Mariano Rajoy ha repelido este miércoles en el Congreso la última bravata del independentista Gabriel Rufián con un reproche que debería aplicarse a sí mismo: "No hay absurdo imposible". La frase resultaba adecuada para contestar al diputado catalán -indignadísimo tras la resolución del Constitucional que ilegaliza la celebración de un referéndum de independencia-, pero será aún más oportuna la próxima semana cuando el partido del Gobierno vote a favor de que el portavoz de ERC, Joan Tardá, forme parte de la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso en pleno pulso soberanista. Es más, también podría dar entrada al convergente Jordi Xuclà si finalmente es él el candidato del Grupo Mixto.

Esta comisión parlamentaria tiene acceso a documentos confidenciales, fiscaliza gastos reservados y puede supervisar la actuación del CNI, por lo que sus siete miembros son elegidos en voto secreto por una mayoría cualificada. Sólo Ciudadanos se opone a permitir la entrada de independentistas en esta comisión. El PP, sin embargo, parece dispuesto a darles luz verde y perpetrar un desatino que colocaría al Estado en situación de mayor vulnerabilidad frente al embate rupturista.

Caballo de Troya

En definitiva, si el voto en conciencia de los diputados constitucionalistas no lo impide, será el PP quien, en contra de su propio criterio de los últimos años y sin que el reglamento de la Cámara lo obligue, permita al caballo de Troya del secesionismo acceder casi a la cocina de los servicios secretos por la puerta del legislativo.

Es cierto que CiU siempre ha formado parte de esta comisión y que ERC llegó a tener representación. Pero esto sucedió cuando la amenaza a la convivencia provenía de ETA -cuyos brazos políticos fueron siempre lógicamente vetados- y los partidos nacionalistas catalanes ni tenían capacidad de plantear un pulso al Estado -como sucede ahora- ni su presencia suponía un riesgo.

'Operación diálogo'

Derrotada ETA políticamente, el pulso del soberanismo catalán obligó a extremar la precaución. En 2012, hasta en tres ocasiones el PP se negó a permitir que diputados de ERC entraran en esta comisión a propuesta del Grupo Mixto. A la hora de entender qué ha cambiado y por qué ahora los populares sí están decididos a ponerle alfombra roja en la Comisión de Secretos al independentismo, sólo se puede concluir que es una parte de la factura de la operación diálogo de Soraya Sáenz de Santamaría, máxima responsable política del CNI.

Si permitir que un partido que funda su razón de ser en la destrucción del Estado tenga acceso a secretos oficiales es ilógico, hacerlo justo cuando se dispone a asestar su golpe a la unidad de la nación podría resultar suicida.