La protesta organizada por Unión 78 en la plaza de Colón en contra de los indultos ha convocado a decenas de miles de personas. Los discursos han evitado el frentismo y han dado argumentos con los que pueden sentirse identificados tanto españoles de derechas como de izquierdas o de centro. En este sentido, el balance del acto es positivo.

Sin embargo, ha resultado insuficiente. 

Porque el hecho de que las cifras de asistencia hayan sido menores que las de la primera manifestación de Colón ha demostrado que, como ya auguró EL ESPAÑOL en su momento, la polémica sobre la convocatoria taparía los indultos. Si algo ha quedado probado es que ni Colón era el lugar adecuado, ni el formato era el apropiado, ni el momento era el preciso.

Movilización insuficiente

Si nos ceñimos a los cálculos elementales, la segunda edición de Colón se ha delatado como insuficiente para la magnitud y la gravedad de los indultos. Los entre 25.000 y 126.000 asistentes, según el conteo de la Delegación de Gobierno o según el conteo de los organizadores, quedan muy lejos de la primera visita a Colón. Entonces acudieron entre 45.000 y 200.000 personas.

La magnitud del escándalo requería de una movilización masiva a la altura de la indignación ciudadana. Y ni siquiera puede encubrirse el fracaso con pretextos inherentes a la pandemia.

Primero, porque se ha demostrado que ocho de cada diez españoles están en contra de los indultos, como señala el sondeo publicado por EL ESPAÑOL. Y entre ellos, el 72% de los votantes socialistas.

Y segundo, porque el malestar se ha colado dentro del propio PSOE. Ya dijimos en este diario que militantes de seis federaciones han amenazado con llevar a Sánchez a los tribunales. Lo harían por una cuestión que no es menor: el incumplimiento de los estatutos del partido por parte de su propio secretario general.

Sánchez esquiva la bala

El clamor que habría producido una marcha con cientos de miles de españoles protestando contra el indulto a los líderes del procés habría tenido una consecuencia directa. La imposibilidad de Pedro Sánchez de echar la mirada a otro lado.

Porque nada ha tensionado más la relación del Gobierno con sus votantes y sus gobernados como la voluntad de indultar a los responsables del golpe contra la democracia que se perpetró en Cataluña. Ni la gestión de la pandemia ni los acuerdos con Unidas Podemos o EH Bildu habían provocado un rechazo tan generalizado.

Sin embargo, Sánchez ha salido vivo de una cita dominguera que Vox ha sabido capitalizar desde su génesis y que ha estado plagada de errores innecesarios del PP. Unos errores no forzados, por emplear el símil tenístico, y que van más allá de la relativa decepción de las cifras de asistencia al acto.

La misma piedra

Fue Aznar quien, en enero de 2020, puso a Pablo Casado sobre aviso. El PP debe batallar al Gobierno “como si Vox no existiera”. Y a Vox, a su vez, “como si el Gobierno no existiera”.

Cada vez que el PP sigue la senda de la derecha populista, sale malparado. Y el acto de Colón vuelve a demostrar que no ha habido excepciones a esa regla hasta ahora.

Pero la ocasión merecía poner a Sánchez frente al espejo de la opinión pública. Y esa ocasión se ha desvanecido. Disparada la bala de Colón, sin mayor efecto a medio o largo plazo, el PP debería insistir ahora en llevar el debate sobre los indultos al Congreso de los Diputados en el marco de ese pleno extraordinario que desde EL ESPAÑOL insistimos, una vez más, en exigir.