El temor a un posible ataque yihadista explica la caída de asistencia a la Cabalgata de Reyes de Madrid, la más expuesta por celebrarse en la capital de España y ser una de las más concurridas. La proximidad en el tiempo del atentado de Berlín ha influido en el ánimo de muchos padres, que han optado esta vez por llevar a sus hijos a cabalgatas de barrio o de municipios más pequeños, cuando no directamente por seguir esta fiesta a través de la televisión.

El miedo es humano y es comprensible la opción por evitar riesgos. Más aún cuando se podría exponer la vida de niños al hipotético ataque de unos fanáticos. La garantías y el buen hacer de las Fuerzas de Seguridad, que han dado sobradas muestras de su profesionalidad, no han sido suficiente argumento para evitar la alarma.

Facilidad para matar

De la misma forma que el terrorismo de ETA condicionó el comportamiento de muchos ciudadanos durante años, el de los yihadistas, todavía más indiscriminado y salvaje, amenaza nuestro modo de vida. Desde ese punto de vista, los terroristas no estarían ganando la guerra, pero sí una batalla.

Los islamistas tienen a su favor que sus nuevas formas de atentar son sencillas y no necesitan de gran infraestructura. Ni siquiera de armamento militar. Y el fanatismo lleva a los terroristas a despreciar su propia vida. Es probable, en cambio, que si en el futuro la eficacia policial continúa golpeando a los yihadistas y parando sus golpes, la normalidad vuelva a las calles en este tipo de grandes actos multitudinarios.

Nuestras costumbres

Un 40% menos de asistencia a la Cabalgata de Reyes de Madrid en relación al año pasado es una cantidad muy significativa. Muchos niños se han quedado este año sin ver a los Reyes Magos en la capital porque la gente ha interiorizado que es víctima potencial de la sinrazón de los terroristas.

Dado que no se puede pedir a los ciudadanos que actúen sin miedo, sí cabe exigir a las autoridades que extremen el celo y las medidas para intentar neutralizar a quienes tratan de cambiar nuestras costumbres. Es una lucha que no podemos perder.