Salvo sorpresa mayúscula, María Dolores de Cospedal volverá a ser reelegida este sábado secretaria general del PP. Sin embargo, lo ajustado de la votación en el punto clave de la ponencia de Estatutos -el referido a la compatibilidad de cargos- es un serio toque de atención a la dirección del partido.

La enmienda de un compromisario de Cuenca proponía expresamente que la Secretaría general del PP fuera incompatible con tener un asiento en el Consejo de Ministros. Y hay que decir que la medida tendría toda su lógica. No es aconsejable que quien dirige un Ministerio de Estado lleve al mismo tiempo las riendas del partido y sea la persona encargada de fajarse con los rivales políticos.

Bofetada inesperada

Al final, 25 votos decantaron la balanza en favor de los intereses de Cospedal, en una votación en la que había 639 compromisarios. Si tenemos en cuenta que el sistema de elección de compromisarios, dominado por la cúpula, garantiza que los congresos son una balsa de aceite, el resultado de la votación de este viernes es una bofetada para Cospedal.

Eso sí, cabe preguntarse, por un lado, dónde estaban los 2.461 delegados que se ausentaron del debate, seguramente confiados en que nunca pasa nada en las votaciones. Pero también, qué hubiera pasado si Cospedal no hubiese reunido el jueves a los líderes provinciales de Castilla-La Mancha -formación que aún preside- para pedirles que cerraran filas en la ponencia de Estatutos.

Congreso marcado

La intención de Rajoy es que Cospedal continúe como número dos para mantener así el actual equilibrio orgánico e institucional, que tiene en el otro polo a la vicepresidenta del Gobierno Sáenz de Santamaría. Pero el sobresalto de este viernes vendría a apuntalar la idea de que Cospedal no es particularmente querida en el partido, y podría hacer recapacitar a Rajoy.  

Este sábado descubriremos si lo de Cospedal ha sido una victoria pírrica -porque a la postre no le ha servido para ser reelegida- o si por el contrario Rajoy la coloca con fórceps frente a la contestación recibida. De cualquier forma, no es la mejor manera de inaugurar un congreso que llega marcado por el caso Gürtel.