Aner Peritz.

Aner Peritz. EITB

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La revolución de la demencia huele mal

Que cuatro desorientados puedan convertir sus fobias en un programa de lavado de cerebro para adolescentes dice mucho de la arrogancia que ha germinado entre los activistas de la revolución de la demencia.

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En Historia de un alemán. Memorias 1914-1933, el periodista y escritor alemán Sebastián Haffner achaca a una cierta intuición moral no excesivamente fundamentada el hecho de que él nunca perteneciera a los nazis.

“Tengo un olfato intelectual bastante desarrollado o, dicho de otro modo, un sexto sentido para reconocer los valores estéticos (¡y antiestéticos!) de una actitud o convicción humana, moral o política. Desgraciadamente, la mayoría de alemanes carecen por completo de este instinto. Los más inteligentes son capaces de discutir hasta el atontamiento más profundo haciendo múltiples abstracciones y deducciones sobre el valor de una cosa cuyo mal olor puede detectarse simplemente con la nariz”, escribe Haffner.

El periodista describe un fenómeno del que tengo pocas evidencias científicas y ninguna duda: entrar a teorizar sobre el bien es el camino más directo hacia el mal.

Hay que simplificarse: si huele mal, es probable que sea el mal.

Es más: si es feo, es probable que sea el mal.

Hay lugares cuya sola descripción activa el olfato moral del que habla Haffner. Y el campamento de Bernedo, sobre el que se cierne ahora la sospecha de haber atentado contra la libertad sexual de los menores, es uno de ellos.

No hace falta ser la Santa Inquisición para llegar a la conclusión de que cualquier cosa dirigida a menores que se presente como “un proyecto autogestionado basado en el feminismo, el euskera y el trabajo comunal” debería hacer saltar todas las alarmas del sentido común.

Señora, que sólo quiero mandar al chaval dos semanas a abrazar árboles para que no se pase el verano pegado a la pantalla, ¡qué me está usted contando de “valores transfeministas”!

Atentos a la siguiente frase del comunicado emitido por los responsables del campamento: “Creemos que trabajar en la desexualización de la desnudez y la relación entre géneros es esencial para protegernos de diversos tipos de violencia, y creemos que las duchas mixtas pueden ser un espacio para deconstruir esta sexualización”.

Y ahora imagínese que eso lo dicen desde un campamento gestionado por monjas o curas. Tendríamos el comité de emergencias ya montado.

Pero como es el metalenguaje de la escuela de Judith Butler, que lo mismo te habla de los seres de luz que te podría justificar las bondades de la pederastia, pues todo correcto.

Aquí, no se pierdan lo mejor: encima resulta que las víctimas son ellos porque están recibiendo mensajes transfóbicos.

Una de las abominaciones contemporáneas es la obsesión por educar (o más bien, ideologizar) a los hijos ajenos.

Aner Peritz, uno de los directivos de Sarrea Euskal Udaleku Elkartea, la organización responsable de los controvertidos campamentos de verano en Bernedo.

Aner Peritz, uno de los directivos de Sarrea Euskal Udaleku Elkartea, la organización responsable de los controvertidos campamentos de verano en Bernedo. EITB

Que cuatro desorientados (porque sólo hace falta echar un vistazo a alguno de los responsables para darse cuenta de que ahí algo falla) se sientan con el derecho de convertir sus filias y fobias en un programa de lavado de cerebro para adolescentes dice mucho de la arrogancia moral que hemos dejado germinar en determinados activistas de la revolución de la demencia.

Activistas, por cierto, bastante mediocres: casualmente, toda apertura de mente parece que pasa por la apertura de piernas.

Es una falta de originalidad que despertaría hasta ternura si no estuviésemos hablando de que hay menores víctimas de este asunto.

No sé qué le dice a usted su olfato sobre esto, pero yo llevo con la nariz tapada un buen rato.

En general, en la vida conviene asentar las convicciones fuertes como lo hacía Haffner. Use la nariz y no le dé muchas más vueltas. ¿Tiene usted delante a un grupo de adultos justificando las duchas mixtas entre menores y hablando de la pedagogía de “la desexualización de la desnudez”?

Apesta. Corra en sentido contrario.