Según ACNUR, 3,6 millones de personas han abandonado ya Ucrania. Antes de la guerra, España era el tercer país de la UE que más solicitudes de asilo de ucranianos recibía. A raíz de la invasión, esas peticiones de acogida se han multiplicado exponencialmente.

40.000 ucranianos han llegado a España durante las últimas semanas y se espera que la cifra se duplique en breve. Si la guerra se alarga, a España llegarán durante los próximos meses cientos de miles de ucranianos.

Aunque una cifra de refugiados como esta supone un reto mayúsculo para cualquier Gobierno, y más todavía en el contexto de una crisis económica como la actual, la solidaridad mostrada por la sociedad española durante estas semanas hace prever que la integración de estas familias ucranianas se producirá sin fricciones de mayor calado. 

Cualquier consideración utilitarista pasa en estos casos a segundo plano ante la gravedad del drama humanitario. Pero es de prever que una parte importante de esos refugiados decida quedarse en España, temporal o definitivamente. O al menos hasta que Ucrania vuelva a una normalidad que quizá se demore durante años.

¿Cómo compaginar entonces las necesidades de esa enorme masa de refugiados con las de una España que sufre un declive demográfico sin parangón en su historia? 

Muchos ucranianos en España

De acuerdo con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, el número de refugiados ucranianos en España es hoy de unas 40.000 personas.

Si aplicamos el sistema de cuotas que la Unión Europea definió para la crisis migratoria de 2015, España deberá acoger a más de 300.000 ucranianos. Si el reparto se estima a partir del número de ucranianos que ya residen en otros países, España será el quinto país de la Unión Europea que más refugiados acoja. 

La Comisión Europea acertó cuando aprobó por unanimidad el pasado día 3 de marzo una directiva para darle a los desplazados ucranianos el permiso de residencia de forma inmediata. Esos permisos son determinantes para su integración en el mercado laboral.

En el caso español, la integración laboral y social será facilitada por las redes de apoyo migratorias. Según el INE, la comunidad ucraniana residente en España era ya de 112.034 personas antes de la guerra.

Invierno demográfico

La disminución de la tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida han hecho que España ostente un saldo vegetativo negativo desde 2015. Según la proyección del INE, los mayores representarán en 2068 un 29,4% de la población. Entre los múltiples problemas que el envejecimiento poblacional comporta está el aumento del gasto en pensiones, en sanidad y cuidados.

La baja natalidad estructural que arrastraba España se agravó durante el año de la pandemia. Según un informe del Banco de España de mayo de 2021, en 2060 habrá dos jubilados por cada tres ciudadanos en edad de trabajar en España

Según las estimaciones de la AIReF, la llegada de 270.000 inmigrantes al año permitiría reducir en un 2,2% el déficit de la Seguridad Social. La inmigración es, por tanto, un instrumento más efectivo que el aumento de la natalidad, el incremento de la productividad, la subida de la edad de jubilación, el índice de revalorización de las pensiones o la caída de la tasa de paro para reducir el agujero de la Seguridad Social.

Un modelo realista

El ministro Escrivá apostó en una entrevista reciente por "un modelo de inmigración legal, regular y ordenada" que permita que vengan a España "personas con perfiles que realmente hacen falta en nuestro mercado de trabajo".

El propio ministro de Migraciones reconoce que, en vista de los graves problemas socioeconómicos que atraviesa nuestro país, es imperativo diseñar una política migratoria más orientada a cubrir las necesidades económicas del país que basada en criterios morales. Una que, sin ser únicamente utilitarista, sea también práctica.

Porque, desde una óptica estrictamente moralista, defender una selección de la inmigración por origen resulta polémico y problemático. Pero, en realidad, esta "discriminación" ya se ejerce en España. Los ciudadanos de países como Portugal o Andorra, por ejemplo, tienen requisitos para la adquisición de la nacionalidad española menos exigentes que los ciudadanos otros países.

Los criterios elementales que deben regir una política de acogida realista son los basados en el trabajo y el civismo. Y la inmigración ucraniana cumple con creces estos requisitos. Los ucranianos en España muestran índices de criminalidad muy bajos y su adaptabilidad a la cultura española es mayor que la de la inmigración de otras procedencias.

Ucrania, país agrícola

El envejecimiento de la población afecta especialmente a la España vacía. Las Comunidades Autónomas más envejecidas son Asturias, Galicia y Castilla y León. Estas comunidades no representan un destino atractivo para la población autóctona. Pero sí podrían serlo para los extranjeros.

La actividad agroalimentaria, además, tiene más peso en las comunidades despobladas. Y son precisamente los inmigrantes los que se han ocupado en mayor medida que los españoles en el sector agrario.

Además, Ucrania tiene una larga tradición agrícola. Conocido como el "granero de Europa", el país es uno de los mayores productores de trigo, cebada y maíz, y el primer exportador mundial de girasol y aceite de girasol. Viniendo de un país agrícola, los ucranianos podrían ser especialmente aptos para revitalizar la economía del medio rural.

El Gobierno debe afrontar en una primera fase de la crisis el drama humanitario. Pero, una vez solucionado, o al menos encauzado, este, su obligación es diseñar un plan para la integración de los refugiados ucranianos que tenga en cuenta las necesidades de la economía y de la sociedad española.