Santiago Abascal junto a Donald Trump en Washington en la CPAC.

Santiago Abascal junto a Donald Trump en Washington en la CPAC. Twitter

Columnas LA GLOBALISTA

España debe prohibir las donaciones extranjeras a los partidos políticos

EEUU ha declarado sin ambages su intención de influir en la política interna europea, y España es especialmente vulnerable a esa injerencia, porque su legislación sobre financiación de partidos permite donaciones de personas extranjeras.

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Donald Trump calificó esta semana a los líderes europeos de "panda de perdedores" en una entrevista con Politico.

Es el Trump de siempre: ninguna propuesta concreta, solo los eslóganes habituales —"Biden tiene un bajo coeficiente intelectual", "los demócratas son corruptos"— a los que ahora se suma la idea de una Europa decadente.

La ironía es evidente, pues esa entrevista se produjo precisamente porque Trump fue elegido por Politico como la persona más influyente en la configuración de la política europea en 2025.

Todo ello, además, pocos días después de la publicación, el 4 de diciembre, de la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), que advertía de un inminente "borrado civilizatorio" de Europa.

En este momento tan delicado para las relaciones transatlánticas, hace falta una reflexión realista y adulta (que no tiene por qué ser estrictamente "realista" en el sentido académico).

El primer paso es distinguir entre la estrategia de seguridad seria y el ruido diseñado para alimentar la economía de la atención. Las diatribas de Trump, sin embargo, sí permiten identificar los puntos en los que él y su equipo de Seguridad Nacional coinciden.

Santiago Abascal en la cumbre de los de Patriots en Madrid, este sábado, junto a Viktor Orban, Marine Le Pen y el holandes Geert Wilders.

Santiago Abascal en la cumbre de los de Patriots en Madrid, este sábado, junto a Viktor Orban, Marine Le Pen y el holandes Geert Wilders. Efe

Al cerrar el año y tras los primeros diez meses de su segundo mandato, tres grandes ejes dominan la relación entre Estados Unidos y Europa:

1. Cultura e inmigración.

2. Seguridad y Ucrania.

3. Regulación tecnológica.

En este artículo me centraré en el primero. Los acontecimientos de esta semana dejan claro que Trump y su equipo están seriamente decididos a trasladar a Europa la misma guerra cultural que se libra en Estados Unidos.

En un apartado titulado "Promover la grandeza europea", la Estrategia de Seguridad Nacional se expresa con más elegancia que Trump, pero con idéntica claridad:

"Los grandes desafíos a los que se enfrenta Europa incluyen las actividades de la Unión Europea y otros organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía; políticas migratorias que están transformando el continente y generando conflictos; la censura de la libertad de expresión y la represión de la oposición política; el desplome de la natalidad; y la pérdida de identidades nacionales y de confianza en sí misma".

Este discurso refleja punto por punto las guerras culturales que el movimiento MAGA libra en su propio país, empezando por la inmigración o, en la terminología de la Estrategia, el "borrado civilizatorio".

Es un eco de la llamada "teoría del gran reemplazo", que alimenta el rechazo a la inmigración dentro del universo MAGA.

Según esta idea, demasiados no europeos —seamos claros: personas negras y racializadas— estarían "oscureciendo" la Europa blanca, igual que supuestamente ocurre en Estados Unidos, e introduciendo religiones y culturas ajenas.

La lucha contra la inmigración es, probablemente, el principal punto de unión entre el MAGA y los partidos nacionalistas de extrema derecha en Europa.

Pero no se queda ahí. El MAGA desprecia todo lo que identifica como bastiones del pensamiento progresista. Hemos visto cómo Trump ha atacado a universidades, think tanks y fundaciones.

En el plano internacional, ese rechazo se extiende a la Unión Europea, a la OTAN y a todos los gobiernos europeos que no se sitúan en la extrema derecha.

La Estrategia pone negro sobre blanco el apoyo de la administración Trump a los partidos nacionalistas europeos, algo sin precedentes en la política estadounidense y, además, en abierta contradicción con la propia retórica de Trump sobre la soberanía.

El documento afirma que Estados Unidos defenderá "la celebración sin complejos del carácter y la historia propios de cada nación europea".

Añade que "Estados Unidos anima a sus aliados políticos en Europa a promover este renacimiento espiritual", y que "la creciente influencia de los partidos patrióticos europeos es, sin duda, motivo de gran optimismo".

Para que no queden dudas, entre los puntos que resumen las prioridades políticas para Europa se incluye explícitamente "fomentar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las propias naciones europeas".

Los partidos nacionalistas del continente han tomado nota.

Alternativa para Alemania (AfD) celebra abiertamente el respaldo de Trump, mientras que el Reagrupación Nacional francés duda aún sobre si ese apoyo puede acabar siendo un lastre.

En España, Vox lleva tiempo acogiendo con agrado el respaldo de Trump y del movimiento MAGA.

Así que tenemos al Gobierno de Estados Unidos declarando sin ambages su intención de influir en la política interna europea, y España se ha convertido en un país especialmente vulnerable a esa injerencia.

¿Por qué?

Porque la legislación española sobre financiación de partidos permite donaciones de personas extranjeras, aunque no de gobiernos u organizaciones. Un extranjero puede donar hasta 50.000 euros a un partido político español, y sólo es obligatorio declarar la donación si supera los 25.000 euros.

¿Por qué España permite la financiación extranjera de los partidos? No he encontrado una respuesta convincente. Siempre he pensado que se trata de un descuido, en parte porque aquí no circulan las enormes sumas de dinero que mueven las campañas políticas en Estados Unidos.

Cuando dirigía el Partido Demócrata de Estados Unidos en España, amigos españoles me preguntaban a menudo si podían donar a nuestras campañas, especialmente a la de Obama. Pero los ciudadanos extranjeros no pueden donar a partidos ni campañas en Estados Unidos.

Además, cualquier donación superior a 200 dólares debe declararse con el nombre del donante.

Ojo: el sistema de financiación electoral estadounidense tiene sus propios aspectos indeseables. Las corporaciones son tratadas como personas con derecho a la libertad de expresión y pueden financiar campañas con una capacidad casi ilimitada.

Ahora imaginemos el universo MAGA volcando dinero en las próximas elecciones generales españolas o incluso en las autonómicas de 2026.

Pensemos en las cantidades que podrían acabar en las arcas de Vox, especialmente dinero procedente del sector tecnológico, interesado en debilitar a la UE y sus regulaciones.

Si eres votante de Vox, quizá te parezca una buena noticia. Pero ¿qué ocurrirá la próxima vez que intereses extranjeros interfieran en la política española y europea para apoyar a una extrema izquierda?

España merece algo mejor. Ha llegado el momento de prohibir las donaciones extranjeras a los partidos políticos.