Pese a las reiteradas peticiones de las víctimas y sus familiares para que no se politizasen el dolor y el recuerdo, los separatistas optaron este viernes por pervertir el sentido del 17-A. Y lo hicieron ante los ojos de medio mundo.

Un repaso a la jornada demuestra que el independentismo priorizó el homenaje a sus políticos presos sobre la conmemoración de los terribles atentados de Barcelona y Cambrils. Aunque el Govern optó por mantener un perfil bajo en el acto central, Torra forzó el saludo de Felipe VI  a la mujer del ex conseller Forn, encarcelado por el golpe separatista.

Visita a la cárcel

Otros intentos de manipular la conmemoración fueron la gigantesca pancarta contra el Rey desplegada en la Plaza de Cataluña, la manifestación paralela organizada por los CDR o la acusación al Estado de no "tener respeto" a las víctimas que lanzó Torra en su discurso institucional.

El remate fue la concentración de la tarde a las puertas de la prisión de Lledoners. La intención de los organizadores era presentar a Forn y al ex mayor Josep Lluís Trapero como héroes de aquellos días y víctimas hoy del Estado. Allí se profirieron, además, insultos y amenazas contra el juez Pablo Llarena.

Agenda paralela

La actuación de las autoridades catalanas durante el 17-A carece de un mínimo sentido de la ética. Entre honrar a los muertos y seguir insistiendo en el ataque a España, se han decantado por lo segundo. Es significativo, en todo caso, el pinchazo de asistencia a su agenda paralela. 

Si hasta un día tan poco adecuado para la reivindicación política, los separatistas son capaces de mancharlo con protestas y algaradas, qué no cabrá esperar de aquí en adelante con la Diada y el aniversario del 1-O. Pedro Sánchez debería de tomar nota y actuar en consecuencia.