En su comparecencia de este martes para explicar las medidas del Gobierno por el coronavirus, el presidente Sánchez ha asegurado que nos esperan "semanas difíciles". Por ello, se ha comprometido a ayudar a las empresas y a las familias, para lo que propondrá "otros Presupuestos" que pueden contemplar medidas que proponga la oposición.

De entrada, Sánchez ha variado el tono de lo dicho a última hora del lunes por la ministra de Economía, Nadia Calviño, que sostenía que el coronavirus no iba a cambiar los planes del Gobierno. Claro, que también Joan Ribó congregaba irresponsablemente a dos mil ancianos en Valencia en torno a una gran paella y, un día más tarde, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, suspendía las Fallas.

Flexibilidad

Cuando el presidente aborda la necesidad de unos nuevos Presupuestos, no hace más que asumir la realidad del cuadro macroeconómico del que alerta la OCDE: la economía mundial se ralentiza y pide a los Estados que se preparen.

Si bien Sánchez no ha querido concretar la cuantía de las ayudas a familias y las empresas amparándose en que no tiene "certeza sobre la duración" de la crisis, sí que ha solicitado a Europa más flexibilidad. De momento, la Comisión Europea destinará 25.000 millones para paliar los efectos económicos de la epidemia.

Mano tendida

Lo más positivo de la comparecencia de Sánchez ha sido su mano tendida a los partidos que no apoyaron su investidura. La música suena bien, pero ahora hay que ponerle letra. Y sería una irresponsabilidad que el presidente pidiera ayuda proactiva a la oposición mientras persiste en la idea de unos Presupuestos irreales, condicionados por el dogmatismo de Podemos. 

Sánchez tiene la oportunidad de demostrar que sus palabras son sinceras y que apuesta por quienes crean riqueza. Resultaría catastrófico que las empresas, que necesitan oxígeno ante un golpe sin precedentes, quedaran afectadas por doble partida: por el coronavirus y por las malas políticas del Gobierno.