La decisión de Alberto Núñez Feijóo de no presentarse a la presidencia del PP, pese a ser el gran favorito, añade más leña al fuego de la crisis que está consumiendo al partido conservador desde la moción de censura que echó de la Moncloa a Mariano Rajoy.

El presidente de Galicia, bloqueado no se sabe si por el miedo o por la responsabilidad de liderar un partido moribundo, ha dado un paso atrás y en un discurso surrealista –con tintes más cómicos que trágicos– ha descartado participar en las primarias populares. Unos comicios que si nada lo impide dejan la renovación del Partido Popular a expensas de la guerra fraticida que llevan librando desde hace años María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.

Guerra sucia en el PP

Ninguna de las dos ha dado todavía el paso de anunciar su candidatura. Ambas, con toda seguridad, estaban esperando la decisión de Feijóo para obrar en consecuencia. Es seguro que la secretaria general se hubiera unido al líder gallego si éste se hubiera presentado. Su renuncia la obliga ahora a pronunciarse, y seguramente a presentarte, toda vez que es casi seguro que la mano derecha de Rajoy en el Gobierno –y la gran enemiga de la exministra de Defensa– es prácticamente seguro que dé el salto para hacerse con el control del partido

El enigma de la renuncia de Feijóo –porque de un enigma se trata– a buen seguro que va más allá de su amor por Galicia, que nadie pone en duda, o de los problemas personales que le acarreaba trasladarse a Madrid, según contaba su entorno más cercano. No, hay que mirar en la hemeroteca para entender la renuncia del que era seguro vencedor.

Días atrás publicaba EL ESPAÑOL una información en la que se hablaba de la guerra sucia en el seno del Partido Popular de cara a estas elecciones primarias. Decíamos entonces que Feijóo desconfiaba de Sáenz de Santamaría desde que se filtraron una fotos del presidente de Galicia –cuando era número dos de Sanidad en la Xunta– en un barco con el entonces contrabandista Marcial Dorado, ahora en prisión por narcotráfico. Es más, el núcleo duro del líder gallego no ha dudado en culpar al entorno de la exvicepresidenta, en connivencia con el CNI, de filtrar dichas imágenes a El País en 2013.

Imágenes y vídeos

De ahí las dudas que durante los últimos días ha ido transmitiendo el equipo de Feijóo. El temor a que continuara el juego sucio ha podido mermar definitivamente las ambiciones políticas del que era el deseado dentro del electorado popular. Juego sucio que también puede alcanzar a Pablo Casado; este mismo lunes, poco después de que el vicesecretario popular presentara los avales preceptivos para aspirar a la presidencia de su partido, la investigación judicial por su máster cobraba un nuevo e inesperado impulso.

Esto parece dejar la lucha por la presidencia, salvo sorpresas de última hora, en manos de dos candidatas que desde luego no parecen ser el mejor escaparate de esa renovación de la que tanto está hablando últimamente la dirección del Partido Popular. Dos políticas que han formado parte del grupo de confianza del defenestrado Rajoy durante tantos años no parecen ser, a simple vista, la savia nueva que necesita el PP para salir del pozo en el que se encuentra.