La reunión entre el presidente de la gestora del PSOE y el líder del PSC para revisar la relación entre ambas formaciones sólo ha servido para echar a rodar la pelota hacia adelante. Una comisión formada por representantes de ambos partidos debatirá durante los dos próximos meses cómo mejorar, si es posible, el encaje.

Supone un grave error de los actuales gestores del PSOE tratar de solucionar el problema en este momento. El partido está roto tras la salida forzada de Pedro Sánchez y cualquier decisión que pudiera adoptarse ahora podría ser tachada de parcial. Un asunto de este calibre merece abordarse con todas las garantías, en un congreso y con una dirección legitimada por el voto de los militantes.

La sombra de Díaz

El paso dado por la dirección interina del PSOE, a cuyo frente está Javier Fernández, es por tanto inoportuno. Y puesto que uno de los líderes que más se ha significado en este asunto ha sido Susana Díaz, puede quedar la idea en la opinión pública de que es ella quien maneja la gestora, lo cual no ayuda en nada a resolver las diferencias internas.

Ahora bien, los errores en los procedimientos y en las formas de la actual dirección del PSOE no pueden borrar que la razón está de su lado. Hay que tener presente que fueron los diputados del PSC los que se rebelaron contra la decisión del órgano competente según los estatutos -el comité federal- sobre cuál debía de ser el sentido del voto en la investidura de Rajoy.

Lo que no pueden pretender los socialistas catalanes es participar en el PSOE a conveniencia: beneficiarse de lo positivo y escurrir el bulto cuando no les convenga. Seguro que tan mal como a los diputados socialistas catalanes les sentó al resto de la bancada tragarse el sapo de tener que entregar el Gobierno al PP, y sin embargo la mayoría optó por ser consecuente con las reglas del partido.

Deslealtad del PSC

No estamos, además, ante una actitud nueva del PSC. Su primera gran muestra de deslealtad fue la de Pasqual Maragall al presentar a Zapatero un Estatuto de Autonomía flagrantemente inconstitucional. Muchos de los males que hoy padece el PSOE, pero también España como consecuencia del desafío separatista, vienen de ahí. Y luego están los permanentes coqueteos del PSC con la izquierda radical, a los que Iceta tampoco ha puesto coto.

Desde luego, para seguir como hasta ahora, creemos que lo mejor sería que el PSOE se presentara con sus propias siglas en Cataluña. La esquizofrenia de mantener un discurso distinto en cada sitio es una de las causas de la sangría de votos de los socialistas. Sin embargo, esa es una decisión tan crucial, que ni debería tomarse en caliente ni debería quedar en manos de una gestora.