La decisión adoptada este viernes por la Junta Electoral Central de obligar a Cs a retirar las banderas de Cataluña y España de la ventana del despacho del grupo municipal en Santa Coloma de Gramanet es una prueba palmaria de hasta qué punto el procés está contaminando la vida pública de anormalidad, malicia e histeria sin precedentes.

Según el organismo encargado de velar por la neutralidad en la campaña del 21-D, ambas enseñas oficiales son símbolos “partidistas” por el mero hecho de que la formación que preside Albert Rivera las utiliza mucho.

¿Símbolos partidistas?

El razonamiento por el que se limita y margina la libre exhibición de unas insignias que son de todos los españoles -por mucho que la Junta se las atribuya ahora en exclusiva a Cs- sólo puede tildarse de esperpéntico y ridículo. El 4 de diciembre se dictaminó que en los edificios públicos no se podían mostrar símbolos que “pudieran considerarse partidistas”. Lógicamente, este criterio tan indefinido y abierto a interpretaciones subjetivas dio rienda suelta a susceptibilidades en clave electoral.

El equipo consistorial que preside la socialista Núria Parlón pidió entonces a Cs y a la coalición Som Gramenet que retiraran las banderas y un enorme lazo amarillo -respectivamente- con el que el independentismo pide la excarcelación de sus presos políticos. Cs se negó, pero ahora no podrá eludir una resolución que, en la práctica, pone en plano de igualdad la estelada -que sólo representa al secesionismo- y el lazo amarillo -que identifica la Administración de Justicia con los regímenes totalitarios- con símbolos que representan al conjunto de los catalanes.

Ciudadanos, beneficiado

La verdad es que hay que esforzarse mucho para identificar dos banderas oficiales desplegadas juntas con el anagrama de campaña de Cs: un corazón dividido por tres espacios con los colores de las banderas catalana, española y europea.

Además, el PSC vuelve a significarse por haber llevado la iniciativa en este asunto. Paradójicamente, mientras a Cs sólo puede beneficiarle que identifiquen sus siglas con la cuatribarrada, la rojigualda y la bandera europea, al PSC no le viene nada bien seguir presentándose como un partido equidistante entre el independentismo y el constitucionalismo.