Nada menos que ocho de los 13 ministros de Mariano Rajoy son auténticos desconocidos para más del 60% de los ciudadanos, ninguno de los miembros del Gobierno merece siquiera un 4 de nota y más de la mitad de la población (53%) califica como “mala” o “muy mala” la gestión del Ejecutivo. El último estudio demoscópico del Centro de Investigaciones Sociológicas, correspondiente a abril, demuestra que el encabezado por Mariano Rajoy es un Consejo de Ministros que se mueve entre la irrelevancia y la deficiencia.

El Gobierno aún puede consolarse pensando que su valoración hubiera merecido peores calificaciones si el sondeo se hubiera realizado tras conocerse la ‘operación Lezo’ y no -como sucedió- justo antes. Pero aun dando por bueno este argumento, el grado de desconocimiento que existe sobre dos tercios del Gabinete, cinco meses después de que Rajoy renovara su banquillo para reflotarlo del desgaste de personajes como García Margallo y Fernández Díaz, sólo puede considerarse como una prueba de su intrascendencia.

Los menos conocidos

Los ministros que pasan más desapercibidos son el titular de Energía, Álvaro Nadal, y el de Exteriores, Alfonso Dastis, auténticos desconocidos para el 74% de los españoles. Por contra, junto a Rajoy, los más conocidos son Sáenz de Santamaría, Cospedal y Montoro. Las carreras de los tres están estrechamente vinculadas a la trayectoria del incombustible Rajoy. Tanto la vicepresidenta -principalmente- como la ministra de Defensa brillan con luz propia en la uniforme constelación rajoyana; y al hombre que decide los impuestos, los españoles tienen desde 2011 sobrados motivos para conocerle.

Analizar las razones por las que el Gobierno se debate entre el desconocimiento que los ciudadanos tienen de él y la desaprobación que genera, en medio de una legislatura en la que tantas reformas políticas están pendientes, y pese a que el mandato comenzó tras un año de parálisis, sólo puede producir desasosiego. Sin embargo, esta singularidad flemática parece congruente con el marchamo y la impronta del presidente, que ha hecho del inmovilismo su principal activo.

Economía y política

Habrá quien alegue que la preocupación por el paro y los problemas económicos ha caído. Sin embargo, tampoco se puede olvidar que el optimismo sobre la evolución de la economía no tiene su correlato en una mejora de la percepción sobre la situación política.

Cinco meses después de la presentación en sociedad del nuevo Gobierno resulta evidente qué pretendía Rajoy cuando optó por rodearse de políticos y técnicos de “perfil bajo”: que su gabinete pasara lo más desapercibido posible. De hecho, aparte de la tramitación de los Presupuestos, no hay ni una sola ley ni un proyecto trascendente en curso. El desconocimiento que los españoles tiene de los ministros es indicativo de su inoperancia.