Francisco Reynés ha lanzado un órdago al mercado con la decisión de hacer desaparecer Naturgy para que surjan dos nuevas compañías en su lugar. Mediante este spin off, bautizado como proyecto Géminis, surge una empresa energética más conservadora, con infraestructuras y redes, y otra con más posibilidades de crecimiento y rentabilidad, centrada en la generación y la comercialización. 

Con este movimiento, el director general de Naturgy ha simplificado la estructura de la compañía para clarificar a los inversores qué hace cada división. Una lógica de cuanto más sencillo, mejor que, en parte, no es completamente novedosa. A fin de cuentas, impera cada vez más entre grandes fondos internacionales y multinacionales. 

Pero que la fórmula sea habitual no implica que también lo sea la jugada. Los movimientos vistos hasta ahora en el sector contemplaban la separación de un negocio de energía verde de otro sucio. El ejemplo de Acciona con Acciona Energía es, en este sentido, demostrativo. Sin embargo, el plan de Naturgy aboga por dejar a un lado el negocio regulado (redes) y al otro, el liberalizado (generación y comercialización). 

Plato apetecible

Resultan justificados los análisis que valoran que, con esta escisión, se podrá incrementar la eficiencia operativa del negocio y potenciar las estrategias y objetivos definidos por separado. Al mismo tiempo, se podrá adecuar el nivel de coste y apalancamiento, que actualmente es de 13.000 millones, para facilitar el investment grade de ambas empresas y el abaratamiento de las emisiones de deuda que sean necesarias a futuro. 

Este último punto no es un asunto menor y será de vital importancia para un negocio liberalizado que deberá ser intensivo en capital. La nueva división deberá reducir su exposición al capítulo del gas (cerca del 50% del total) para volcarse en la transición energética y apostar de lleno por las renovables. Una apuesta a futuro que debería permitirle obtener retornos significativos a medida que los nuevos activos se construyan y vayan desarrollándose

Con la creación de una empresa especializada en redes se genera un negocio que, aunque requiere de un esfuerzo de inversión considerable, ya está maduro en su mayor parte. Incluso puede afirmarse con franqueza que es un negocio garantizado, al ser los Estados quienes pagan por su mantenimiento, convirtiendo la nueva unidad en un plato apetecible para aquellos inversores (sobre todo fondos y pequeños ahorradores) que busquen retornos asegurados y tranquilidad en el tiempo.

Oportunidad

Más allá del negocio, con la escisión Reynés ha logrado devolver la estabilidad al accionariado de Naturgy, revuelto tras la irrupción de IFM en una OPA inesperada y no solicitada por la empresa o sus accionistas.

La desaparición del actual negocio representa una oportunidad de permanencia y estabilidad para el fondo de pensiones australiano, y otorga ventanas de salida no traumática a los históricos GIP y CVC, cuyo ciclo inversor está llegando a su fin en la gasista. 

En el caso de Criteria Caixa, le da la oportunidad de seguir liderando dos grandes campeones nacionales de la energía, que le deberían dar réditos suficientes para financiar la Obra Social de su fundación.

Tiempo

Si bien todo apunta a que el movimiento será beneficioso a futuro, lo cierto es que la primera reacción de los inversores no ha sido favorable. Tanto es así que las acciones de Naturgy se dejaron casi un 12% ayer viernes. Un comportamiento bajista que responde a varios factores.

El primero de esos factores, el hecho de que no está claro qué papel tendrán los inversores minoritarios. Sobre todo ante la posibilidad de que se produzca una ampliación de capital de alguna de las dos compañías.

El segundo, el hecho de que todavía se desconoce si la suma de los dos nuevos gigantes bursátiles será mayor que la actual Naturgy.

El tercero, y muy probablemente el más importante, el de que la guerra entre IFM y Criteria no hará subir más el precio de la acción, de manera que los títulos regresarán a su precio objetivo en función de sus múltiplos.

Es cierto que faltan por conocer detalles de la operación. Pero resulta innegable que Reynés ha dado un golpe sobre la mesa y ha colocado a Naturgy a la cabeza de la revolución verde. El tiempo dirá si los inversores son capaces de verlo y si el proyecto Géminis se confirma como un caso de éxito.