El gol de Messi en Mestalla que el domingo no subió al marcador ha vuelto a poner sobre la mesa el debate del uso del vídeo como herramienta para mejorar el arbitraje. Ni el colegiado ni sus auxiliares vieron que el balón había traspasado completamente la línea de portería.

Ese error humano, similar al que benefició al Barcelona sólo cuatro jornadas atrás en su enfrentamiento ante el Málaga, podría haberse evitado aplicando la tecnología que existe al efecto. Lo sorprendente es que funcione ya en torneos como la Bundesliga alemana o la Serie A italiana, que vaya a utilizarse en el Mundial de Rusia del próximo verano, y que en España se haya ido demorando su empleo.

Efecto disuasorio para los tramposos

Los detractores del videoarbitraje aseguran que restará dinamismo al espectáculo al tener que interrumpirse el juego en algún momento. Sin embargo su uso está muy tasado: goles polémicos, fueras de juego determinantes, penaltis, tarjetas rojas directas e identificación de jugadores que merezcan ser amonestados.

Tampoco estaba contemplado un tiempo muerto para que los jugadores se refresquen cuando las temperaturas son elevadas y nadie se rasga ahora las vestiduras cada vez que se da esa situación. Hoy se pierde mucho más tiempo con la simulación de faltas, por ejemplo, algo que el evidente efecto disuasorio del vídeo ayudará a corregir.

Mucho en juego: gloria y millones

El fútbol no sólo mueve pasiones, también millones de euros. Que un club pueda ganar un título o que su descenso de categoría dependa de una jugada polémica es algo que merece que se minimicen al máximo los errores arbitrales. Un fallo no sólo separa la gloria del fracaso: puede determinar el futuro e incluso la propia viabilidad de una institución con miles de seguidores.

Y a otra escala, ¿qué pensará el pequeño apostante que el domingo se jugó su dinero a que Messi marcaría? O en lo tocante al trío arbitral: ¿qué necesidad tenían de vivir un bochorno que podría haberles ahorrado una simple imagen, la misma que vieron en sus casas millones de telespectadores? Por otra parte, el vídeo contribuye a evitar las suspicacias de manipulación arbitral.

Entre las 30 obsesiones

Una de las 30 obsesiones de EL ESPAÑOL es la introducción de la tecnología en el deporte. El ojo del halcón, que ya se emplea con indudable éxito en el tenis, es para nosotros un símbolo del juego limpio. El vídeo contribuirá, de la misma forma, a que haya más justicia en el fútbol.