Este martes, Pablo Casado ha sido rotundo en su ataque directo a Santiago Abascal, al que acusa de llevar un mes "desaparecido". La explicación formal es que Vox "no tiene ningún proyecto que ofrecer a los españoles" y que por eso su líder se ha refugiado en "la estrategia de Trump: sólo redes sociales". Pero hay razones de fondo. 

La dureza y el cambio de criterio del PP respecto a Vox es más que evidente, y estriba en que Casado ya se ha dado cuenta de que la prioridad de Abascal es la de medirse con él y tratar de derrotarle, de ahí que sea reacio a cualquier tipo de colaboración electoral para desplazar a Sánchez. 

No suman

La estrategia de Vox pasa ahora por mantenerse al margen de pactos y coaliciones, y todo a la vez que las encuestas más recientes prueban que ya ni la hipotética suma de escaños entre PP, Cs y el propio Vox no alcanza para frenar la más que probable alianza entre Sánchez, Podemos y los independentistas. 

Casado, que había estado evitando atacar abiertamente a Abascal por sus posiciones ultramontanas, es hoy plenamente consciente de que le va a resultar imposible aglutinar a la derecha. El PP continúa desangrándose en beneficio de Vox. Por eso cambia de discurso.

Guerra

Es conveniente recordar la cronología de los hechos: tras los comicios andaluces, Casado encabezó las gestiones para confirmar el cambio en la Junta. En ese momento, hizo un papel de gozne fundamental templando gaitas por la negativa de Cs a asociarse a la derecha extrema. Posteriormente, facilitó la fotografía de la manifestación de Colón contra las cesiones de Sánchez al separatismo.

El mayor beneficiado de esta guerra de la derecha es Sánchez. La irresponsabilidad de Abascal, que está dispuesto a renunciar a presentarse en algunas circunscripciones con tal de no figurar junto al PP, puede condenar a España a volver a la casilla de salida: Sánchez y los independentistas.

La única alternativa que le queda a Casado ahora es tratar de recuperar al votante de Vox para que vuelva a la casa madre del PP. Al menos, ya ha descubierto que Abascal es a Sánchez lo que Iglesias fue para Rajoy: un cooperador necesario. Por eso ha dejado de llamarle "Santi".