No porque fuera previsible resulta menos indigno que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, haya aprovechado la celebración del Mobile World Congress de Barcelona para desairar a Felipe VI. Al desprecio en la cena de gala del pasado domingo al Jefe del Estado, hay que sumar la actitud del propio Torra este lunes al dejarle tirado junto al presidente del Gobierno en los stands de Cataluña y de España.

En cualquier caso, estas actitudes pueriles de Torra -que no hay que olvidar que es el máximo representante del Estado en Cataluña- ni son nuevas, ni son patrimonio exclusivo suyo: la alcaldesa Ada Colau también evitó participar en el besamanos de bienvenida en esa ceremonia del desplante que tanto dice de estos políticos.

Estrategia

La insistencia y la reiteración del presidente de la Generalitat en su recurso al escrache institucional prueba que hay una estrategia deliberada del independentismo para acabar con la presencia del monarca en Cataluña.

Es obvio que Torra se vale de su cargo para intentar que cada visita de Felipe VI a Cataluña sea un calvario. En definitiva, lleva al plano de la política su máxima de "apretar" y alentar el odio a España con el que azuza a esos mismos CDR que han intentado colapsar Barcelona bajo el lema de "muera el Borbón".

Provincianismo

Frente a ese radicalismo ultramontano, el Rey pronunció en Barcelona un discurso inaugural impecable, en el que ponderó tanto las virtudes como el buen nombre internacional del que goza la democracia española.

No cabe duda de que estas salidas de tono del presidente Torra tienen, además, el objetivo de "internacionalizar el conflicto", aunque acaban dando una imagen de un provincianismo incompatible con las ideas de desarrollo, modernidad y globalización del Mobile World Congress. Actitudes que amenazan la seriedad y el buen nombre de esta cita que tiene un impacto económico de más de 473 millones de euros. Sucede que mientras el Rey trabaja efectivamente por Cataluña, Torra la desacredita ante el mundo.