El barómetro del CIS, que pasó de trimestral a mensual con el Gobierno de Sánchez, ofrece unos resultados increíbles, casi de tomadura de pelo. Los socialistas aventajarían hoy en más de 13 puntos al PP y aumentarían la ya desorbitada intención de voto que les concedió el sondeo de septiembre.

¿Es posible que el Gobierno no acuse el desgaste por la dimisión de la ministra de Sanidad, por la tesis del presidente, por las cintas que vinculan a la titular de Justicia con las cloacas del Estado o por las carantoñas del Gobierno a Torra y Junqueras?

Una burla

En realidad, tal y como hoy desvelamos, sólo un país masoquista podría dar más y más confianza al Gobierno después de que sus ciudadanos califiquen, cada vez con peor nota, los indicadores de bienestar que dependen de su gestión.  

Tienen razón la oposición y los expertos en demoscopia cuando ponen el grito en el cielo y definen este CIS como "una burla". El análisis que hoy publicamos de Gonzalo Adán, director de Sociométrica, demuestra con los números en la mano cómo el estudio está corrompido: otorga al PSOE 7 puntos más de los que en realidad tiene, mientras infravalora al PP en 5 y a Ciudadanos en 1 punto. 

Profecía autocumplida

Tanto José Félix Tezanos -que dejó en julio la Ejecutiva del PSOE para dirigir el CIS- como Pedro Sánchez, saben que este barómetro es un instrumento para influir en la opinión pública y tratar de modificarla en pos de crear una profecía autocumplida.

La manipulación y el uso partidista del CIS es muy grave, pues supone convertir en arma publicitaria un organismo que pagamos todos los españoles. El presidente Sánchez debe comparecer en el Parlamento para dar explicaciones, y el Gobierno tiene que devolver la dignidad a un ente que jamás había alcanzado tales cotas de descrédito.