirmó también el portavoz del PSOE en la misma entrevista. 

Es ya habitual que este tipo de actos se excusen aludiendo a presuntas escisiones "rebeldes" de EH Bildu. Pero lo cierto es que el partido aberzale jamás ha condenado este tipo de actos y que incluso ha participado en varios de ellos. 

Lo que es evidente es que el Gobierno actual ha acabado con la política de dispersión de presos, una de las más eficientes herramientas de negociación de las que ha dispuesto el Estado en su lucha contra el entorno de ETA. Y que ahora, sin esa herramienta en las manos, los actos de exaltación del terrorismo se multiplican por el País Vasco, incentivados por la impunidad de la que gozan y de la indiferencia de los partidos y de las administraciones que deberían ponerles freno.

Correlación no implica necesariamente causalidad, pero en este asunto en concreto parece difícil negar que ese es el caso.