La imagen ha dado la vuelta al país y es lo suficientemente simbólica del impacto emocional que está causando la pandemia: la playa de la Patacona, en Valencia, con más de 50.000 banderas de España como homenaje a los fallecidos. Una semana antes se había visto una escena similar en el parque Roma de Madrid. 

Es verdad que acciones así, en las que se monopoliza el espacio público aunque sea para celebrar un homenaje, deberían contar con el permiso de las autoridades. Y es que por respetuosos y bienintencionados que sean los organizadores pueden molestar a otros ciudadanos.

Doble rasero

Ahora bien, lo sorprendente es el doble rasero que muestra el Ejecutivo a la hora de actuar en este tipo de situaciones. La Delegación del Gobierno en Valencia ha anunciado la apertura de un expediente a los activistas de las banderas españolas con el agumento de que "ocuparon el espacio marítimo terrstre", y ha puesto a trabajar en ello a la Policía Nacional.  

Poco ha importado que los agentes de la Policía Local hayan reconocido que no hubo incidente alguno y que tampoco se generó "ningún tipo de residuo ni gasto en limpieza", pues los propios organizadores retiraron las banderas horas después de haberlas plantado en la arena. 

Libertad de expresión

Soprende por tanto ese celo en perseguir este homenaje a las víctimas del coronavirus cuando, sólo un día antes, toda España vio una guillotina en pleno centro de Barcelona con una cabeza de cerdo y la foto de Felipe VI junto al lema "Tu destino, Borbón", sin que haya trascendido actuación o expediente alguno por parte de la Delegación del Gobierno. El mismo silencio, por cierto, que cuando se poblaron algunas playas catalanas de banderas amarillas que, entonces sí, dieron paso a enfrentamientos y peleas.

Lo que no pueden hacer las autoriddaes es apelar a la "libertad de expresión" para justificar unos casos mientras se dedican a perseguir otros en función de su conveniencia política. Más aún cuando unos manifestantes son notoriamente ofensivos y el único pecado que cometen otros es colocar banderitas. Parecerá al final que al Gobierno le resulta más molesto ver banderas españolas en España que las ofensas al Rey.