Las manifestaciones machistas del candidato republicano a la Casa Blanca difundidas un mes antes de ir a las urnas lo dejan muy tocado. Aun así, ha logrado salir vivo del segundo cara a cara televisado con Hillary Clinton. 

Hay algo transversal en la sociedad estadounidense que supera incluso las fronteras ideológicas: el absoluto rechazo al lenguaje soez, particularmente en boca de los personajes públicos. Por eso, en el momento en que han salido a la luz unas manifestaciones de 2005 en las que Donald Trump asegura que si eres famoso "puedes coger a las mujeres por el coño" y "hacer de todo", puede decirse que el candidato republicano ha dado una palada casi definitiva a su propia fosa.

Es cierto que durante la campaña electoral ha habido otras ocasiones en las que se le ha dado por enterrado como consecuencia de sus múltiples barbaridades, y sin embargo ha seguido con opciones en la carrera hacia la Casa Blanca. Así ha vuelto a ocurrir en el segundo de los tres debates electorales con su rival demócrata. Los espectadores le han dado perdedor, como ya ocurrió en el primero, pero con mejor nota que entonces. 

Pierde a las mujeres

En lo que llevamos de campaña, Trump ha llamado "violadores" a los mexicanos, ha pedido que se levante un muro en la frontera, ha insultado a los padres de un soldado musulmán caído en Irak, se ha mostrado a favor de torturar a los sospechosos de terrorismo, ha plagado sus discursos de comentarios racistas... Habiéndose enemistado con las minorías del país, su única posibilidad de vencer pasa por atraer a los votantes blancos. Y entre estos, las mujeres son fundamentales.

Hillary Clinton, por su propia condición, partía en ese ámbito con ventaja. Después de sus comentarios machistas y denigrantes parece poco probable que Trump pueda ya remontar el vuelo. El Partido Republicano se ha puesto en pie de guerra y son decenas de líderes -gobernadores y senadores incluidos- los que le han dado públicamente la espalda e incluso le han exigido su retirada. Estamos ante una situación desconocida, con el partido enfrentado a su candidato.

Más machismo

Trump no piensa dar su brazo a torcer. Tras pedir disculpas de nuevo en el debate televisado, ha pasado al ataque acusando a Bill Clinton de "violador" por sus antiguos escándalos sexuales y amenzando a Hillary con llevarla a la cárcel por el uso de medios públicos en su propio beneficio cuando era secretaria de Estado. Sin embargo, creemos que, al embarrar el terreno, Trump se hunde más en el fango: su rival es Hillary, y tratar de desprestigiarla en función de lo que haya hecho o dejado de hacer su marido es otro síntoma más de machismo.

Vista la trayectoria de Trump, lo sorprendente es que haya llegado hasta octubre con opciones. Tiene su aquel que después del montón de burradas que ha dicho en público como candidato pueda ser tumbado por una que dijo en privado hace 11 años cuando no aspiraba a ser presidente. Eso confirma que en amplios sectores de la sociedad estadounidense se tiene manga ancha con los comentarios racistas y xenófobos, de la misma forma que en las riberas del Mediterráneo hay, lamentablemente, tolerancia hacia la corrupción. Sea como fuere, Trump, que decía encarnar los valores de lo mejor de la sociedad americana, parece haber quedado al descubierto.