Nos gusta la vida y hemos venido a contarla

Nos gusta la vida y hemos venido a contarla

Columnas ¿POR QUÉ EL ESPAÑOL?

Nos gusta la vida y hemos venido a contarla

Somos un periódico que crece con sus lectores, que piensa, cuestiona y celebra cada historia con rigor, frescura y pasión.

Publicada

Cosas que me gustan de EL ESPAÑOL: todo, casi todo. Es mi casa desde hace diez años. Como pasa con los hogares, ya no sabes si la casa te ha cambiado más a ti o tú a ella. Qué sé yo, somos lo mismo. Empezamos siendo chiquitillos y valientes y ahora somos líderes: es un camino honorable.

Aún a veces somos David contra Goliat (periodistas locos, apasionados y algo temerarios frente al monstruo ecuménico de internet, o de los intereses políticos, o de un negocio cambiante que nos fragiliza), pero siempre acabamos lanzando piedras con la honda. Yo confío en que los muchachos hábiles sigamos venciendo a la fuerza bruta de un mundo cada vez más complejo y con artimañas más sofisticadas contra la información, los análisis y las ideas.

España ha cambiado mucho en estos diez años y nosotros también: creo que esa es una virtud de la cabecera, ser un organismo vivo, crecer con la gente, envejecer en sabiduría y revitalizarse casi simultáneamente.

Soy una fanática del tiempo y de sus bondades. Siento que hemos cogido ritmo, fuerza, personalidad. Nos distinguimos de otros medios. Hemos demostrado que no estamos de paso, que nunca lo estuvimos.

Creo que somos una casa bastante punki. Creo que somos rigurosos, fieros y divertidos. Creo que somos exigentes con nosotros mismos. Creo que nos partimos la cabeza para dar lo mejor. Creo que somos originales, frescos y didácticos. Creo que nos matamos en el enfoque, que no damos nada por supuesto, que no repicamos lugares comunes. Creo que queremos pensar más y mejor.

Creo que acompañamos a los lectores en su vida, y creo que esa es la misión última de un periódico. Estamos al servicio de los nuestros. Queremos darles herramientas a los ciudadanos para vivir más intensamente, con más conciencia, con más libertad, con más capacidad crítica. Sabemos que nuestros lectores son inteligentísimos y queremos estar a su altura. Trabajamos en eso todos los días.

Tampoco hemos dejado nunca de ser un artefacto intelectual. No hemos dejado de tener conciencia de lo que supone un periódico en democracia. Y menos cuando ésta es cada vez menos abierta, menos garantista, más crispada.

A nosotros nos flipa el debate. Nos puede, de hecho. Nos excita. Somos plurales sólo existiendo, y eso que cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre y al mismo tiempo mú nuestros, como dicen en mi tierra. Un ejemplo: tenemos una sección de opinión en la que cabemos Cristian Campos y yo misma, y en la que ambos nos leemos con interés desde el disenso.

Me gusta que le caigamos mal a tantos poderosos: eso siempre es un halago. Me gusta que disparemos en tantas direcciones.

Me gusta leer a María Peral y a Corbacho en Tribunales. Con Brais Cedeira hasta me entero de Interior. Me siento más despierta. Me gusta que la sección de Magas ponga en el centro el talento femenino. Me gusta el Lujo ¡y hasta la Casa Real! si me la cuenta con tanta clase Raúl Rodríguez. Me gusta la Ciencia que hace interesante y digerible José Andrés Gómez. Me gusta tomar café con El Cultural en la mano desde que era una adolescente: me gustan cada vez más sus portadas.

Me gustan nuestras charlas largas y variadas con españoles brillantes que resumen el país y sus conversaciones de despacho y de bar, me gusta que escuchemos en horizontal a todo tipo de personajes y que no seamos perros policía. Creo que entrevistaríamos al mayor de los villanos, creo que sería algo impopular y creo que lo haríamos porque hemos venido dispuestos a comprenderlo todo, que no a defenderlo todo.

Nos gusta la vida y venimos a contarla.